Los valores del CIDE en peligro

Jun 18 • destacamos, principales, Reflexiones • 1509 Views • No hay comentarios en Los valores del CIDE en peligro

 

Las decisiones del Director General impuesto en este espacio han atentado contra los valores de pluralidad de la institución, generando miedo e inseguridad laboral

 

POR CÉLINE F.A. GONZÁLEZ SCHONT
La apuesta del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) —como el de cualquier centro público de investigación en sus diversas disciplinas— siempre ha sido doble; por una parte, busca contribuir a la resolución de problemas nacionales, regionales y locales de México mediante la generación de conocimiento científico en las áreas de economía, relaciones internacionales, ciencia política, historia, derecho, administración y políticas públicas, estudios multidisciplinarios, entre otras. Por otra parte, busca ofrecer una educación superior pública de calidad a un estudiantado lo más diverso y amplio posible con el fin de reducir brechas de desigualdad socioeconómica y promover la movilidad social. Por ello, los valores que han guiado el quehacer de la institución son la libertad intelectual, la pluralidad, la igualdad, la integridad académica, la honradez y el respeto.

 

Sin embargo, desde hace aproximadamente un año, el CIDE está sumergido en una crisis institucional que afecta de manera grave todas las actividades sustantivas que realizamos como comunidad y que ponen en peligro estos valores. Cada uno de estos valores ha sido puesto en jaque tras la llegada del Dr. José Antonio Romero Tellaeche como titular del centro. En este sentido, en este texto me permito hacer un breve recuento de esta crisis y explicar cómo cada uno de estos valores, que son fundamentales para el quehacer académico, han sido trastocados.

 

Tal como explica la Dra. Catherine Andrews, historiadora del CIDE, en su texto “¿Por qué hay que defender la libertad académica?” (Letras Libres, junio 2022), la libertad intelectual es el proceso de pensar críticamente con el fin de ser un vehículo para interrogar nuestra realidad. Suscribo que “no puede haber libertad si no se puede cuestionar todo” (Andrews, junio 2022: 12). Durante años, el CIDE había logrado construir y consolidar estos espacios —perfectibles— de pensamiento crítico dentro y fuera de sus aulas. Por ejemplo, a través de sus órganos colegiados internos como su Consejo Académico, sus juntas divisionales, sus comisiones académicas dictaminadoras, y diversos comités como biblioteca y género, fui testigo de múltiples debates críticos y serios en donde se argumentaban distintas posiciones, perspectivas y disciplinas sobre el rumbo del CIDE. En el centro de estos debates se reconoce que la libertad intelectual y la pluralidad son valores fundamentales para seguir avanzando en esta doble apuesta.

 

Hasta agosto de 2021, la mayoría de las acciones implementadas por la Dirección General del CIDE habían sido, justamente, un resultado de decisiones colegiadas de nuestra comunidad y de nuestro claustro. Se debatía cada estrategia y nos interrogábamos sobre nuestra realidad —siempre de manera apasionada, pero respetuosa—, con el fin de mejorar el desempeño del CIDE como institución pública de educación superior en sus cuatro actividades sustantivas: la investigación, la docencia, la divulgación y la vinculación. Existen varios documentos (como el de la Comisión de Género o la Comisión del Futuro) que dan cuenta de dichas discusiones críticas.

 

Sin embargo, a partir del nombramiento del Dr. Romero Tellaeche como titular del Centro, los órganos colegiados, específicamente el Consejo Académico y las Comisiones Académicas Dictaminadoras, no han funcionado de manera regular. Por ejemplo, los cambios estatutarios realizados durante la sesión de la Asamblea General de Asociados del 24 de enero 2022 para modificar los requisitos para desempeñar el cargo titular de Secretaría Académica y modificar las atribuciones del Consejo Directivo para nombrar titular de Dirección General, nunca fueron sometidos previamente a este Consejo Académico, el máximo órgano de decisión interna. Esto representa una afrenta a los valores de libertad académica y pluralidad que reconocemos como propios y excluye a la comunidad del CIDE de procesos participativos consolidados. ¿Cómo se espera guiar una comunidad académica si se le excluye de cualquier proceso de toma de decisión que le compete? Esto último no es congruente con los valores de libertad académica y pluralidad.

