¡No pasarán! Historia de una transición intelectual

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La década de 1930, marcada por la poesía militante y el compromiso político, significó un parteaguas en la evolución creativa del joven Octavio Paz, periodo del que dan cuenta las polémicas, publicadas en la prensa mexicana, en torno a este poemario publicado en 1936

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POR ÁNGEL GILBERTO ADAME

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Octavio Paz dejó de publicar en el periodo comprendido entre 1934 y 1936, luego de haber obtenido cierta notoriedad con Luna silvestre, su primer poemario (1933). Durante ese lapso, vivió conflictos familiares que llegaron a su punto álgido con el fallecimiento de su padre el 10 de marzo de 1935; cursaba una licenciatura que no le satisfacía e iniciaba una relación tormentosa con Elena Garro. A pesar de estos factores, su avidez lectora se mantuvo intacta, lo que le permitió estar al tanto de los acontecimientos que derivaron en la Guerra Civil española.

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Cuando estalló el golpe de Estado en contra de la II República, Dolores Ibárruri, “La pasionaria”, pronunció un discurso mediante el cual exhortó a la población civil a tomar las armas en defensa del gobierno legítimo: “El mismo 18 de julio, por la noche, en nombre del Partido Comunista hablé al pueblo por la Radio del Ministerio de la Gobernación. Desde aquel momento, el ‘No pasarán’ se hizo carne de la resistencia del pueblo”1. Su intervención tuvo tal resonancia que se convirtió en un documento moral que atrajo el interés de gran número de intelectuales, entre los cuales se encontraba el joven Paz.

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Deseoso de participar en el debate ideológico que oponía al comunismo y al fascismo, Paz escribió una serie de poemas“¡No pasarán!”, “Oda a España”, “Elegía a un compañero muerto en el frente de Aragón”. El primero de ellos constituyó para él una renovación lírica y personal, pues le permitió descubrir la veta social de la poesía y le dio la oportunidad de figurar en la primera línea de la literatura latinoamericana. ¡No pasarán! se publicó en México por Talleres Gráficos de la Nación 2 bajo el sello de Simbad3 el 30 de septiembre de 1936, con un tiraje inusitado de 3 mil 500 ejemplares 4. El libro constó de ocho páginas, incluyó un epígrafe del historiador francés Elie Faure5 y una nota final en la que especificaba que las ganancias se donarían al Frente Popular Español por conducto de su similar constituido en México, una asociación conformada principalmente por exiliados y comunistas.

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Es altamente probable que, para la impresión, Paz contara con el apoyo de Vicente Lombardo Toledano, máximo representante de la izquierda durante el cardenismo y mentor de Octavio Novaro —fundador de Simbad— y de Enrique Ramírez y Ramírez, por aquellas fechas amigos íntimos del poeta.

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La recepción del texto fue sorpresiva, pues provocó una discusión que tuvo como centro las fronteras entre la literatura y las disputas ideológicas. Aunque otros escritores jóvenes –Arnulfo Martínez Lavalle y el propio Novaro– siguieron un proceder similar al de Paz e intentaron vincular su quehacer artístico con la guerra de España, ningún trabajo causó tantas reacciones como ¡No pasarán!. Incluso El Nacional 6, periódico oficial del gobierno, lo incluyó en su suplemento dominical del 4 de octubre.

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Una primera reseña apareció el 15 de octubre en El Porvenir, diario regiomontano, en donde se criticó que los Talleres Gráficos invirtieran su presupuesto en difundir poesía “de propaganda” mientras descuidaban los libros de texto. Se dijo también que el autor pertenecía a la corriente estridentista y el poema fue calificado como un folletín comunista7.

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El 31 de octubre, ¡No pasarán! figuró en la portada de la revista costarricense Repertorio Americano, acompañada de una ilustración antifascista de William Gropper, la cual fue remitida por el propio Paz. El editor en jefe de la publicación era Juan García Monge, quien impulsó su difusión a nivel continental.

