Los recitales de la OFUNAM

Oct 24 • Miradas, Música • 2560 Views • No hay comentarios en Los recitales de la OFUNAM

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Los recitales virtuales han sido una plataforma usada por muchos instrumentistas de la Orquesta Filarmónica de la UNAM para promover su talento 

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POR IVÁN MARTÍNEZ
Twitter: @i_martz
La Orquesta Filarmónica de la UNAM ha continuado la serie que comenzó el primer sábado de agosto, en el que algunos de sus miembros ofrecen recitales on line, grabados desde casa, pero con técnicas profesionales e incluso ediciones de video estimulantes; sobrias y no excesivas, pero que aprovechan distintas vistas de los instrumentos y los instrumentistas, algo que no puede ocurrir en vivo.

 

Una repasada a los comentarios en cualquiera de ellos da una probada de los efectos positivos que tienen en el público, donde quizá la mayoría nunca había visto de cerca, por ejemplo, un fagot.
Mayormente han sido atractivos y se ha mantenido un balance de personalidades y repertorios, indistintamente de sus resultados: lo mismo recitales de violín que de viola, o alguno de obras para corno francés solo, que seguramente no sucedería en otro contexto que el del encierro, porque… ¿quién va a un recital de música contemporánea para corno francés solo?

 

Si los primeros había que revisarlos y aplaudirlos como eso, “los primeros”, el piloto, a partir del tercero o cuarto ya habría que ponerse más exigentes, sobre todo si, como parece, la Universidad ha decidido ser más cuidadosa sobre del momento de reapertura y se tienen en el horizonte, además de ésta y las series hermanas “Tocadas del miércoles” y “Laboratorios Sonoros” (más “progresistas” que la primera), las que presentarán los resultados de sus convocatorias de Resiliencia Sonora.

 

Todos pueden verse y repetirse en los canales de las distintas plataformas de la Dirección de Música de la UNAM, pero siempre es emocionante atender a ellos al momento de su estreno en youtube (para los recitales: sábado a las 8 de la noche); aunque es una lástima que la programación no se conozca con suficiente antelación: para este momento, supongo no ser el único que llena su agenda con eventos digitales que sucederán dentro de un mes.

 

Antes de comentar brevemente lo que he escuchado, van dos detalles que harían la experiencia del público más placentera: el editor debería guardar más espacio para respirar entre obras, para permitir asimilar todos sus movimientos como un todo; la experiencia puede acercarse más a ser un recital y diferenciarse de una playlist con video y quiero pensar que eso querrían el compositor y los intérpretes al diseñar sus programas. El otro es la duración: cierto que la concentración online es menor a la de un concierto presencial, 15 minutos es ya un extremo. Ambos detalles me parecen subestimar la sensibilidad y capacidad emocional del público.

 

Los que más he disfrutado son dos del violonchelista César Martínez-Bourguet, muy sobrio y correctísimo en su interpretación de las Suites no. 2 y 3 de Bach; equilibradas –técnica, musical, estéticamente–, sería la palabra exacta para describirlas. Un solo recital para escuchar ambas, por ejemplo, no habría sido largo. Supongo que la separación es porque nos ofrecerá las otras cuatro suites en el resto de la temporada.

 

El más atrayente fue el del clarinetista Manuel Hernández con el fagotista Gerardo Ledezma. Además del primero de los tres dúos que escribió Beethoven para estos instrumentos, incluyeron la Sonatina de Candelario Huízar, una pieza que encuentro como una de las dos obras de mejor factura en el catálogo de este compositor mexicano. Este puro inciso quizá sea uno de los momentos más destacados del año: suena loco, pero ya entramos a la recta final.

Disfruté especialmente percatarme que Hernández utilizara un instrumento afinado en do (y no en si bemol, que es el clarinete común), pues así fueron escritas ambas obras y le permitieron brindar colores muy especiales y distintivos. Brillante sería una palabra simple y no del todo exacta, pero escúchelo usted mismo para encontrar esos destellos (puede comparar el timbre de ambos instrumentos con el segundo recital de la serie, que dedicó el mismo Hernández a obras para clarinete –en si bemol– solo). La interpretación que el dúo ofreció de la obra de Beethoven estuvo correcta, no sin algún detallito técnico casi imperceptible, pero lo que hicieron musicalmente con la obra de Huízar fue particularmente fantástico.

 

Estos tres músicos, Bourguet por su trayectoria de solista antes de ingresar a la orquesta y Hernández y Ledezma por su posición de atrilistas principales de sus respectivas secciones en ella (que también conjugan con una actividad concertista importante), son caras distinguibles y bien conocidas entre el público mexicano; como lo es Sebastian Kwapicz, el concertino que inició la serie. Pero ha sido también saludable e interesante conocer a otras figuras que, por estar en el tutti, pocas veces ubicamos.

 

Los violinistas Carlos Arias y Juan Luis Sosa ofrecieron un recital a dúo con la Sonata de Prokofiev como centro de su programa, y el violista Omar Pérez hizo lo propio con un recital en el que incluyó dos transcripciones de Telemann y Bach, así como uno de los caprichos de Vieuxtamps. Sobriedad pura sin caer en lo que algunos críticos solemos tildar de rutinario, que sí es una palabra para describir el programa menos afortunado de la serie, el de la cornista Elizabeth Segura (una de los principales de sección), quien desaprovechó la oportunidad e hizo parecer aburridos y desaseados a compositores como Peter Maxwell Davis, con su Sea Eagle, o Douglas Hill, con sus Jazz Soliloquies.

 

FOTO: Recital del violonchelista César Martínez-Bourguet. / UNAM

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