“Los procesos de escritura me interesan más que los libros”
Entrevista con Christian Peña, Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 2014
POR YANET AGUILAR SOSA
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Christian Peña es un poeta singular. Igual que el escritor uruguayo Juan Carlos Onetti y el mexicano Francisco Hernández ha encontrado en la publicidad un ejercicio que no le estorba a su literatura. Esa rara avis nacida en la ciudad de México en 1985, que acaba de cumplir 30 años, es poeta, ensayista antólogo e investigador, y es el más reciente ganador del Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 2014 por su libro Me llamo Hokusai.
De los nueve libros de poesía que ha escrito hasta ahora, seis han obtenido los más importantes premios literarios para el género poético; siete han sido publicados y dos permanecen inéditos. Cada uno de esos nueve proyectos tiene su propia personalidad –una obsesión que lo persigue–, son distintos uno de otro pero se conectan a partir de los tres temas que le obsesionan: el miedo, la enfermedad y la lengua.
Este apasionado del lenguaje y las distintas disciplinas artísticas que busca conectar con su literatura, reconoce perseguir con ahínco una poesía que hable de la relación que existe entre la enfermedad, el miedo y la lengua y cómo estas tres atraviesan el poema.
No sólo es la publicidad la que lo mantiene lejos de las cofradías de poetas, es su propia naturaleza y el camino que ha elegido para crear su poesía. “En realidad mi relación es con pocos poetas. Entre los poetas pareciera que todo mundo se conoce y se habla, yo creo que me relaciono con pocos poetas y que en realidad en primera medida son mis amigos y coincidimos en cuanto a que nos dedicamos a escribir; de todos ellos aprendo, me lleven más años o menos”.
El autor de Lengua paterna, El síndrome de Tourette, De todos lados las voces y El amor loco & The advertising, señala que no se considera alguien atento a la vida literaria tal cual, pues a pesar de que tiene reconocimientos literarios como el Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta, el Premio Nacional de Poesía Ramón López Velarde, el Premio Nacional de Poesía Amado Nervo, siempre ha seguido un camino sesgado para llegar a ella.
“Acabo de cumplir 30 años y esto del poco tiempo y del autor joven, siempre he pensado que hay que estar muy pendientes del libro que se está escribiendo”, esa ha sido su apuesta a lo largo de su carrera y de los libros que ha escrito, y es el caso particular de Me llamo Hokusai (Conaculta/INBA/ICA/FCE), libro que hoy se presenta, a las 12 horas, en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, con los comentarios de Javier Acosta, Ernesto Lumbreras y Pablo Molinet.
“El libro opera por acumulación, por una acumulación de temas que se van construyendo y desarrollando a lo largo de los cinco poemas atribuidos a Hokusai. No necesariamente creo que sean poemas de largo aliento, tampoco creo que mi escritura se caracterice por hacer poemas breves, creo que estoy en un aliento intermedio pero que se va convirtiendo en algo más grande a medida que se va avanzando en el libro. El hilo narrativo del libro es una de las primeras cosas que pensé a la hora de armarlo”, afirma Christian Peña.
El poeta que fue becario de la Fundación para las Letras Mexicanas de 2005 a 2007, y del Fonca de 2010 a 2011 y de 2012 a 2013, asegura que este libro funciona por acumulación pero también tiene que ver de pronto con el efecto mariposa. “Sobre cómo un acto mínimo que ocurre en un punto puede convertirse en una tragedia de dimensiones épicas, cómo una tragedia cotidiana puede convertirse en algo sin precedentes. Allí aparece Hokusai; Hokusai no necesariamente es el eje rector de la historia, tampoco es el pretexto, Hokusai es el paisaje del libro”.
Recurrir a las imágenes del pintor japonés Katsushika Hokusai impera como una inspiración y un juego. Asegura que no es una biografía, cosa que le preguntan con frecuencia y él responde que en realidad es sólo un nombre. “De eso también trata el libro, sobre la búsqueda del nombre y la dificultad de nombrar cosas y también poder escribir sobre esas cosas que quizás no tienen nombre e incluso preguntarse con qué ocurre con las cosas que no tienen nombre. Nunca me ha gustado pensar que en el poema todo deba ser anécdota o testimonio, creo que debe haber una búsqueda auténtica, o la relación que tienes con la lengua que hablas”.
A Christian Peña le interesa la estructura del verso a partir de la exploración de temas que pueden ser cotidianos, aparentemente personales, del temor a repetirse. “Mi inquietud siempre ha sido que cada libro que escriba sea completamente distinto al anterior, seguramente el lector encontrará cosas que se comuniquen, pero mi inquietud siempre ha sido que sean diferentes, por eso quizás Me llamo Hokusai podría ser un libro que escribí o no”.
Cercano a Antonio del Toro y Francisco Hernández, a quienes admira y quiere, seducido por la poesía de Jorge Fernández Granados y de Octavio Paz, el Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 2014 reconoce que se mantiene lejos de los grupos de poetas, de la vida literaria, de esa idea de los maestros tutelares, de los escritores que llaman sus contemporáneos, porque discrepa de la idea de contemporaneidad, para él contemporáneos son los escritores que sacan un libro aunque se lleven 20 o 30 años de diferencia.
“Es importante reconocer tu velocidad de escritura. Hay autores que admiro y releo constantemente pero tardan mucho tiempo en hacer un libro, quizás mi proceso es más rápido, pero también aceptar que mi proceso era rápido me liberó, me preocupaba y trataba de dar más tiempo entre un libro y otro”, dice el poeta que ha ganado todos los premios y es reconocido ya como uno de las voces poéticas más sólidas.
Reconoce que en su corta existencia posee un amplio historial de premios, sin embargo no todos los libros premiados están a la mano del lector. “Yo empecé a escribir formalmente y en la medida en que escribí formalmente recibí los estímulos, de alguna forma comenzaron las becas, de pronto en un espacio de tiempo terminaba un libro y lo enviaba a un premio siempre pensando en su publicación porque si yo llevaba el libro a la editorial me decían no, y al abrirte paso por eso otro camino, encuentras tu lugar”.
El poeta que escribe del miedo quizás para entender la ornitofobia que padece, pero que sabe que al abordar sus miedos expresa las cuestiones de la condición humana, reconoce que es un poeta singular pues incluso “los procesos de escritura me interesan más que los libros. Me interesa a veces más la poética de un poeta que el libro que acaba de publicar”.