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Rubén Salazar Mallén escribió, el 12 de noviembre, una nota para El Universal que incluyó fuertes críticas dirigidas a la novel poesía que se escribía en México: “La juventud, inepta unas veces y otras veces ávida, dejó de servir a la poesía para servirse de ella […] y brotaron, irrumpieron en el mercado literario esos versos con voluntad de cartel antes que de poesía”8. En respuesta, Futuro, dirigida por Lombardo Toledano, publicó en su número de diciembre un artículo en apoyo de los poetas jóvenes y en particular de Paz; en la nota se lee: “Rubén Salazar, no pasarán tus diatribas torpes al nuevo arte, la repugnancia de las intelectualidades sensatas del presente, como no pasarán a la historia de la literatura esos poetas de poesía decadente en que te atrincheras”9.

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Rafael Solana estuvo entre quienes acogieron con entusiasmo el poema de Paz: “‘¡No pasarán!’ […] lleva, en vez de su firma, la de todos nosotros. Agrupados en torno por la solidaridad y aprobándolo en cada una de sus sílabas. […] Por primera vez en la historia contemporánea un poeta ha podido hacer un poema revolucionario, con tendencias de propaganda, sin dejar de ser poeta. Ha dado Octavio Paz un ejemplo que seguramente será muy difícil de seguir”10.

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El 15 de enero del año siguiente, Bernardo Ortiz de Montellano, firmando bajo el seudónimo Marcial Rojas, escribió para Letras de México un artículo que tituló “Poesía y Retórica”. En su texto “cita los versos iniciales de ‘¡No pasarán!’ para compararlos desfavorablemente con el comienzo de ‘Galope muerto’, poema inaugural de Residencia en la tierra, el gran libro de Neruda que crea escuela a partir de su edición madrileña de 1935. Sin citar autores ni títulos, el crítico ve en los versos de Paz una superficial imitación retórica de la poesía auténtica del chileno”11. Su conclusión es que el autor busca un impostado dramatismo a través del empleo de ciertos adjetivos –desgarrados, febriles– y, aunque reconoce que la calidad de los versos se incrementa a medida que el poema se desarrolla, aduce que sólo los buenos lectores distinguirían las “diferencias entre la retórica y la poesía”12.

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Efraín Huerta escribió en El Nacional —dos días después del ataque de Montellano— un elogioso comentario al poema, argumentando que su valía radicaba en explorar nuevos senderos de la poesía rompiendo con las trilladas formas del modernismo; también aseguró que el texto de Paz había sido “producto de una decidida intervención con la sangre, las vísceras y el cerebro en la lucha social”13.

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Salazar Mallén retomó la discusión el 21 de enero: “El poema era una caja de palabras completamente vacía, era un aspaviento demagógico para ignorantes de la poesía. Lo que hubiera podido aprovecharse para forrar ideas poéticas, no forraba sino las más vulgares ideas políticas”. Sin embargo, fue generoso en sus palabras sobre “Raíz del hombre”, “un poema nuevo […] en que la lejanía de la política es cabal, en que se busca un camino de libertad por la poesía”; atributos que volvían a este libro un proyecto mejor y “verdadero”14.

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Guillermo Sheridan recuerda que, en medio de la controversia, Jorge Cuesta invitó a Paz a una comida a la que también acudieron los miembros más prominentes de “Los Contemporáneos”. Durante la velada, el joven poeta fue interrogado acerca de su quehacer artístico, en particular sobre su tendencia a asimilar la literatura con la política, práctica que el grupo encontraba inaceptable, pues ellos consideraban que el artista debía defender la razón y la verdad de la influencia de su época: “Las opiniones políticas que sostiene […] Paz tienen un relente colorado preocupante, y haberles permitido expresión poética en ‘¡No pasarán!’ amenazaba convertirlo en un poeta comprometido. Paz procura defender ‘¡No pasarán!’ ante un jurado que, de manera unánime, sostiene la opinión contraria. […] Se defiende como puede e insiste una y otra vez en que su escritura es insubordinable a la ideología y, menos aún, a su formulación teórica: ‘el realismo socialista’”15.

