‘Masiosare 6’: Danza militante
POR JUAN HERNÁNDEZ
En tiempos de globalización, proceso de uniformidad de los lenguajes dancísticos en el mundo, resulta por demás interesante atestiguar el quehacer de Tierra Independiente, dirigida por Paulina Álvarez y Helmar Álvarez, toda vez que se trata de una compañía con identidad definida.
Fundada hace once años por bailarines expulsados de manera arbitraria de Ballet Independiente —la única sobreviviente de las tres compañías que subsidiaba el Instituto Nacional de Bellas Artes—, la ahora pujante agrupación dancística, asentada en Oaxaca, ofrece un discurso sólido, logrado con trabajo continuo y cuyo compromiso ético es evidente.
Pocas compañías de danza en la actualidad se atreven a manejar discursos abiertamente críticos a los usos del poder, al abordar temas relacionados con los problemas sociales, para dar voz a los desposeídos y explotados: a los hombres y mujeres “sin rostro”. Tierra Independiente lo hace. No teme a la descalificación por asumir suyos los reclamos del “pueblo” —sin demagogia—, es decir aquellos sectores de la sociedad que no pertenecen a las clases privilegiadas. En ese sentido hablan de manera abierta y sin tapujos sobre las vicisitudes de los hombres de a pie, aquellos que se levantan de madrugada para trabajar por sus sueños y encontrar en respuesta la desilusión constante.
En la obra Masiosare 6, presentada por Tierra Independiente en el Teatro de la Danza, en el marco de la temporada Otras Latitudes, organizada por la Coordinación Nacional de Danza, el lenguaje es transparente, el discurso llega sin dificultad a sus interlocutores, con quienes se busca establecer una relación empática a partir del abordaje de temas cotidianos y concretos: la violencia, las desapariciones forzadas, la brutalidad del sistema de explotación, los sueños, las frustraciones, la soledad y el abandono. Y dentro de esta visión angustiante del mundo, los creadores dejan un espacio a la esperanza y a la salvación del ser humano.
Tierra Independiente no descubre el hilo negro. De hecho no se pueden dejar de ver en sus propuestas reminiscencias de las propuestas realizadas por grupos emblemáticos del movimiento de danza contemporánea independiente de la década de los 80 del siglo XX, época que abrió el camino de la danza a la poética de lo cotidiano, al abordaje de los temas sociales, la oposición a los sistemas políticos represores y a la explotación del capitalismo salvaje, así como a cuestiones relacionadas con los grupos vulnerables, las “minorías”—como se les llama hoy para ser políticamente correctos—, y a la intimidad en oposición a la grandilocuencia y el tono épico de la danza moderna nacionalista de mediados de la centuria pasada.
En esta compañía volvemos a ver danza militante, quehacer artístico surgido a partir de la organización en “colectivo”, en el cual los bailarines no son instrumentos utilizados por un coreógrafo sino creadores activos del espectáculo. En Masiosare 6 la materia reflexiva y la búsqueda de movimiento proviene de la experiencia de los intérpretes; son ellos quienes ponen su vida al servicio de la obra.
Tierra Independiente es congruente con el compromiso ético y estético propuesto desde su fundación hace once años: hablar desde lo particular para conseguir ser universales y no en sentido inverso. No se trata de una compañía trasnochada, porque su discurso es actual, su energía y capacidad expresiva eficaz, su propuesta escénica renovada en el aspecto técnico, al incluir dentro de su espectáculo técnicas del teatro, el circo y el video. Sin embargo sí ha decidido ignorar la línea estética de moda que estiliza a la danza para hacerla vendible en todo el planeta, y se aferra a un lenguaje cuyo propósito fundamental es la construcción de identidad.
Los cuerpos de los bailarines son, recurriendo a un estereotipo, mexicanos: mujeres de pechos prominentes, caderas anchas, piernas robustas, torsos y cuellos cortos. Hombres de cuerpo promedio que no aspiran a la belleza clásica que sí observamos en otras compañías dancísticas como modelo predominante.
En Tierra Independiente la ausencia en la estilización de los cuerpos no demerita su capacidad expresiva, ni sus posibilidades de explosión de energía en escena. Los cuerpos se atrincheran para comunicarse entre sí y con los otros: aquellos que integran el público.
El vestuario es también cotidiano. Y en eso otra vez nos recuerda a la danza de los ochenta del siglo pasado: zapatos, pantalones, blusas y camisas de calle; así como bordados mixtecos que remiten a las etnias que viven segregadas en el país, con culturas vivas y vibrantes.
En esta obra Tierra Independiente recurre al uso de sillas, mesas y estructuras tubulares de las que se descuelgan los bailarines para la construcción de la obra. Elementos escenográficos y de utilería muy usados por compañías en los años 80 del siglo XX, que en la propuesta de la compañía comandada por Paulina y Helmar Álvarez se convierten en citas escénicas dentro de una propuesta actual.
En suma: enfrentarnos al quehacer artístico de Tierra Independiente nos permite dialogar con la cotidianidad del México actual, así como con el estado del alma del mundo contemporáneo. Y como ya se señaló: no se trata de una compañía que ofrezca un lenguaje “nuevo”, sin embargo la recuperación de la tradición de la danza militante la convierten en una agrupación artística imprescindible. Enhorabuena.
*FOTO: Masiosare 6, con la compañía de danza contemporánea Tierra Independiente, dirigida por Paulina Álvarez y Helmar Álvarez, música original de Luisa Hernández Álvarez, Tania Chan Santiago y Rodrigo Pereyra Cruz, y las interpretaciones de Isaí Gómez, Nashieli Avecilla, Abraham Rodríguez, Iracema Jiménez, Evelyn Méndez, Diana Gómez, Elena Pérez, Paulina y Helmar Álvarez, se presenta en el Teatro de la Danza del Centro Cultural del Bosque (atrás del Auditorio Nacional), este domingo a las 18 horas/Cortesía Tierra Independiente.
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