Notimex, presente y futuro de una agencia sin rumbo

Jul 20 • destacamos, principales, Reflexiones • 9191 Views • No hay comentarios en Notimex, presente y futuro de una agencia sin rumbo

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Con cincuenta años de historia, la agencia de noticias del Estado Mexicano vive uno de sus momentos más críticos. A la dependencia financiera, el rezago tecnológico y la falta de un proyecto competitivo en el mercado global, se suma hoy un oficialismo que cosecha polémicas y que no promueve la proyección internacional de la institución

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EDGARDO BERMEJO MORA

Notimex encadenada
Como los personajes de una tragedia griega, la Agencia de Noticias del Estado Mexicano (Notimex) ha estado, desde sus orígenes –en el aciago y emblemático 1968– sometida a las propias fuerzas que la crearon, no los dioses del Olimpo, sino los gobiernos de México y su temperamento vacilante e impredecible. La llegada de un nuevo grupo al poder en el país a partir de 2018 no ha significado hasta ahora un cambio en este padecimiento crónico, sino que por el contrario se ha agudizado por doble vía:

 

Por un lado, el desdén hacia su función estratégica como agencia informativa de Estado, esto es, la de garantizar el Derecho a la Información asentado en la Constitución, y ofrecer información puntual, oportuna, verificable, sin sesgos editoriales, sobre los fenómenos noticiosos de México y el mundo que son materia de interés público, y, finalmente, que contribuye con su labor periodística a la construcción de una sociedad crítica, informada y vigilante de los poderes públicos.

 

Por el otro, padece la incontinencia de sus nuevos directivos para debatir públicamente sobre su desempeño –cuando éste ha sido cuestionado– con un sentido de la confrontación y cierta desmesura temperamental, que no se corresponde con sus atribuciones como representantes de un medio de comunicación del Estado, que no del gobierno en turno.

 

Los periodos de Notimex en los que ha demostrado voluntad de independencia y renovación, una y otra vez han perdido empuje ante lo tornadizo que resultan los ciclos sexenales a los que termina sometiéndose. Si anteriormente los desplantes autoritarios en muy diversos momentos exigieron de la Agencia sumisión a contrapelo de su credibilidad, con la actual administración se han mantenido los vicios heredados del pasado.

 

Una vez más vemos a Notimex tropezar con la tentación de hacer periodismo militante, oficioso, antes que ofrecer un servicio de noticias que enriquezca al ya de por sí vasto mercado de la información con la perspectiva profesional de una agencia de Estado, que reconoce entre sus tareas la de ofrecer un servicio informativo para una sociedad diversa, crítica y atenta a los fenómenos públicos, de los que la Agencia debe dar cuenta con un sentido del equilibrio y la imparcialidad, y como un reconocimiento implícito de la complejidad política y social sobre la que se basa su desempeño.

 

Otra vez Notimex ha sido reducida a una pieza más en el reparto de posiciones del nuevo gobierno, y su nueva directora, una periodista con experiencia en el periodismo de investigación, que se ha esmerado en denunciar y documentar las deformaciones y los abusos del poder, no ha explicado con claridad cómo concibe el desempeño y el futuro de una agencia que, al menos en el papel desde su reforma de 2006, se presenta como una “Agencia del Estado Mexicano”.

 

No conocemos aún los planes de la Agencia para revertir o al menos disminuir la dependencia histórica a los recursos públicos, o las alternativas que se le presentan para generar ingresos propios y hacer valer en términos económicos la autonomía que le confiere la ley. Como tampoco conocemos, hasta ahora, sus planes para transitar tecnológicamente y competir en un mercado nacional e internacional de la información en el que los contenidos digitales, multimediales y las redes sociales imponen su liderazgo. Tampoco hemos conocido la visión de los nuevos directivos sobre el endeble carácter internacional de la agencia, que se empeña en cumplir con una vocación internacional para la que no tiene ni recursos ni herramientas con las cuales competir con credibilidad en este ámbito.

 

 

¿Una Agencia de Estado “fallida”?
Se cumplieron 13 años desde que se expidió en junio de 2006 la “Ley de la Agencia de Noticias del Estado Mexicano”, cuyo artículo primero señala la creación del “organismo descentralizado de la Administración Pública Federal, no sectorizado, denominado Notimex, Agencia de Noticias del Estado Mexicano, dotado de personalidad jurídica y patrimonio propio, así como de autonomía técnica y de gestión, que tiene por objeto coadyuvar al ejercicio del derecho a la información mediante la prestación de servicios profesionales en materia de noticias al Estado mexicano y a cualquier otra persona, entidad u organismo público o privado, nacional o extranjero, con auténtica independencia editorial”.