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Ramírez y Ramírez se sumó al debate sobre la legitimidad de la poesía social y señaló: “El estupor producido por ‘¡No pasarán!’ reside, en gran parte, en la equivocada credulidad de quienes piensan que la poesía, para ser tal, debe referirse exclusivamente al misterio de las palabras entrelazadas cabalísticamente”16. También dijo que en Paz se revelaba un poeta versátil capaz de escribir con la misma intensidad sobre la tragedia de España que sobre tópicos como la soledad y el amor.

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Huerta retomó el tema desde la tribuna del Diario del Sureste para aclarar que Paz no era un militante, por lo que, a su parecer, una lectura partidista del poema era una indolencia:

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No hubo demagogia en el “¡No pasarán!”, ni los comunistas nos hemos aprovechado “maliciosamente” para decir que Paz es de nuestro Partido. Paz nos ha dicho que no es político. Nosotros no intentamos que lo sea. Es, ¿qué más le podemos exigir?, un gran poeta que ha aceptado desde hace mucho tiempo los puntos más importantes, los fundamentales de nuestro programa de lucha. Está contra el movimiento fascista y contra su consecuencia: la guerra. No es un simpatizante común y corriente, puesto que ha dejado de pertenecer a las élites del fastidio y de la pedantería17.

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Alberto Quintero Álvarez fue, del grupo de los cercanos a Paz, el único que expresó una opinión crítica: “El poema […] es rápido, y no tiene sino destellos muy brillantes a lo largo de una sucesión en donde lo propuesto y lo circunstancial se constatan con fría emotividad”. Desde su punto de vista, ¡No pasarán! apenas lograba “prodigar circunstancias en un lenguaje más o menos emocionado, pero artificial”18.

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La relevancia de ¡No pasarán! le ganó a Paz una invitación al Segundo Congreso de Escritores Antifascistas en Defensa de la Cultura que inició en julio y tuvo como sedes las ciudades de Valencia, Madrid, Barcelona y París. Cuando supo de su convocatoria, residía en Yucatán y, en su correspondencia de los meses anteriores, había comentado con Elena Garro la confianza que tenía depositada en su trabajo poético y su adscripción estilística:

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“No pasarán” y “Raíz” son productos de la misma sensibilidad, pero el segundo no los hiere en sus intereses de clase, en tanto que el primero les hace vivas y visibles su impotencia y su cobardía, su indiferencia. El “¡No pasarán!” les demuestra las verdaderas raíces de su odio a lo que llaman, tontamente, literatura de propaganda. Todas lo han sido. Y les demuestra que se puede hacer arte con todo y no nada más con su asquerosa putrefacción, con su venenosa afición a los colores, a las formas, a La Belleza en el aire19.

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Durante el Congreso, Paz participó en veladas poéticas con la lectura de ¡No pasarán!, siendo una de las más memorables la que llevó a cabo en Madrid el 14 de julio. Animado por ello, Manuel Altolaguirre editó Bajo tu clara sombra y otros poemas sobre España, un pequeño libro dividido en tres secciones: “Bajo tu clara sombra”, “Raíz del hombre” y “Cantos españoles”. El volumen se publicó en Valencia el 31 de agosto, como parte de la Nueva Colección Héroe20.

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Mientras tanto, Salazar Mallén arremetió en contra de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR), convencido de que a sus miembros los guiaba un sectarismo que atentaba contra el albedrío de la creación artística y sus medios de difusión. A su parecer, fue esta asociación la que motivó a Paz a escribir ¡No pasarán! y la que promovió su invitación a España: “Había que verlo a él, el auténtico poeta de Raíz del hombre, a la zaga de tipos sin valor artístico, sumido en una servidumbre humillante”21.

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El 26 de noviembre, Salazar Mallén dio a conocer una carta que le envió Paz compuesta por una serie de aclaraciones y respuestas a las críticas que éste había hecho en su contra:

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Por lo que se refiere al “inmundo halago” de mi poema “¡No pasarán!”, quiero decirte, por última vez y contigo a todos los que están detrás de ti o a tu lado, moral o ideológicamente, con la sospecha, el silencio o la mentira, que cuando publiqué ese poema no lo hice con ánimo venal o servil (servil: ¿a quién?) y que hasta la fecha no he obtenido, ni pretendido, ventaja material o espiritual de gobiernos, organizaciones o personas. No lo hice con ánimo de lucro y aclaro nuevamente, ni siquiera la invitación al Congreso de Escritores —invitación que, además humana y verosímilmente yo no podía suponer o calcular— partió, no del conocimiento de mi poema, sino del de mi libro Raíz del hombre, que, como sabes y lo has juzgado, no es un libro “político”, dotando a la palabra de la crueldad y rigidez que ustedes le otorgan en las ideas y en la práctica.