 

Por otra parte, estas decisiones de entorpecer la generación de estos espacios de discusión crítica y de decisión han venido acompañados de otras acciones que ponen en peligro valores como el respeto y la igualdad. Por ejemplo, la decisión unilateral por parte del Dr. Romero Tellaeche de suspender sesiones ordinarias de evaluación del profesorado, en noviembre y diciembre del año pasado, sin seguir los procedimientos adecuados ante las comisiones académicas dictaminadoras, generó no solamente un contexto de incertidumbre sobre las condiciones y reglas que debían cumplir quienes estaban en proceso de evaluación —puso en peligro ese piso parejo de reglas formales reconocido por la comunidad—, también generó un contexto de miedo y de inseguridad laboral. Cabe mencionar que esta decisión de suspender en dos ocasiones estas sesiones de evaluación también estuvo acompañada por los dos intentos de remoción de mi persona como titular de la Dirección de Evaluación Académica y por la remoción de la Dra. Catherine Andrews como Secretaria Académica de manera injustificada, y por faltas consecutivas de respeto al trabajo realizado por el personal administrativo que organiza toda la logística de las sesiones de evaluación, así como por faltas de respeto a las agendas de quienes integran estas comisiones (académicos/as del CIDE y externos/as) al avisar con un día de antelación las suspensiones. Sinceramente, ¿cómo se puede construir un ambiente laboral basado en el respeto e igualdad si el Director General decide de manera amenazante, discrecional y unilateral? Esto último no es congruente con los valores de respeto e igualdad.

 

Asimismo, las acciones amenazantes y los comentarios sarcásticos y agresivos por parte del Director General han sido la regla en este último año: referirse a nuestras/os/es estudiantes como esponjas neoliberales que se dejan manipular por sus profesoras y profesores, mencionar en distintas reuniones a personal académico que esto nos pasa por no guardar silencio, acusar sin evidencia a colegas de irregularidades mediante la utilización de mensajes de Whatsapp, fotografiar a estudiantes y personal académico durante el paro, enviar instrucciones en horarios no laborales y con fechas límite de entrega vencidas o atrasadas, no convocar a sesiones extraordinarias de consejo académico a pesar de ser solicitadas formalmente, atrasar decisiones y saltarse procedimientos administrativos, entregar tardíamente documentos a los diversos cuerpos colegiados sin dar la oportunidad de revisarlos cabalmente, perseguir estudiantes con sus colaboradores, no contestar correos electrónicos, remover personal académico de sus cargos por correo electrónico y sin previo aviso, entre otras. De nuevo, ¿cómo se espera construir un espacio académico y laboral de respeto e igualdad bajo estas condiciones?

 

Otro valor que se ha puesto en jaque es el de la honradez. En este sentido, quienes trabajamos en el CIDE tenemos la obligación de ejercer nuestros cargos con rectitud garantizando siempre la legalidad, la máxima publicidad, el escrutinio público, la transparencia y la rendición de cuentas. Actualmente, ni las autoridades del CIDE ni las del Conacyt han hecho público el acta de nombramiento protocolarizada del Dr. José Antonio Romero Tellaeche del 29 de noviembre 2021. Tanto el Conacyt como el Dr. Romero Tellaeche han comentado en varios espacios públicos que su nombramiento se formalizó conforme a los procedimientos y las reglas establecidas. Si esto fuera cierto, ¿por qué, a siete meses del nombramiento del Dr. Romero Tellaeche, este simple documento no ha sido publicitado y transparentado? ¿Por qué no se están rindiendo cuentas sobre este asunto? De nuevo, estas decisiones no son congruentes con el valor de honradez.

 

Actualmente, el último valor que está en peligro es la integridad académica. Los diversos plagios realizados por el Dr. Romero Tellaeche en dos artículos académicos son muestra de ello. La respuesta del Director General a dichos señalamientos es vergonzosa e insulta nuestra inteligencia, además de que utilizar canales de comunicación institucionales para contestar cuestiones personales es completamente inaceptable e ilegal porque es usar recursos públicos (aunque no sean monetarios) para beneficio propio. ¿Ahora con qué autoridad moral podremos exigir a nuestro estudiantado y a nuestros colegas que se guíen por estándares éticos para realizar investigación científica cuando nuestro Director General viola esos mismos estándares? No es congruente.

 

Efectivamente, como explicó el Dr. Ugo Pipitone en su carta de despedida, publicada el 7 de junio 2022, el CIDE nunca fue perfecto y se cometieron errores, pero, sin lugar a dudas, se trabaja todos los días para investigar con seriedad fenómenos sociales desde distintos enfoques teóricos y para formar jóvenes críticos que contribuyan desde sus diferentes ámbitos laborales a resolver con ética y profesionalismo problemas públicos nacionales. Al centro de esta apuesta doble están estos valores; son el corazón que guía esta institución. Hoy, estos valores están en peligro y, por ende, también esta apuesta doble.

 

FOTO: Las evidencias de plagio académico cometidas por el director del CIDE han provocado el repudio de la comunidad/ CARLOS MEJIA/EL UNIVERSAL

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