Mitos y novedades en torno a Juan José Arreola
Juan José Arreola ni fue autodidacta ni escribió poco, dice, desde Ciudad Guzmán, Orso, director de la Casa Taller Literario que lleva el nombre de su padre, al que evoca con ocasión de su centenario. Hay dos novedades en puerta, y vienen más
POR GERARDO LAMMERS
Orso Arreola se encuentra preparando el decimoprimer Coloquio arreolino en Ciudad Guzmán, municipio de Zapotlán el Grande, Jalisco, donde regresó a vivir hace más de una década. Las celebraciones por el centenario de su padre incluirán en esta ocasión un torneo de ajedrez, juego que como es sabido al autor de La feria le encantaba.
“Es importante que menciones que Juan José Arreola nació en la Antigua calle de la montaña el 21 de septiembre de 1918”.
Entrevistado vía telefónica, Orso Arreola, director de la Casa Taller Literario Juan José Arreola —ubicada en una zona que los viejos pobladores llaman la montaña oriente y dependiente de la Secretaría de Cultura de Jalisco—, recuerda a su padre como su mayor maestro, aquel que le enseñó a jugar el juego de la vida.
“Arreola vino huyendo hace 50 años, fíjate qué importante, por el movimiento estudiantil de 1968. Se vino a refugiar acá porque el Ejército tomó la Universidad. Y, bueno, ya no quiero entrar en ese tema porque es muy personal para mí, pero lo puedes decir con todas sus letras: Arreola se vino a refugiar a Ciudad Guzmán, pues estaba muy señalado, era un líder natural en la Facultad de Filosofía y Letras”, cuenta sin pregunta de por medio.
El autor de El último juglar. Memorias de Juan José Arreola (Diana, 1998; reeditado por Jus), quien este año cumplió 70 años, revela que este año el Fondo de Cultura Económica publicará dos nuevos libros sobre Arreola (Perdido voy en busca de mí mismo, poemas y acuarelas; y su iconografía personal), en los que colaboró activamente, y que prepara dos libros más: uno sobre Arreola y el teatro, y otro sobre Arreola en la radio y la televisión.
Confiesa que le gustaría echar por tierra dos mitos: que Arreola era autodidacto y que escribió poco.
“Juan José Arreola fue un actor profesional”, dice con voz pausada. “Fíjese que él se va de aquí de Zapotlán el Grande a la Ciudad de México en 1937 a estudiar teatro a la Escuela de Bellas Artes, donde es recibido por Celestino Gorostiza y donde conoce a Xavier Villaurrutia, que aparte de gran poeta era también dramaturgo, a Fernando Wagner y a Rodolfo Usigli. Hay una relación muy importante por explorar, que es la relación Usigli-Arreola. Ellos fundaron el Teatro de Medianoche, que guarda una historia preciosa de la vida cultural de México. Y después, a fines de los años cuarenta, Arreola se va a París a proseguir con su formación teatral con Louis Jouvet, a quien conoció en Guadalajara, con la Comedia Francesa. Ya entonces Arreola era un actor formal, un actor profesional. No entiendo por qué a mi padre le quieren quitar esa parte. Es extraño porque él en sí mismo hizo de su propia vida un personaje, como lo digo en mi libro El último juglar”.
Orso recuerda que, antes de partir a la Ciudad de México, el joven Arreola recibió el valioso apoyo de dos personajes de Zapotlán.
“Arreola tuvo dos maestros: Guillermo Jiménez y Alfredo Velasco Cisneros. ¿Sabes por qué te digo esto? Porque nadie existe sin tener maestro. Ay de aquel que no tenga un maestro, decía un amigo mío. Y ellos dos fueron los maestros de Arreola… ¿Y tú tienes maestros?”
Le respondo afirmativamente y le devuelvo la pregunta.
“Uy, muy difícil en mi caso”.
—¿Por qué?