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La misiva mereció un extenso comentario, en el que Salazar Mallén incluyó una nueva invectiva acerca de su presencia en el Congreso: “La invitación la ganó con ‘¡No pasarán!’, con esa pobre cosa demagógica, sin valor poético, como él mismo, Octavio, lo reconoció una tarde”. También afirmó que sus vínculos con la Liga de Escritores eran evidentes. Concluyó atribuyendo los reclamos de Paz a su edad y a su inocencia, pues según él no era consciente de los intereses que lo utilizaban22.

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A finales de año, habiendo concluido la estancia de Paz en España, César Ortiz escribió un artículo para El Machete que tituló “Octavio Paz, esperanza de la poesía mexicana”, en el que exaltaba la imagen de la literatura nacional que el joven había representado con éxito en el extranjero y frente a algunos de los escritores más importantes del mundo23.

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Todavía en enero de 1939, desde las páginas de Futuro, Paz refrendó su simpatía con el pueblo español y llamó a la solidaridad entre los países hispánicos:

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España ha sido muchas veces un Estado, hasta un imperio […], pero pocas veces, muy pocas, ha logrado realizarse en una comunidad nacional, en una democracia que albergue todos los pueblos ibéricos. Las convulsiones internas de España han sido siempre contra la tiranía de la riqueza y en contra del despotismo del Estado central. Catalanes, gallegos o vascos, lo mismo que mexicanos, argentinos o cubanos, todos víctimas de un Estado que nunca pudo, por ajeno, por antihumano, ser íntegramente español o americano24.

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El 23 de mayo de 1943, José Revueltas publicó en El Popular una clasificación de la literatura mexicana: Primero agrupó a los poetas en helenizantes, a cuya cabeza colocó a Alfonso Reyes y a los cuales caracterizó por su aptitud intelectual pero también por su tendencia a buscar apoyos estatales; después se refirió a los europeizantes, liderados por Xavier Villaurrutia y preocupados exclusivamente por las tendencias estéticas procedentes del extranjero; otro sector que identificó fue el de los revolucionarios, quienes estaban a la espera de un cargo público; y por último, se incluyó a sí mismo entre los marxistas, interesados sobre todo en la realidad social y ajenos a los manejos burocráticos. Resulta al menos llamativo que en esta lista pormenorizada no figure Octavio Paz, a quien solo se refiere como un poeta de notable talento25, cuya orfandad lo llevaría, eventualmente, a abandonar el país.

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La historia de ¡No pasarán! es también la de una transición intelectual. Arroja luz sobre un Paz compañero de viaje de los comunistas que sucesivamente fue ampliando sus horizontes intelectuales hasta convertirse en un disidente y en un crítico frontal de la izquierda. El desarrollo de este hito biográfico explica por qué, de las sucesivas recopilaciones de su obra poética, Paz excluyó este y otros trabajos.

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Los motivos que conjuró para esta ausencia fueron, además de políticos, de carácter artístico: así se lo hizo saber a Héctor Tajonar en una entrevista concedida en 1984, en la que le dijo que, tiempo después de haberlo concluido, ¡No pasarán! le produjo la sensación desconcertante de haber sido escrito más por una necesidad íntima que por una aspiración poética. El poema apareció nuevamente en el tomo trece de sus Obras completas como un testimonio cabal de su trayectoria.

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1. Ibárruri, Dolores, El único camino, Barcelona, Bruguera, 1979, p. 273.

