Mecha de enebros

Ene 18 • Ficciones • 3313 Views • No hay comentarios en Mecha de enebros

POR CLAYTON ESHLEMAN

 

En traducción de Hugo García Manríquez está por aparecer, en la Editorial Aldus, el libro de poemas y ensayos Mecha de enebros. La imaginación del Paleolítico superior & la construcción del inframundo, del escritor estadounidense Clayton Eshleman (1935). Presentamos, como material exclusivo para nuestra edición web, tres poemas de este volumen en torno de las cuevas rupestres, los comienzos del arte paleolítico y la poesía.

 

La manga cargada de Hades

 

En ti hay alguien

que no se preocupa por nadie,

su cabeza de oso hormiguero aspira en la noche

devorando toda ideología

eleva su nariz laberíntica—

este alguien debe tener más de 100,000 años

porque los Neandertal empezaron a preocuparse

por esparcir flores de aciano sobre sus cabezas y

malva y jacinto.

¿Sabías que las cuevas son depósitos

de los espectros del viento

que rastrearon por vez primera la tierra Pre-Cámbrica,

así que Les Trois Frères,

envuelto por un esplendor tatuado,

lame molecularmente, aun hoy,

su heridas paleolíticas, afectuoso,

exuberante y letal a un tiempo?

Hay, en ti, por ti,

un túnel que se remonta a la discontinuidad total

que buscaste ocultar,

con la inocencia de que asumir el inframundo

no tendría consecuencias.

 

Das contigo mismo, finalmente,

como si fueras una bendición bloqueada por la naturaleza

como cuando un nuevo plan es bloqueado,

atacado por la cueva

porque te acercaste demasiado al apetito articulado de

Hades-Dionisio.

 

Como violetas, dijo él

Jacques Marsal (1925-1988) 1 con sus pulcras zapatillas de gamuza, nos conducía a la oscuridad de Lascaux. Fue necesaria su ausencia, en nuestra cuarta visita, para hacer evidente hasta qué punto su presencia determinaba qué es Lascaux. Siendo uno de sus descubridores, Marsal permaneció rodeado por la pasmosa frescura de ese enebro caído y colapsado bajo el cual cuatro niños se retorcían buscando entrar. El hecho de que Marsal continuara, por casi cincuenta años, fue un florecimiento más en el tallo de la cueva, y me conmueve la diferencia que una sola persona puede hacer en la personalidad de un lugar, no por mera declaración o información sino por estar envuelta, oblicuamente, por llevar consigo a Lascaux, haciendo su gracia florecer y permitiéndonos a nosotros, conscientes apenas de sus movimientos, leer a través de su luz.

 

Los hombres retoñan como violetas

cuando hace falta, dijo Olson

 

Blackburn, al final de su vida,

lamentaba la desaparición de un mesero

de Barcelona, un hombre viejo

que se movía con tal precisión y gracia

entre la clientela. Paul escribió:

No hace falta saber

el nombre de alguien para poder amarlo”.

 

Es por Marsal que conozco Lascaux de memoria

igual a un niño livianísimo

enmarcado por el trueno y el cielo disgregado y lívido,

un niño de pie sobre la sensación de eternidad,

eternidad decible, apenas por debajo del polvo .

[Hotel Cro-Magnon, septiembre,1990]

 

1 Jacques Marsal (1925-1988) fue uno de los descubridores originales de la cueva de Lascaux, en 1940, y dedicó gran parte de su vida a la preservación del sitio.

 

A través de los ojos de Breuil2

La tierra plenamente referencial

parece constreñir solo

aspectos de sí misma

                                 grupas de piedra henchida

en la cueva, línea dorsal de sílex, entrañas de bisonte

rehierven con partículas de bestias—

la tierra, horda de olas rompientes,

matadero de bestias incluido el manantial de bestias,

nacimiento y muerte: banda bestial de moebius—

lo humano es reconocible aquí

apenas como esperpento formado por una red

sobrepuesta: tela de bestias

                     percibiendo en la piedra,

el punto de represión del cual

nace un niño de piedra, belleza de calcita,

danza emocionada del hogar, un hombre con cabeza de bisonte

salta llevando un violín diminuto, el bisonte-caribú

al que da caza vuelve su cabeza

observando el bisonte bípedo que desea

penetrarlo con su música—

atiza y azuza incansable

al masticar recuerda el aroma mismo de su nacimiento

bajo la cintura de la tierra—

            nada más suave que la consumación

de la luna es posar una pequeña anguila dentro

de su cámara de astas plateadas, y

ser devorado dentro de otro, ser

coronado con un yelmo de Falopio

haciendo cabriolas como íbice

y percibir las hordas que montan por detrás

mareas de bisontes fantasma, ojos

atravesados en el estro, el pánico de desfallecer ante

          el ruido sordo del semen

arrullando al sol en luna,

apaciguar el ardor ahogado en sangre,

el celo por la capucha de su cérvix

llegando al perineo

la vida entrevió el dilatado arcoíris

de ojos bestiales recibiendo

el lithopaedion nacido de la tierra

lithouterina

 

2 El abad Henri Breuil (1877-1961) es recordado por el trazado, dibujo y acuarelas de la imaginería de las cavernas, especialmente en Combarelles, Altamira y Les Trois Frères. En 1901, descubrió, junto con otros, las imágenes en Combarelles y en Font-de-Gaume, y el siguiente año examinó Altamira.

 

 

*Fotografía: Dibujo de Henri Breuil que representa el “El Santuario”, una sección de la cueva de Les Trois Frères

 

 

 

 

 

 

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