Nijinsky: a la vanguardia dancística del siglo XX
POR JUAN HERNÁNDEZ
El estreno de La consagración de la primavera, coreografía de Vaslav Nijinsky y
música de Igor Stravinsky, en el Teatro de los Campos Elíseos, el 29 de mayo de
1913, se insertó en la primera ola de las vanguardias artísticas del siglo XX, al
romper con la tradición romántica decimonónica tanto en lo musical como en lo
referente al vocabulario dancístico.
Vaslav Nijinsky, bailarín legendario y coreógrafo vanguardista, y el compositor
ruso Igor Stravinsky, unidos a Serguéi Diáguilev, director de los Ballets Rusos y
gran promotor del arte que revolucionaba la escena a principios de la centuria
pasada, realizaron una de las hazañas artísticas que marcaría no sólo un hito en la
danza sino en la historia del arte del siglo XX.
Nijinsky quebró las normas estéticas y el discurso del ballet anclado a la
tradición romántica. El coreógrafo asumió una postura mítica, sensual y también
terrenal al manifestar un profundo interés en el carácter contradictorio y
misterioso de la condición humana.
No hay que olvidar el origen del bailarín nacido en Kiev y educado en la rígida
Escuela Imperial de Ballet, quien fue miembro del Teatro Mariinski, donde tuvo
papeles principales. El joven artista se volvió en contra de aquella tradición y
buscó un vocabulario que le permitiera expresarse y dialogar de un modo distinto
con su tiempo.
La tarea de Nijinsky no habría podido ser realizada sin la presencia clave de
Serguéi Diáguilev, de quien se hizo amante y cómplice en la aventura vanguardista
en los primeros años del siglo pasado.
Para los Ballets Rusos, que dirigía y patrocinaba Diáguilev, Nijinsky realizó
en 1912 una de las coreografías más avanzadas y definitivamente de ruptura
con la tradición balletística en aquel momento: L’après-midi d’un faune (La siesta
del fauno), en la que arrasaba con el “decoro” romántico para presentar una
coreografía, con música de Debussy, en la que explotaba la fuerza sexual de la
naturaleza del hombre.
Aquella obra fue el antecedente de la pieza que marcaría de manera definitiva
un quiebre en el rumbo tanto de la música clásica como del ballet y la danza
moderna en el siglo XX: La consagración de la primavera.
En este ballet Nijinsky ofreció un lenguaje desconcertante para su tiempo al
evitar el carácter fluido y etéreo del movimiento usual en el repertorio tradicional
de las obras balletísticas del siglo XIX, y buscar un lenguaje orgánico, proveniente
de un estado del ser en relación con el cosmos.
Con una influencia evidente de las culturas de oriente, Nijinsky creó una obra
de ruptura que escandalizó a la Europa de inicios del siglo XX. La reacción violenta
a esta propuesta de un sector conservador de la audiencia entró en conflicto con la
apertura de otra parte del público que esperaba ávido un cambio en la concepción
del arte escénico.
La consagración de la primavera, de Nijinski, abrió camino al desarrollo de una
danza moderna liberada del férreo dominio del repertorio tradicional de ballet
tanto en la visión del mundo ofrecida como en la libertad que se dio al cuerpo para
generar potencia expresiva sin límites.
Vaslav Nijinsky (Kiev 1890-Londres, 1950), fue un bailarín virtuoso y
coreógrafo visionario. Su ballet La consagración de la primavera, en dos actos
(Adoración de la tierra y El sacrificio) tiene como argumento el rapto de una
doncella que debe bailar hasta su muerte para complacer a los dioses y dar la
bienvenida a un nuevo ciclo de vida.
Los movimientos coreográficos hacen referencia a la vida social, a los rituales
de las tribus primitivas y, sobre todo, erotiza la escena; lo que significó el
rompimiento con uno de los tabús predominantes del repertorio romántico del
ballet y de la sociedad conservadora parisina de principios del siglo XX.
Nijinsky se inmortalizó con esta pieza, revisitada por grandes renovadores
del arte coreográfico como Maurice Béjart, Pina Bausch y Marie Chouinard, entre
otros. Una obra que no se agota en su realización y que sigue provocando el interés
del público a cien años de aquella proeza artística.
La Compañía Marie Chouinard presentó La consagración de la primavera en el Palacio de Bellas Artes en agosto pasado/CORTESÍA INBA