Luis Mario Schneider: lectura de un magisterio

Ene 16 • Lecturas, Miradas • 4237 Views • No hay comentarios en Luis Mario Schneider: lectura de un magisterio

POR IGNACIO M. SÁNCHEZ PRADO 

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Luis Mario Schneider fue, indiscutiblemente, uno de los más grandes investigadores y editores de la literatura mexicana del siglo XX. Las deudas que tenemos con él aquellos que nos dedicamos a su lectura, estudio o crítica son inconmensurables. A Schneider debemos, entre muchas otras cosas: su aún insuperada recolección de textos del estridentismo, en diversas ediciones, sin la cual sería impensable el boom actual de estudios sobre este grupo y el entusiasmo que ha generado en varias generaciones de poetas y lectores; ediciones de muchos de los Contemporáneos, notablemente Jorge Cuesta y los “otros Contemporáneos”; un libro, La novela mexicana entre el petróleo, la homosexualidad y la política, que llamó la atención a problemáticas y temas poco atendidos en nuestra crítica; su edición de la obra de Antonieta Rivas Mercado; su estudio y recopilación del teatro experimental en México, género que rescató del desinterés crítico; una importante documentación del surrealismo en México; una de las historias seminales de la literatura mexicana (Ruptura y continuidad); un copioso archivo de textos, muchos de ellos aún no recogidos y cuya futura edición es una tarea pendiente; y un largo, largo etcétera.

Ante este panorama vasto y complejo, resulta sorprendente la poca atención crítica, bibliográfica e historiográfica que ha recibido la obra de Schneider, aún considerando la existencia física de su legado en el Centro Cultural que lleva su nombre. Muchos de sus ensayos no se han recogido, varios de sus libros seminales aún esperan su reedición, y, más allá de los escritos a propósito de su deceso y las reseñas de sus libros, poco se ha escrito de manera sistemática sobre su vida y obra. Ante esta ausencia, aparece Luis Mario Schneider y la literatura mexicana, libro de Alejandro García publicado por la serie El Estudio de la Dirección de Literatura de la UNAM. El libro aparece publicado a fines de 2014, un par de años después de recibir el Premio Bellas Artes de Ensayo Literario Malcolm Lowry 2012, que se concede a textos dedicados a figuras extranjeras cuyo trabajo se enfoca en México. Nacido en 1931 en la provincia argentina de Corrientes, Schneider pertenece a esa orgullosa estirpe de extranjeros que dedicaron el grueso de su vida y obra al estudio de la cultura mexicana, y su obra lo sustenta como uno de esos interlocutores maravillosos cuyo diálogo con su país de adopción ha sido iluminador. Hay que decir que es importante celebrar la aparición del libro y reconocer a la Dirección de Literatura de la UNAM el haberlo publicado, dado que el premio, pese a contar con una bolsa económica sustancial, no provee la publicación del ganador.

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Luis Mario Schneider y la literatura mexicana no es el libro definitivo sobre el gran estudioso, sino el punto de partida para lo que deberá ser, espero, una recuperación más amplia de su obra. Es un libro corto (90 páginas), de capítulos dedicados a temas genéricos dentro de la vida y obra de Schneider (“El estridentismo”; “La disciplina bibliográfica”, “La cultura popular”). En términos generales, narra, desde una cantidad copiosa de información, los derroteros intelectuales de Schneider. Es un libro de escasa información personal, dedicado en su totalidad a la descripción de la obra y trayectoria intelectual de su objeto, admirativo en tono, y excesivamente discreto en sus juicios.

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Sorprende que haya ganado un premio de ensayo. El libro tiene algunos florilegios prosísticos que suenan más anacrónicos y fuera de lugar que otras cosas. Destacan giros y descripciones como “Influencias que forjaron, en el resolutivo carácter el argentino, los señeros aportes en la literatura mexicana…”, y sobresalen por su cursilería y tono lindante en el melodrama burocrático pasajes como éste, que desmerecen el trabajo documental realizado por el autor: “La memoria mantiene presente esa tibia madrugada del 18 de enero del 1999 cuando Luis Mario Schneider, a los 67 años de edad, resolvió con la certidumbre de la experiencia, con la tranquilidad del espíritu, con la serenidad del tiempo, concluir esa aventura llamada vida”. Pero si uno evita los obstáculos implícitos en estos momentos de prosa engolada, el libro contiene una investigación minuciosa y que, en la lectura, se siente realizada con un grado equivalente de afecto personal y rigor documental por el autor. De hecho, sorprende también que haya ganado un premio de ensayo debido a algunas de sus virtudes. García proporciona al lector en distintos capítulos extensas listas de ensayos y ediciones de Schneider, clasificados por tema. Estos listados ilustran lo que García hace mejor: recorridos en torno a lo que despertó el interés de Schneider sobre ciertos temas y la forma en que su obra se desarrolló en contextos institucionales y de publicación.

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El balance de lectura de Luis Mario Schneider y la literatura mexicana arroja la necesidad de profundizar aún más en la obra del crítico argentino-mexicano. Si algo resulta de este breve, riguroso y en muchos momentos insatisfactorio libro es un sentido de la amplitud de una obra que requiere leerse y revisarse con mayor profundidad. Muchas de las cosas que el libro elude –la discusión sobre los aciertos y errores en el trabajo filológico de Schneider, el juicio crítico sobre sus obras, la exploración y lectura de su obra creativa, la aproximación a los trabajos que dedicó a otras literaturas– se convierten en tarea necesaria para acompañar la investigación de García. Asimismo, urge también la reedición de los libros de Schneider y la compilación en libros de aquellos ensayos que se encuentran solamente en archivos. Pese a sus limitaciones, Luis Mario Schneider y la literatura mexicana es un libro que hay que leer y celebrar, como el punto de inicio en las múltiples, necesarias visitas a la obra de uno de nuestros grandes precursores.

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*FOTO: Entre los rescates literarios de Schneider destaca su revaloración sobre el estridentismo, la poesía de Jorge Cuesta y de Antonieta Rivas Mercado/Especial.

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