 

Poco ha cambiado en la Agencia desde la publicación de este decreto. La ampliación de su mercado de suscriptores, que tendría que ser una fuente prioritaria de nuevos ingresos, se ha mantenido casi intacta. Datos obtenidos en la página web de Notimex indican que en 2015 la Agencia contaba con 440 suscriptores, mientras que para marzo de 2019 el número se amplió a 449. Nueve suscriptores más en los últimos cuatro años.

 

Otros datos nos alertan de esta inercia en la producción informativa de la “Agencia del Estado Mexicano”: la cifra mensual de cables noticiosos de temas políticos nacionales de Notimex en marzo de 2015 era de mil 146 notas, en marzo de 2019 la producción fue de mil 234, una variación mínima; mientras que los cables de tema internacional reflejan un comportamiento a la baja: 2 mil 680 notas en marzo de 2015, y mil 580 en abril de 2019. En los formatos informativos no textuales –audio y video– el deterioro es aún mayor: se produjeron 919 contenidos en video en noviembre de 2016, mientras que la cifra para abril de 2019 disminuyó a 468; en el caso de los podcasts en octubre de 2016 se reportaron 700 producciones, mientras que en abril de 2019 fueron 367. Una caída de casi 50% en ambos casos.

 

Hay sin embargo un repunte alentador en estos últimos meses en las notas que se generan con información de las entidades federativas: mil 516 en el mes de marzo de 2015, contra 2 mil 275 en marzo de 2019. Este es un nicho de la información estratégico y necesario para una Agencia como Notimex, que puede brindar cobertura en el ámbito regional y local, a fin de visibilizar temas esenciales de la realidad nacional que se extravían en el flujo de los hechos noticiosos diarios que acaparan la agenda de los principales medios de comunicación. Es quizá en lo local donde Notimex puede contrarrestar los desequilibrios naturales de la oferta informativa nacional.

 

En los últimos años Notimex también ha mostrado avances en el manejo de sus redes sociales, pero éstos siguen siendo limitados. Si comparamos los 755 mil seguidores de su cuenta en Twitter, con el millón 530 mil que registra la cuenta de la agencia española EFE; con los 12.4 millones de seguidores de la cuenta en inglés de la agencia china Xinhua; los 13 millones de la agencia estadunidense AP; o los 20 millones de la agencia británica Reuters; podemos comprender entonces que aún falta mucho por hacer en este rubro. Solamente la cuenta personal de la nueva directora de Notimex tenía –hasta antes de cerrarla– la mitad de los seguidores de los que registra la cuenta de Notimex.

 

Por otra parte, la Agencia no podrá iniciar una revisión profunda de sus tareas sin una inyección mayor de recursos, tanto de los que recibe del Estado como los que podrían generar la comercialización de sus servicios. Mientras que en 2012 Notimex ejerció un presupuesto de 196 millones de pesos, para el ejercicio de 2019 se le otorgaron 209 millones, un aumento de apenas 6% por demás insuficiente si consideramos los costos de la devaluación de la moneda y la inflación en los últimos 7 años.

 

El voluntarismo, la editorialización de los contenidos informativos, la beligerancia, la falta de claridad en la comunicación de sus planes estratégicos para el sexenio que arranca, son todos estos aspectos que han estado presentes en las críticas que ha recibido Notimex recientemente. El resultado inmediato es que Notimex navega sin rumbo claro en los primeros meses del nuevo de gobierno, extraviada en el laberinto de una sucesiva alternancia de poderes que para la agencia no ha representado más que incertidumbre, confrontaciones, parálisis presupuestal y, finalmente, caos laboral.

 

La oportunidad de reorientar su rumbo sigue en pie, pero debatir sobre Notimex, es decir, sobre los caminos posibles para su reforma periodística, estatutaria y financiera, amén de revisar su posición en los mercados internacionales de la información, tendría que ser prioridad para sus nuevos directivos. Hacer “periodismo sin censuras” es un objetivo plausible pero limitado y carente de sustancia cuando de lo que se trata es de adentrarse en un proceso de reingeniería mayor que tome en cuenta los alcances, límites y responsabilidades que están asentados en la ley que la conforma, pero incumplidos en la práctica.

