Los japoneses entran en la ciudad de México
POR DOMINGO CHIMALPÁHIN
El martes 4 de marzo de 1614 nuevamente vinieron y llegaron a la ciudad de México unos principales de Japón, los cuales entraron a caballo a las 12 horas del día. Delante de ellos avanzaban a pie sus súbditos, que llevaban levantados unos palos delgados y negros: ¿serán sus lanzas?, ¿qué podrán significar?, ¿no serán acaso en Japón [insignias] que preceden a los señores? Venían ataviados como acostumbran ataviarse en su tierra, con una especie de toga atada por detrás y con la cabellera recogida en la nuca; eran [como] 20 de los que ahora llegaron a [la ciudad de] México. Por el camino habían dejado al embajador enviado por el emperador del Japón, el cual venía más despacio; él traía consigo a 100 súbditos japoneses y a un padre descalzo religioso de San Francisco que les servía como intérprete. […]
El 24 de marzo de 1614, lunes santo, llegó y entró a la ciudad de México el dicho embajador que venía de Japón, y se hospedó en una casa junto a la iglesia de San Francisco; a este embajador, según se supo y se dijo en México, lo envió el emperador de Japón para que vaya a Roma a ver al santo padre Paulo V y a dar la obediencia a la Santa Iglesia, pues todos los japoneses desean hacerse cristianos. […]
Al llegar a México este dicho embajador, estuvo aquí sólo de paso, sólo unos cuantos días se quedó aquí para saludar al señor virrey. También en España sólo estará de paso para saludar al rey nuestro señor don Felipe III y ofrecerle la paz, pues el emperador que gobierna en Japón le está demostrando amistad y paz, y constantemente le está proponiendo al dicho rey que reside en España que no se hagan la guerra sino que siempre se estimen, a fin de que los japoneses puedan venir a México a vender y comerciar.
*Fragmentos del Diario de Domingo Chimalpáhin, paleografía y traducción de Rafael Tena, Conaculta, México, 2001, Cien de México, pp. 365, 367 y 369.
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