La eterna Meche Carreño

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Por la libertad sexual de los personajes encarnados por Carreño, quien falleció a los 74 años, su paso por el cine mexicano deja una marca de emancipación femenina

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POR OLIVIA COSENTINO

Resulta impactante la muerte de Meche Carreño porque en mi mente sigue siendo una mujer efervescente y vivaz, con tanta vida. La recuerdo como una estrella hipnotizante cuyo performance cautivaba y conmovía a la gente. Carreño no sólo intervino en el desarrollo del cine mexicano sino que influyó en la imagen y en la manera en que imaginamos las posibilidades emancipadoras de la mujer mexicana.

 

Mientras otros tributos reconocen su trabajo en La choca, por la afiliación con Emilio Fernández y su premio Ariel, o El noa noa con Juan Gabriel, preferiría destacar tres películas en las que Carreño brilló como personaje principal: Damiana y los hombres (1967), Novios y amantes (1973), y La mujer perfecta (1979). Estos filmes sintetizan las paradojas de Carreño como estrella y como nuevo referente para la mujer y la juventud a finales de los 60 y los 70.

 

Muchos confundían el erotismo de Carreño (la “encueratriz” decían sus opositores) con una ingenuidad cuando, en realidad, era una mujer inteligente y audaz que manejaba su propia imagen. Existen varias contradicciones dentro de Carreño: era una mujer liberada y moderna, pero también captó las ansiedades en torno a normas cambiantes del género y la sexualidad. Era una mujer que hizo uso de la fijación de la sociedad con el cuerpo femenino hipersexualizado para su propio beneficio.

 

Siempre recurro a Damiana y los hombres como película fundacional de Carreño a sus veinte años. La escena sensual de baile en la que Carreño llevaba puesta una camisa blanca medio-desbotonada establece el tono provocador de su trayectoria. Siendo una película mucho más atrevida en términos de la representación de la que Los caifanes (también de 1967), Damiana evitó la censura porque Carreño cultivó una imagen balanceada de un cuerpo inquietante y perturbador, pero todavía familiar y agradable, sin amenazar tanto el estatus quo.

 

Dado al lugar erótico que Damiana ocupa en el imaginario mexicano, es fácil pasar por alto el control que Carreño ejercía en su rodaje. Damiana es la primera película producida por la compañía Uranio Films, fundada por Carreño y su marido, José Lorenzo Zakany Almada. Además, la misma Carreño escribió el argumento de la película, lo cual demuestra un conocimiento de la historia del cine mexicano con referencias claras a la clásica María Candelaria (1944). Hay que recordar que esta María/Damiana de los 60 que deja Xochimilco por una vida glamorosa en la Ciudad de México besa a quien quiere, baila cuando se le dé la gana y estrella los carros de sus amantes es producto de la imaginación de Carreño.

 

El par de cortometrajes, Novios y Amantes, posicionó a Carreño al lado de Valentín Trujillo ofreciendo un nuevo imaginario de la juventud mexicana. Tras la masacre de Tlatelolco, el Halconazo, y Avándaro cuando la cultura juvenil efectivamente pasó a ser clandestina, Carreño proveyó una manera de canalizar los temores sobre la juventud como entidad. Ofreció una distracción sensual y un poquito cruda para desviar la atención del joven guerrillero.

 

En contraste con Novios, en la cual salió Verónica Castro como una joven decente y casta hasta el matrimonio, Carreño estelarizó Amantes como Dalia, bailarina y trabajadora sexual de un cabaret. A pesar de no tener un final feliz, Amantes abre la posibilidad de pensar la relación casual, el amor efímero y los placeres de este tipo de conexiones. Durante la época de la liberación sexual, Amantes y Carreño en sí proponen re-evaluar el doble criterio de las mujeres (decentes vs. ‘por diversión’) y el sexismo que persistía dentro del ‘progresismo’ de La Onda.

 

Concluyo con una película que quizá pocos hayan visto: La mujer perfecta, una reflexión aguda sobre el mismo estrellato. La película entreteje ficción con realidad: Carreño encarna al personaje Marcela Nava (jugando con su nombre real, María de las Mercedes Carreño Nava), también actriz y bailarina sensual. Contiene una breve pero inolvidable escena: el audio de una entrevista con Marcela, que funciona como monólogo interior, mientras que baila en un centro penitenciario. Comenta: “Ser libre es eso, trabajar en lo que uno ama… bailo porque me gusta, porque cuando la gente me ve, siento maravillosa”. La mujer perfecta subvierte el género de la fichera al enfatizar su propio placer y así recupera su cuerpo.

 

La mujer perfecta termina con el gesto más emancipador de toda su filmografía. En la hora pico, dentro del carro con su marido, Marcela decide irse: “Dicen que hay un gato que desaparece en el aire pero lo único que no deja que desaparezca es su sonrisa. No estoy segura, pero creo que es más o menos así”. Dejando las presiones del trabajo y la familia para ser “la mujer perfecta”, Marcela sale y se escoge a sí misma. Así la imagino ahora. Mientras desaparece Meche Carreño, permanece esa sonrisa como el gato de Alicia en el país de las maravillas y todas esas interpretaciones emancipadoras que nos seguirán afectando para siempre.

 

 

FOTOS:  Por la libertad sexual de los personajes encarnados por Carreño, quien falleció a los 74 años, su paso por el cine mexicano deja una marca de emancipación femenina. / Archivo Jesús Magaña

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