“Notimex es un proyecto que aún tiene la oportunidad de ser sustentable”. / Foto: Humberto Morquecho/ EL UNIVERSAL

 

 

Hacia una agencia de información
Notimex no se entregó a la novedad del cambio democrático el primero de diciembre del 2018. Su proceso de transformación viene de mucho más atrás, y su conversión hacia lo que podría entenderse como una agencia de Estado no arrancó hace unos meses. Sus nuevos directivos no deben eludir la posibilidad de construir una agenda sustantiva para reformar a la agencia, que ciertamente demanda con carácter urgente cambios de fondo.

 

El primero y acaso el más pernicioso de sus problemas tiene que ver con su profunda dependencia de los dineros públicos para mantener sus operaciones, lo que no es el caso de otras agencias de propiedad estatal como AFP y EFE. Hay evidencia suficiente en el mundo para demostrar que el carácter estatal de un medio de comunicación no está necesariamente reñido con la posibilidad de lograr mayor solvencia financiera. Sin embargo, en estos últimos años los ingresos propios de Notimex se han mantenido en la precariedad acostumbrada.

 

Esperaríamos por lo tanto un diagnóstico realista sobre el estado de rezago que presenta la Agencia ante la emergencia mundial de nuevos productos y nuevos conglomerados con servicios informativos propios de la era digital. Habría que pasar de la noción tradicional de la “agencia de noticias” al más pertinente concepto de “agencia de información”, que puede ofrecer a sus suscriptores servicios especializados novedosos para sectores específicos, principalmente en el sector empresarial y financiero, pero también en el de la seguridad pública, la protección civil o los temas medioambientales.

 

Un ejemplo notable es el de Factiva, que nació en 1999 como resultado de una alianza entre la agencia británica Reuters y Dow Jones. Ambas se unieron en este proyecto que se propuso la creación de una base de datos de información de prensa, corporativa y comercial con 35 mil fuentes de noticias procedentes de 200 países en 26 idiomas. A partir de 2006 Reuters vendió su participación de 50% quedando en manos de Dow Jones. En la actualidad Factiva proporciona a sus suscriptores perfiles de empresa y datos financieros en gran escala. Factiva no sólo es una base de datos de información, sino que, además, ha desarrollado diversos tipos de colaboración con Microsoft, Oracle, IBM y Yahoo.

 

Con las debidas proporciones, Notimex estaría en capacidad de ofrecer alternativas para su mercado de suscriptores en español. Por ejemplo, para la comunidad empresarial latinoamericana dispuesta a pagar por nuevos y más sofisticados e integrales servicios de información financiera de carácter regional.

 

Tampoco se han presentado en Notimex alternativas para buscar alianzas en México y en el extranjero, que permitan reforzar sus actividades en una época en el que este tipo de convenios están a la orden del día. Prácticamente todas las grandes agencias informativas de Europa y Estados Unidos han establecido asociaciones con medios afines del continente asiático. Notimex podría en este caso buscar acuerdos similares con sus colegas de otras agencias gubernamentales, o pensando de manera más ambiciosa, con medios impresos y electrónicos privados de la región, que pudieran inyectar recursos a la empresa y al mismo tiempo fortalecer su presencia en el mercado de la información global.

 

Otro aspecto intocado en esta coyuntura tiene que ver con el carácter mismo de la Agencia como empresa de propiedad estatal. Habría bastado con introducir la discusión sobre este asunto durante la reforma de 2006 para empezar a generar nuevas alternativas. ¿Se encuentra Notimex condenada a sobrevivir como agencia dependiente del gobierno? Las experiencias de AP de Estados Unidos y DPA de Alemania indicarían lo contrario. Ambas se mantienen bajo un modelo de propiedad colectiva en el que participan los principales medios de estos países, quienes de esta manera garantizan la existencia de una agencia de noticias al mismo tiempo independiente y confiable, que les suministra información puntual sin temor a las tendencias y los desequilibrios. Mil 550 diarios de los Estados Unidos son los copropietarios de AP, de la misma manera que 200 medios alemanes figuran como los socios propietarios de la agencia DPA.

