Los placeres del cine comercial mexicano
POR IGNACIO M. SÁNCHEZ PRADO
El estreno de Elvira, te daría mi vida pero la estoy usando, el nuevo filme de Manolo Caro, rompió el viernes 14 de agosto la veda que marginó al cine mexicano de las pantallas de Cinemark y Cinépolis, cuyas salas se encontraban ocupadas con varias funciones en diversos formatos de bodrios como Los cuatro fantásticos, que compensa su estrepitoso fracaso en la taquilla estadounidense copando mercados como el mexicano. Que sea el extraordinario filme de Caro, un ejemplo fehaciente del cine comercial de primera línea que se produce en México, el que haya finalmente llegado a las salas es en sí mismo un acontecimiento positivo. Es, primero que nada, un recordatorio que necesitamos los espectadores para exigir que este tipo de propuesta, divertida y de calidad, tenga mayores espacios en todas las temporadas. Realmente hay que verla: es la mejor película en la cartelera. Por lo menos, el lanzamiento del video de la canción tema –el cover de “Suavecito” de Laura León interpretado por Julieta Venegas– y la popularidad de su protagonista Cecilia Suárez le han concedido algo de visibilidad y, espero, pueden servir para interesar a la audiencia.
Elvira consolida a Manolo Caro como uno de los mejores directores mexicanos de la década que corre, y como uno de los cineastas que están gradualmente descifrando el acertijo de cómo filmar una película mexicana comercial equilibrando el interés de divertir a las audiencias con el deseo de producir una obra de buena factura y propuesta cinematográfica interesante. Sus dos películas anteriores, basadas en obras teatrales escritas por el propio Caro, alcanzaron un éxito comercial importante. La primera, No sé si cortarme las venas o dejármelas largas, es un drama urbano de altísima factura, impulsado por un reparto sólido cuyas actuaciones impulsan un guión de gran inteligencia. La segunda, Amor de mis amores, es una comedia romántica de enredos, más ligera que la ópera prima de Caro, de gran agilidad, con un reparto muy atractivo tanto visualmente como en su carisma, y con una banda sonora realmente magnífica. Si bien estos dos filmes son obligatorios para cualquier interesado en el cine mexicano (o en el cine contemporáneo en general), Elvira es una película mayor, que lleva al trabajo de Caro a un nivel superior. Es notable el hecho de que este filme, sin renunciar a ciertas característica teatrales, no adapta una obra dramatúrgica, lo cual le da a la acción del filme y a los elementos visuales una predominancia que no tenía en las obras anteriores. La película es excelente en todas sus características principales: el guión es ágil e inteligente, la fotografía de Mateo Londono y la dirección de arte de Fernanda Guerrero son hermosas y exactas y la dirección de Caro precisa y fluida. En pocas palabras, todos los elementos que deben funcionar en una película comercial inteligente lo hacen de forma cabal y afortunada.
Mención aparte merecen las actuaciones. La película se centra en Elvira, interpretada magistralmente por Cecilia Suárez, una mujer que enfrenta el repentino abandono de su marido, quien no vuelve tras salir a comprar cigarros en la madrugada. Elvira debe negociar la falta de dinero, el cuidado de sus dos hijos y el gradual descubrimiento de las razones del abandono mientras enfrenta el shock afectivo del acontecimiento. Soy un gran admirador de Cecilia Suárez, quien ha interpretado a cinco de los mejores personajes del cine mexicano contemporáneo: Andrea en Sexo, pudor y lágrimas, Sofía en Todo el poder, Marina en Párpados azules, Pilar en Nos vemos papá y, recientemente, Flora en Las oscuras primaveras. Elvira se une a este repertorio y creo que es, junto con la de Párpados azules, la mejor interpretación en la carrera de Suárez. La película funciona en buena medida gracias al brillante trabajo de Suárez con el guión de Caro, transmitiendo de manera exacta la compleja interacción entre la comedia y el drama que caracteriza la obra del director. En los distintos momentos de evolución emocional del personaje, Suárez imprime al personaje de manera perfecta los afectos y contradicciones de la situación. Demuestra una capacidad prodigiosa al mostrar la vulnerabilidad y el dolor de Elvira de una manera que genera empatía en los espectadores, al igual que risa: una harmonía entre el drama y la comedia que sólo los mejores actores pueden lograr.
Esta es la primera película en la que Caro da predominancia a un solo rol protagónico, pero es evidente que en el resto de reparto se nota el hecho de que es uno de los mejores directores del cine mexicano en términos del trabajo actoral. Vanessa Bauche deslumbra en su mejor actuación desde Amores perros como Luisa, la divertida vecina cristiana que ayuda a Elvira con el cuidado de sus hijos. Luis Gerardo Méndez muestra una vez más su carisma y su presencia de pantalla en un rol que no describo para no arruinar la trama a los potenciales espectadores. Angie Cepeda interpreta con los gestos puntuales y gran sentido del humor a Eloy, la amiga bombástica que ayuda a Elvira con su situación económica. Hasta los cameos son excelentes. Brillan Zuria Vega como una telefonista de una aseguradora a través del divertido malabarismo con la jerga neoliberal del mundo corporativo y su solidaridad femenina con Elvira, María Elena Saldaña como una portera y Angélica Aragón con sus pocas líneas como la madre de Elvira, así como todos los que tienen roles menores en el filme. Si el cine mexicano tiene un problema endémico en la calidad irregular de sus guiones y las actuaciones a veces disparejas de los repartos, Manolo Caro muestra en Elvira las posibilidades de un filme que resuelve ambos problemas.
Elvira, te daría mi vida pero la estoy usando muestra una vez más ese hecho que olvidamos con demasiada frecuencia: que en México se produce un cine comercial de magnífica calidad. Ojalá que alcance el público amplio que merece.
FOTO: Elvira, te daría mi vida pero la estoy usando, protagonizado por Cecilia Suárez, es el tercer largometraje de Manolo Caro/Especial.
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