—Porque me dediqué a los libros raros y antiguos. Con Fernando Villanueva, un gran maestro. Guillermo Rousset fue otro maestro que tuve… Ah, ¿sabes qué?, mi más grande maestro: mi padre, Juan José Arreola. Quizá mi único maestro en términos más amplios y generales. Me hablaba de literatura, de pintura, de música, de todo…
“La otra idea es que Arreola no escribió poco. Todos conocemos los cinco libros que siempre aparecen mencionados, pero Arreola hizo periodismo cultural. Arreola y la prensa es un tema aparte”.
Menciona, para poner un ejemplo, el libro Inventario (Grijalbo, 1976), una selección de la columna que con el mismo nombre —homónima de la de José Emilio Pacheco en la revista Proceso— publicó en El Sol de México. Y para poner otros dos ejemplos, el libro que Arreola escribió sobre Ramón López Velarde y que, en una segunda edición, editada por Alfaguara en 1997, se tituló Ramón López Velarde: el poeta, el revolucionario; así como Prosa dispersa: Juan José Arreola (Conaculta, 2002), cuya compilación y notas corrieron a cargo del propio Orso.
A propósito del par de libros en el que trabaja (Arreola y el teatro, y Arreola en la radio y la televisión), Orso trae a cuento otro más de sus proyectos.
“Yo tenía un interés muy grande, pero no ha habido forma de que pueda coordinar este proyecto largamente acariciado en vida de mi padre: el de rescatar ¡500 horas grabadas! Ningún escritor mexicano dejó un legado de ese tamaño. ¡500 horas grabadas en cintas! En éstas Arreola habla de toda la literatura francesa, de su gran admiración por Marcel Proust, por los grandes escritores del siglo XX como Franz Kafka. Habla mucho de pintura, de filosofía, de literatura clásica española. Imagínate, es una tarea titánica”.
Orso señala que donó a la Fonoteca Nacional de México 200 audiocasetes de una hora cada uno con alocuciones de Juan José Arreola y que éstas pertenecen a un fondo reservado. Calcula que la transcripción y edición de estos materiales se llevaría entre tres y cinco años.
En relación al archivo de Arreola explica que es propiedad de sus hermanas Claudia Berenice, la mayor, y Fuensanta, quienes viven en Guadalajara. El archivo consta de fotografías, cartas, documentos y de la propia biblioteca del escritor.
—¿Cómo recuerda usted a su padre en este momento?
—Pues… me enseñó a jugar el juego de la vida… ¿cómo ves?, ¿te gusta esa idea? Él era un personaje que tenía una enorme vitalidad y por eso creo yo que contribuyó mucho a la formación de la cultura en México a mediados del siglo XX. Ningún otro escritor como él contribuyó tanto en palabra, acción, obra… Tenía un sentido lúdico de la existencia. Para él la cultura era un juego. Una maravilla el arte, la poesía, la historia, la literatura.
El decimoprimer Coloquio arreolino, a celebrarse en la Casa Taller Literario Juan José Arreola de Ciudad Guzmán, a partir del sábado 22 de septiembre, contará en esta ocasión con la participación de investigadores y escritores como Felipe Vázquez, Sara Poot Herrera, Felipe Garrido y Dante Medina. El viernes 28 el escritor Pablo Brescia ofrecerá una conferencia. Mientras que el Torneo Centenario Juan José Arreola de Ajedrez, con una bolsa de 90 mil pesos en premios, se llevará a cabo los días 5, 6 y 7 de octubre.
Cuando le pregunto a Orso si ya le han devuelto el nombre de Zapotlán el Grande a su pueblo (no lo han hecho), se remonta a los tiempos en que de tan chico era Zapotlán Tlayolan.
“El valle es un productor histórico de maíz, granero nacional. A los nacidos aquí nos decían ‘zapotecos mazorqueros’, por la abundancia y la riqueza del maíz. O sea que nosotros le hemos dado mucho alimento a toda la cultura mexicana, ¿cómo ves?”
FOTO: El escritor Orso Arreola junto a una escultura de su padre en la Casa Taller Literario Juan José Arreola, en Ciudad Guzmán, Jalisco / Carlos Zepeda, EL UNIVERSAL
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