Melecio Galván: un dibujante subversivo
POR ANTONIO ESPINOZA
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Una de las obras más descarnadas de Melecio Galván lleva como título: Apocalíptico o Apocalipsis (tinta sobre papel, 1980). Se trata, en efecto, de una visión apocalíptica en un paisaje desértico, en el que un militar siniestro da órdenes y controla la escena: una escena circular formada por poco más de veinte seres humanoides y algunos animales (camellos) alrededor de un lago. Los monstruos parecen desfilar para esperar su turno y beber agua bajo el ojo tiránico del general. La pieza forma parte de la serie “militarismo y represión” que el artista realizó en 1980, poco antes de su infortunada y prematura muerte. Dicha serie se exhibe actualmente para regocijo de todos los que admiramos a Melecio Galván (San Rafael, 1945 -Chalco, Estado de México, 1982), no sólo porque fue un dibujante excelso, sino también por su enorme capacidad inventiva y su imaginación desbordada, que plasmó en una obra gráfica comprometida política y socialmente en un contexto histórico específico.
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La principal estudiosa de la obra de Melecio Galván es la crítica de arte Lelia Driben, autora de una monografía sumamente valiosa sobre el artista mexiquense. Me refiero a Melecio Galván: el artista secreto (México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1992), un libro indispensable para acercarse a la vida y la obra de este reconocido autor. Con el mismo título de su libro y con el apoyo de Amaranta Galván –hija de Melecio y acuciosa custodia y promotora de la obra de su padre–, Driben realizó la curaduría de una nueva exposición del célebre dibujante que actualmente se presenta en el Centro Vlady (Goya 63, Col. Insurgentes Mixcoac) y que incluye alrededor de cincuenta dibujos, publicaciones con ilustraciones del autor y una serie de fotografías de diversos momentos de su vida. No sólo se exhiben dibujos de la serie “militarismo y represión”, sino también otras obras.
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“Parece una exposición de otra época”, me comento una colega que recorrió la muestra conmigo. Sí, la obra de Melecio Galván pertenece a otra época, la de los años setenta del siglo pasado, cuando aparecieron en escena diversas agrupaciones de artistas jóvenes que rechazaban las ideas estéticas tradicionales y buscaban darle un nuevo sentido al acto creativo. Galván formó parte del grupo Mira, uno de los colectivos artísticos integrados por jóvenes rebeldes marcados por la Noche de Tlatelolco (1968) y el Jueves de Corpus (1971), quienes concebían al arte como un instrumento de transformación estética y revolucionaria de la sociedad. Con el deseo utópico de cambiar el arte y la vida, los Grupos setenteros se impusieron la tarea de hacer un arte contestatario en un contexto histórico realmente opresivo: la Guerra Fría estaba en su apogeo, se vivía en un mundo dividido y confrontado ideológicamente entre el capitalismo y el socialismo, en América Latina imperaban las dictaduras militares y en México un régimen de partido de Estado que no permitía más verdad que la suya.
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La parte fuerte de la exposición, sin duda, es la serie “militarismo y represión”, que revela y pinta de cuerpo entero al Melecio Galván contestatario, rebelde, inconforme con el mundo en que le tocó vivir y convencido de que su arte, su medio de expresión, podía incidir directamente en la realidad y hasta cambiarla. En este sentido, Galván retomaba la utopía estético-social de las viejas vanguardias y asumía una postura plenamente neovanguardista, expresada en una obra gráfica figurativa, de vena expresionista y comprometida con el cambio social. Las obras exhibidas de la serie “militarismo y represión” revelan efectivamente a un autor que rechaza la realidad opresiva de su tiempo, un pesimista crítico que en sus delirios imagina monstruos que son metáforas de la condición humana y de un mundo indeseable. Una de las obras más contundentes y significativas del conjunto es, sin duda, Paloma o águila (tinta sobre papel, 1980), un híbrido que representa las dos caras del ser humano: la bondad y la maldad.
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Melecio Galván fue un espléndido dibujante, un maestro de la línea. Concibió al dibujo (expresión originaria) como obra acabada y efectiva en su poder de comunicación. Sobre la obra gráfica de este autor, la historiadora del arte Maricela González Cruz Manjarrez escribe: “su producción se expresa a través de un medio clásico como lo es el dibujo, herramienta expresiva elemental que logró dominar y convertir en un poderoso instrumento de denuncia, en un testimonio, que a la vez le sirvió para proyectar sus convicciones y sus esperanzas de cambio. Sus imágenes siempre se sustentaron en un trabajo disciplinado, en una ejecución rigurosa hasta el punto de llegar al virtuosismo en la factura de la mayoría de sus obras, las cuales lejos de asumirse como algo cerrado y elitista, se produjeron como un medio de intercambio comunicativo. El dibujo es el vehículo a través del cual enlaza formas eclécticas en la plástica, postulados éticos humanistas y una postura político-social independiente, cercana a una izquierda crítica, en la que la contracultura y la autogestión definen la tónica general de su discurso” (“Las transgresiones de Melecio Galván”, en Discurso visual, revista digital del Cenidiap, enero-abril de 2012).
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Junto a las obras más radicales y transgresoras de Melecio Galván, se exhiben en el Centro Vlady otras más amables, entre las que destacan retratos de Miguel Ángel y Cervantes, y la serie de Las Amarantas (tinta y pastel sobre cartoncillo ilustración, 1977). Se trata de piezas realizadas seguramente en momentos más apacibles, cuando el espíritu combativo de nuestro autor encontraba una tregua y un momento de reposo. Reconocemos más, sin embargo, al artista transgresor que retomó la utopía vanguardista, al dibujante subversivo que se comprometió con su tiempo y concibió al arte como un instrumento para cuestionar la realidad, al creador rebelde que renegó de la enseñanza académica, al autor que nos legó una obra que es un testimonio invaluable de una época. Muerto trágicamente a la edad de 37 años, Melecio Galván se mantiene en la memoria histórica del arte mexicano y nos ofrece desde el más allá una “exposición de otra época”, pero que nos puede decir mucho de nuestro convulsionado mundo.
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*FOTO: Apocalíptico o Apocalipsis, tinta sobre papel, 1980/Cortesía Amaranta Galván.
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