Discos de cámara para iniciar el año

Ene 18 • Miradas, Música • 3134 Views • No hay comentarios en Discos de cámara para iniciar el año

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POR IVÁN MARTÍNEZ

Kremer toca Weinberg
Entre lo más destacado que dejó el 2019, se encuentra el boom discográfico que, por su centenario, hizo redescubrir la música del compositor judío-polaco Mieczylsaw Weinberg (1919-1996). Ya aquí había hablado yo de su música gracias a las grabaciones anteriores del violinista Linus Roth, uno de sus principales campeones antes de que se pusiera de moda y quien lo describe como un “Shostakovich sin sonrisa”. Yo iría a una descripción más romántica, brahmsiana.

 

De este repentino boom viene el disco que hace unas semanas lanzó el violinista Gidon Kremer con una breve pero elocuente selección de su música de cámara: las Tres piezas para violín y piano, el Trío con chelo y piano op. 24 y la Sexta de sus sonatas para violín y piano. Acompañan a Kremer la pianista Yulianna Avdeeva y el violonchelista Giedre Dirvanauskaite, en una grabación lo mismo intensa que lograda; lo mismo profunda que transparente.

 

Kremer también lanzó meses antes, igualmente con motivo del centenario, un disco con su propia transcripción para violín de los 24 preludios escritos originalmente para el chelo de Rostropovich, quien nunca los tocó. Piezas alejadas, como se imaginará quien ya conozca algo más de Weinberg, de la naturaleza virtuosística y pirotécnica de aquellos caprichos de Paganini o esfuerzos similares de otros autores. Lo que aquí está plasmado es alma honesta y emoción penetrante.

 

 

El Hagen y Brahms
Para muchos, entre los que me incluyo, el cuarteto de cuerdas Hagen representa hoy en día el punto más alto de esa delicada y artesanal disciplina que es el oficio de la actividad cuartetística. El más refinado y maduro de estos ensambles. En la más reciente contribución a su discografía, el cuarteto ha unido fuerzas con Kiril Gerstein para ofrecer un álbum dedicado a Johannes Brahms en el que, además del Quinteto op. 34 con el pianista, regalan una concentrada y balanceada versión del Tercer Cuarteto op. 67. Cada escucha que me he brindado del disco termina con una satisfacción culminante difícilmente de describir, que fluye hacia una sensación exhausta, de suficiencia, tanto emocional como —incluso— física.

 

La ejecución del Hagen en el cuarteto es siempre estimulante, con una energía casi juvenil, pero elegante. En el quinteto junto a Gernstein, a su vez, es potente sin dejar la sobriedad que representa la madurez no solo de cada elemento -el cuarteto por un lado, el pianista por otro- sino de la formación y el trabajo que han hecho en sus colaboraciones conjuntas.

 

 

Beethoven y el cuarteto Ebene
Así como el Hagen representa lo mejor entre los cuartetos maduros, entre los ensambles más jóvenes son el Ebene y el Danish los que destacan, cada uno en su estética, entre sus sucesores. Ambos grupos preparan, en ocasión de los 250 años del nacimiento de Beethoven, ciclos completos de sus obras para cuarteto, que estarán tocando durante todo este 2020 en diferentes ciudades. El Danish ha ido lanzando algunos de esos cuartetos combinados con obras contrastantes en diferentes discos, mientras el más reciente lanzamiento del Ebene, que me ocupa hoy, está dedicado a los primeros dos cuartetos de los tres enumerados con el op. 59 y nombrados Razumovsky.

 

Para el lector curioso, he de decir que, entre estos dos cuartetos, me quedo con la grabación del cuarteto de Ravel del grupo francés; no solo es mi referencia para esta obra sino una de las grabaciones que más aprecio. Aunque al tratarse de Beethoven, mi sensibilidad ha ido optando por preferir sonidos menos refinados, colorísticamente hablando, como el del cuarteto danés. A confesión manifiesta, debo de igual manera recomendar, objetivamente, esta nueva grabación.

 

No solo que se encuentre el obviado refinamiento del ensamble, sonoro, técnico y estético, sino que estamos ante una lectura fresca, que parece hacernos descubrir nuevos elementos de ambas obras; o al menos nos hace escucharlos como si fueran nuevos. Sólo así funcionan las nuevas grabaciones del repertorio tradicional. Y solo un ensamble de estos vuelos logra hacerlo. El carácter en ambos, sin que sea de ninguna manera superficial, es pastoral. No hay atisbo de prisa en pasaje alguno y lo que siempre destaca es la naturalidad de los tempos, que, ante lo reposado de su lectura, podrían parecer aletargados, cuando solo son relajados.

 

 

Yuja y Gautier
Dos de las caras más conocidas en la industria de la música clásica, también dos de las más atractivas, la colaboración cercana de la pianista Yuja Wang y el chelista Gautier Capuçon presentó el mes pasado un álbum que se oye como se ve: elegante, encantador, sugerente, brutalmente sexy.

 

El programa está centrado en dos sonatas de energía consumada: la de Chopin y la de Frank (original para violín), muy propicias para este dúo, para el resultado de este dúo trabajando en conjunto: el resultado es suficientemente pasional sin necesidad de caer en exageraciones, que a veces le son criticadas a ella, y con capacidades para ser lo suficientemente espontáneos. Las complementan con Le grand tango, de Piazzolla, que en pocas palabras, les resulta demasiado fresa luego de ambas sonatas.

 

FOTO: Portada de los discos Chamber Music de Mieczylsaw Weinberg y Beethoven Around The World del Cuarteto Ebene. / Especiales

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