2. Gustavo Ortiz Herón era el director de Talleres Gráficos de la Nación a la fecha de publicación del poema.

3. Además de ¡No pasarán!, Simbad editó otros tres títulos: Raíz del hombre (1937), también de Octavio Paz, y Canciones para mujeres (1936) y Palomas al oído (1937) de Octavio Novaro. El tipógrafo era Ángel Chapero. Rafael Solana comentó que el objetivo de la empresa consistía en “hacer ediciones modestas, sin llegar a indigentes, de obras al alcance de todas las fortunas, incluso intelectualmente hablando”. La opinión anterior se publicó en “Reseña de Canciones para mujeres, de Octavio Novaro”, Taller Poético, número 2, noviembre de 1936.

4. Rafael Solana dijo sobre el tiraje de este volumen: “No se trata ya de una poesía de pequeños grupos, sino de un poema que sale a la calle, que se echa en medio del público, no solamente a producir un deleite espiritual al que tan poco afecta es la gente, sino a decir su verdad y hacer su propaganda”. Así lo hizo saber en el artículo “El año poético”, Diario del Sureste, 1 de enero 1937, p. 3.

5. “España es la realidad y la conciencia del mundo”. Elie Faure (1873-1937) hizo de la Guerra Civil española un tema recurrente de sus ensayos, llegando a equipararla en importancia con la Revolución Rusa; incluso aseguró que el pueblo español había decidido oponerse a las oligarquías capitalistas. Para profundizar en sus opiniones sobre el conflicto, confróntese Meditations catastrophiques, Paris, Bartillat, 2006.

6. El director del diario a esas fechas era Froylán C. Manjarrez (1894-1937).

7. “Circula en Monterrey propaganda comunista”, El Porvenir, 15 de octubre de 1936, p. 4.

8. Salazar Mallén, Rubén, “Poesía y juventud”, El Universal, 12 de noviembre de 1936.

9. “Juventud, poesía…y fachismo”, Futuro, diciembre de 1936.

10. Solana, Rafael, “El año poético”, Diario del Sureste, 1 enero de 1937, p. 3.

11. Stanton, Anthony, “La poesía de Octavio Paz durante la guerra civil de España”, Actas XIV Congreso AIH (Vol. IV), El Colegio de México.

12. Rojas, Marcial, “Poesía y retórica”, Letras de México, 15 de enero de 1937, p. 2.

13. Huerta, Efraín, “El problema de la poesía”, El Nacional, 17 de enero de 1937.

14. Salazar Mallén, Rubén, “Raíz del hombre”, El Universal, 21 de enero de 1937.

15. Sheridan, Guillermo, Poeta con paisaje: Ensayos sobre la vida de Octavio Paz, México, Era, 2004, paginado variable en formato virtual.

16. Ramírez y Ramírez, Enrique, “La juventud de la poesía mexicana”, El Nacional, 9 de febrero de 1937.

17. Huerta, Efraín, “Lady Jane y la poesía”, Diario del Sureste, 14 de febrero de 1937.

18. Quintero Álvarez, Alberto, “Carta sobre la poesía de la juventud”, El Nacional, 11 de abril de 1937, p. 2.

19. Carta de Octavio Paz a Elena Garro, 16 de abril de 1937 “Elena Garro Papers”, Biblioteca Firestone, Universidad de Princeton.

20. Altolaguirre escribió en su nota introductoria: “Esta vez le ha tocado en suerte a la poesía, al volver su rostro adolescente, el encontrarse con que Octavio Paz, su poeta, tiene sus mismos años, más o menos. Los dos juntos, tan jóvenes, el poeta y la poesía, la vida y el arte en este caso, llegaron a España para cantar a nuestro pueblo en guerra. Los cantos españoles de Octavio Paz, bajo una clara sombra helénica, salen hoy a la luz, a todos los vientos, para que sean repetidos con fervor por nuestros valerosos combatientes”.

21. Salazar Mallén, Rubén, “Cambio de táctica”, El Universal, 26 de agosto de 1937.

22. Salazar Mallén, Rubén, “Correspondencia”, El Universal, 26 de noviembre de 1937.

23. Ortiz, César, “Octavio Paz, Esperanza de nuestra generación”, El Machete, 4 de diciembre de 1937.

24. Paz, Octavio, “Americanidad en España”, Futuro, número 35, enero de 1939, p. 18.

25. Revueltas, José, “El Cascabel al gato”, El Popular, 23 de mayo de 1943.

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