Los esclavos de Job

Jul 25 • destacamos, Ficciones, principales • 4523 Views • No hay comentarios en Los esclavos de Job

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Poeta brasileño (Rondonópolis, 1974). Autor de De nuevo nada (Mantis Editores, 2011)

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POR PAULO FERRAZ
Traducción de Leonardo Iván Martínez
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Job no tenía esclavos que bromearan.
Los esclavos de Job erraban
contra las nubes de arena para
que sus ovejas pastaran
el verde y la vida de las hierbas
lejos de los barrancos y los lobos.
Con piel y ojos heridos,
a la hora precisa las abatían,
para alimento y vestido de
su maestro, que daba gracias a su
dios. Los esclavos de Job desde
la semilla cultivaban el vino,
el aceite y el pan. Ningún ave
se posaba en el sembradío limpio de piedra
y espinos. Las brasas de los hornos
ardían sin cesar en la casa de su patrón,
que se postraba en oración.
Los esclavos de Job barrían el piso,
reparaban el tejado, encalaban
las paredes, pisaban las serpientes
y de cuando en cuando algún
viejo o algún niño era
vendido en el mercado para pagar
un banquete a los invitados del soberano,
que en éxtasis exaltaba las obras
del señor. Los esclavos de Job
armados con palo, piedra y hoz
destrozaban pueblos, robaban
la cosa ajena, mataban el ganado
y raptaban mujeres para
su amo, que se maravillaba con
la bondad de la providencia. Los esclavos
de Job no tenían tiempo para orar,
no idolatraban, ni hacían sacrificios
como su dueño, que a los ojos del creador
era el más temeroso de los hombres.
Los esclavos de Job, muertos
por la vanidad de dios, nunca supieron
lo que era bromear. Y sin derramar
una lágrima por los suyos, Job jamás blasfemó.

 

FOTO: Job según León Bonnat (1880), Museo de Louvre, París/ Especial

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