Margo Glantz, engarzar las palabras
POR YANET AGUILAR SOSA
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Hay intereses muy puntuales en la literatura de Margo Glantz, hay obsesiones reiteradas, esta obsesión por los dientes, las sesiones con el dentista, los puentes, el retraimiento de la encía, Drácula, los incisivos de escritores y artistas, pero también el coleccionismo, la moda, la lectura, la música, el cine… el arte. Todo le interesa a Margo Glantz y todo halló cabida en Por breve herida (Sexto Piso, 2016), un libro que tardó 16 años en escribir.
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La escritora nacida el 28 de enero de 1930, se escapa a toda clasificación y su literatura a toda etiqueta, aunque suele situársele en el género de la novela. “No puedo encajarme a esos géneros, quizás porque no soy capaz, al mismo tiempo no me interesan porque no puedo hacerlo y la única forma que tengo de escribir es la forma en la que escribo”.
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La autora de El rastro asegura que justo por eso empezó a escribir muy tarde porque los primeros textos que escribió se los dio a gente muy importante para ella, como su maestro Agustín Yáñez, quien leyó sus textos y le dijo: “‘que sí, que eran interesantes pero que eran como cuentas sueltas de un collar, que si no lo engarzaba yo bien no iban a funcionar’, estuve muchos años con esa preocupación: ‘no me sale bien porque no sé engarzar’”.
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Así siguió pensando hasta que supo que la forma que ella tiene de engarzar sus textos es esta, y puede ser que funcione o no funcione pero es así. “Al principio nadie me quiso publicar, tuve que publicar a cuenta de autor, pero ahora soy más o menos reconocida aunque sigo escribiendo como pensé que debía escribir. Claro que fui mejorando, porque fui encontrando un cauce más lógico”.
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¿Sus libros siguen uno o más bien varios cauces?
Son varias cosas que confluyen en un cauce que en ese momento es un libro dado, y en otro libro es otra confluencia en otro cauce, pero de alguna manera funciono con fragmentos, con reiteraciones, con auto referencialidades, lo relaciono con la cultura, con la pintura, con la música, con la escritura, con la lectura, con lo banal y lo muy sofisticado, el humor como un elemento importante, el coleccionismo como otro elemento importante.
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¿Se permite todo?
Todo lo que yo puedo permitirme cabe en mis textos y como dicen en los pueblos “Todo cabe en un jarrito sabiéndolo acomodar. Si queda bien acomodado cabe y si no se va”.
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¿Cuándo dice esto se está yendo hacia otro camino y ya no es parte de estos textos?
Estos textos los trabajé y los trabajé mucho, cuando los entregué a imprenta los seguí trabajando hasta que Diego Rabasa me dijo: “Margo, párale, ya no le metas más por favor”. Todavía al final le quería agregar otras cosas porque siguen cayendo a mis manos textos grandiosos. Acabo de leer un cuento maravilloso sobre dientes de Lucía Berlín. Mi hija, que sabe de mi obsesión por los dientes, me dijo: “Mamá, lee ese cuento y vas a querer escribir la novela de nuevo porque ese cuento te falto”. Es un cuento maravilloso que yo quisiera haber escrito, es impresionante, y lo digo con tantos textos escritos sobre los dientes pero ese cuento me pareció la joya de la corona.
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¿Trabajar 16 años qué implicó en cambios, transformaciones?
Yo empecé el libro con una idea, ponerle al personaje Nora García como le había puesto en otras novelas. Cuando terminé El rastro mucha gente me dijo: “¡Ay, Margo, yo conozco a Nora García, una locutora!” Otro me dijo que era la secretaria de un médico, y entonces dije voy a hacer tres Noras García, tres personajes que aparezcan en este libro que tengan el mismo nombre pero que sean completamente distintas entre sí.
Empecé este libro así, hasta publiqué un fragmento cuando me dieron el Premio de la FIL, en un libro que ellos publicaron en una edición muy grande, como de 20 mil ejemplares. Luego lo publiqué con un amigo que hizo un libro sobre relatos enfermos, pero me di cuenta que no me funcionaba como libro en su totalidad, no pude con los tres personajes. Entonces los fui eliminando, fui cambiando todos los borradores hasta que se quedó en un solo personaje: Nora García. Pero en el último momento, hace como seis meses, decidí eliminar a Nora García. Ahora no tiene nombre el personaje. Ha sido muy azaroso y muy complicado el proceso de elaboración. Pero en fin, quedé contenta.
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Además en esos 15 años escribió otros libros
Sí. Escribí Saña, La polka de los osos, Yo también me acuerdo, Coronada de moscas. Hice muchísimos textos de viajes, que los estoy organizando para un libro. Y todos esos libros fueron nutriendo este. Aquí hay textos que tienen que ver con los viajes, en donde los dientes son importantes también. Muchas de las cosas que he tenido como obsesión y que aparecen apenas esbozadas en un texto, van a aparecer de una manera mucho más desarrollada en el libro de viajes que trabajo.
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Rebelde a los 86
Su proceso creativo no es del todo consciente en el sentido de que no se atemoriza ante los límites de un género ni enloquece con la libertad. “Yo tengo una idea que para mí se va a ir organizando en un texto X y hasta que no tengo la conciencia, o la inconciencia, de que ese texto funciona ya y cómo va a publicarse, no sé qué forma tendrá, pero sé que quiero hacer un tipo de texto particular. Creo que hay una recurrencia de estrategia literaria mía que de alguna manera limitan mi texto, pero al mismo tiempo no me limito por los géneros tradicionales”.
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Margo es revolucionaria a sus 86 años, no sólo ha potencializado su creación en las redes sociales, donde hace textos igual de únicos, también porque sigue escribiendo con la misma libertad que ha impresionado a muchos. Hace poco leyó un comentario de un crítico literario que contó que el poeta peruano Antonio Cisneros recomendó: “Lee a Margo Glantz porque ella escribe textos”.
Ella, la escritora y académica universitaria elegante y vanidosa apura su comentario: “Y es lo que yo escribo: textos. Mis libros se etiquetan como novela pero es una forma fácil de nombrarlos, va mucho menos allá que la novela”.
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La integrante de la Academia Mexicana de la Lengua asegura que se nutre de muchas cosas, de sus lecturas, de sus escritos en Twitter o Facebook, de libros o de sus clases, y esos fragmentos que escribe y que quedan como aisladas, de repente encuentran un lugar en un libro donde engarzan y se convierten en otra cuenta del collar.
La ganadora del Premio Nacional de Ciencias y Artes en 2004 prepara un nuevo libro que será una especie de autobiografía de viajes porque si algo ha hecho además de escribir es viajar. Ha recorrido el mundo por más de 60 años.
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“En los viajes escribo diarios que me cuesta mucho trabajo releer porque tengo mala letra, pero era muy importante para mí ejercicio periodístico porque cada quince días escribía sobre viajes. Ahora me cuesta mucho trabajo, afortunadamente ahora tengo muchos diarios en la computadora y aunque soy disléxica entiendo lo que escribo. Soy disléxica en Twitter, soy disléxica en Facebook, a veces mi hija me dice ‘mamá, eres escritora, edita tus textos’. Tiene razón”, asegura.
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FOTO: Margo Glantz, Por breve herida, México, Sexto Piso, 2016, 288 pp.
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