Mutare: sacralización del movimiento

Mar 10 • Escenarios, Miradas • 6117 Views • No hay comentarios en Mutare: sacralización del movimiento

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La búsqueda de nuevas vías creativas lleva a la Compañía Contempodanza a esta aventura coreográfica, inspirada en el I Ching, que apuesta por explorar las dimensiones sagradas de la danza

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POR JUAN HERNÁNDEZ

Si revisamos la trayectoria de Cecilia Lugo (Tampico, Tamaulipas, 1955), coreógrafa y directora artística de Contempodanza, fundada en 1986, entenderemos que ha sido fiel a sus obsesiones e intereses creativos. En su obra, la profusión por el perfeccionamiento formal es una de las puertas para ingresar a nuevas dimensiones que desvelan el misterio de su trabajo de alquimista contemporánea, en la búsqueda de lo sagrado.

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Ya en Arkanum, la coreógrafa hizo un espléndido trabajo escénico, en el cual exploraba el poder simbólico de los arcanos mayores y menores del Tarot. En una tirada de cartas, Lugo evocó lo que en su obra es ya una línea estética: el enigma.

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Recientemente, la tamaulipeca presentó Mutare, una obra coreográfica en tres pasajes, que se desarrollara a partir del mismo número de Hexagramas del Libro de las Mutaciones I Ching. De la misma manera que en Arkanum, Lugo dejó la selección al azar y de éste surgieron: Kán. El abismo, coreografía de Margarita Garrido, Huan. La disolución, de Jorge Ronzón, ambas con música de Joselyn Pook, y Ta Kuo. La Viga, de Lugo, con música de Pook, Armand Amar y Lévon Minassian.

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Si bien cada pasaje estuvo a cargo de un coreógrafo, los tres integran una misma obra, con la dirección general de Cecilia Lugo, quien vuelve a ofrecer una muestra de su experiencia y solidez como artista de la danza, al frente de Contempodanza, una de las pocas compañías estables que hay en México.

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La puesta en escena, en la caja negra del Teatro El Milagro, está estructurada de manera coherente; es decir: con un orden fluido del espacio, una trasmutación plástica, un movimiento corporal en el que lo biológico está íntimamente unido a lo espiritual y, en el aspecto filosófico, una recuperación del mito para figurar el misterio de la vida.

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Hay en esta puesta en escena un logro estético, a saber: el acoplamiento del tiempo musical con el de la danza; cuya dificultad técnica se relaciona de manera íntima con la impredecible manifestación de la energía y las emociones de los intérpretes.

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La capacidad de los bailarines para profundizar en su espacio interior, para conectarlo luego con la forma exterior de sus cuerpos y proyectar en el espacio ese estado excepcional de la consciencia, a la cual la danza permite acceder, conecta necesariamente con el inconsciente colectivo, en los términos en el que Gustav Jung creó dicho concepto, para el entendimiento de lo que es común a todos los seres humanos, en todos los tiempos; a través del cual se expresa, en los signos primitivos, la psique o, mejor, el alma humana.

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La edición musical es un “paisaje”, una proposición sonora que se establece como un pilar de la atmósfera que sacraliza el movimiento, el tiempo y el espacio de la danza. Los pasajes coreográficos tienen una conexión limpia, de progresión cíclica. Una vez establecida la convención sagrada de la condición ritual del hecho escénico, Cecilia Lugo, Margarita Garrido y Jorge Ronzón buscan que los intérpretes sean conscientes de que en su cuerpo, energía y psique está contenida la divinidad.

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En Mutare hay un poder en la forma de figurar los signos, constituyentes de un lenguaje dancístico, que rebasa los límites de la razón. La danza expresada en estos términos, busca conectarse con el todo universal, restituir el mito como elemento necesario para abrazar el misterio de la existencia.

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En esa línea filosófica, los bailarines trasmutan en personajes míticos, portadores de las varas de la autoridad, el poder y la sabiduría ancestral. Hay un control en el movimiento, para darle sentido; porque no es el desempeño automático de habilidades físicas lo que priva, sino el encuentro con el significado del movimiento, a través de una depuración de la energía, determinada, en este caso, por el taoísmo.

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Mutare, obra en tres pasajes, es acontecimiento artístico, evocación de la naturaleza sagrada de la condición humana, expresión de la vida, cuyos secretos se resguardan en el enigma y en su naturaleza insondable de misterio.

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“Mutare”, obra en tres pasajes, de Margarita Garrido, Jorge Ronzón y Cecilia Lugo, con la compañía Contempodanza, dirigida por Lugo; el paisaje sonoro de Joaquín López Chas, música de Joselyn Pook, Armand Amar y Lévon Minassian, diseño de iluminación de Ivonne Ortiz, vestuario y escenografía de Aurelio Palomino, y las actuaciones de Guadalupe Acosta, Yoshio Córdoba, Aileen Kent, Ana Paula Oropeza, Jorge Ronzón, Carolina ureta y Óscar Michel Pérez, se presenta en el Teatro El Milagro (Milán 24, Juárez), los miércoles, a las 20:30 horas, hasta el 28 de marzo.

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