 

Otros temas sustanciales para Notimex, como la necesidad de introducir reformas para profesionalizar su planta laboral, o las medidas que se requieran para reducir el peso excesivo que el Sindicato de Notimex ejerce sobre las actividades cotidianas de la empresa, incluso las periodísticas, resultan vitales para pensar en su futuro. Sin embargo, en estos primeros meses la Agencia y sus directivos han desperdiciado el tiempo en reyertas inocuas y descaminadas. A pesar de todo, Notimex es un proyecto periodístico con medio siglo de historia que aún tiene la oportunidad de ser sustentable en lo periodístico y en lo financiero.

Exempleados de Notimex en una manifestación a las afueras del Palacio Nacional el 5 de julio de 2019. /Foto: Iván Stephens/ EL UNIVERSAL

 

 

Agencias de Información de la era Global
En la medianoche del domingo 29 de octubre del 2000, un corte informativo de última hora de la televisión de Singapur me levantó de la cama: un Boeing 747 de Singapur Airlines, con más de 200 pasajeros, se había estrellado al intentar despegar del Aeropuerto de Taipéi, en Taiwán. No contaba hasta ese momento con ningún otro detalle de lo ocurrido, pero era de esperarse que hubiera víctimas mortales.

 

En mi condición de corresponsal de Notimex destacado en la región del Sudeste Asiático, me apresuré entonces a encender la computadora y enviar el primer adelanto urgente de la noticia. Esta operación me habrá tomado diez minutos, no bien había terminado de enviar el primer despacho, regresé al televisor sólo para comprobar sorprendido que en ese preciso momento la cadena internacional CNN ofrecía en la pantalla el primer testimonio en audio con la voz de uno de los sobrevivientes del avionazo, que era trasladado por ambulancia a un hospital. El teléfono del corresponsal de CNN en Taiwán, quien se logró colar hasta la ambulancia, se había convertido de esta manera en el vehículo por el cual el mundo se enteró de los primeros detalles del accidente y del hecho aún más destacado de que había sobrevivientes. Días más tarde, luego de que pude trasladarme a Taiwán para entrevistar a tres mexicanos que sobrevivieron al accidente, conocí las versiones de algunos reporteros locales quienes aseguraban que en los primeros minutos posteriores al avionazo del aeropuerto de Taipéi salieron tres llamadas de emergencia: a los bomberos, a la Cruz Roja, y al corresponsal de CNN.

 

No era sólo que CNN contara con la ventaja de mantener a un corresponsal de planta en Taiwán, el hecho mismo de que una llamada “anónima” desde el aeropuerto de Taiwán puso en alerta al representante de CNN antes que a ningún otro medio internacional, ilustra con elocuencia que también en el mercado global de la información se libra una batalla desigual, y que las agencias de menor escala deben replantear su presencia en el mercado de la información y la manera en que habrán de interactuar con sus muy aventajados competidores de los medios globalizados, quienes detentan una suerte de monopolio de la velocidad informativa por medio de la cual se apropian de los sucesos de relevancia mundial. Un debate de esta naturaleza no se ha presentado en Notimex, una agencia que no obstante su carácter de Agencia de Estado mantiene al menos en teoría fines comerciales y planes de expansión.

 

Con medio siglo de actividad y 30 años de haber incursionado en la arena internacional, con corresponsales permanentes en el extranjero y una estructura que trasciende las fronteras mexicanas, Notimex es una agencia de menor escala en comparación con sus más notables competidores globales, que pese a ello se empeña en su aspiración de ofrecer una red de cobertura de dimensión cercana a lo que podríamos llamar planetaria, con corresponsales en el mundo y oficinas regionales en América Latina, Norteamérica y Europa. Pese a los incesantes apuros financieros para sostener su estructura internacional, Notimex continua ofreciendo en sus cables un panorama mundial del acontecer noticioso diario, no obstante las enormes diferencias de recursos humanos y materiales que la exponen permanentemente al rezago frente a sus presuntos competidores, no sólo en materia de tecnología y la multiplicidad o precisión de servicios informativos que permite la era digital, sino incluso en cuanto a la velocidad, la exclusividad y la oportunidad de la información que trasmite a sus suscriptores de México y el continente americano.

 

No sostengo que Notimex deba claudicar en su objetivo de operar como una agencia internacional, pero creo sin embargo que la ausencia de un debate interno sobre los límites y los alcances reales de este esfuerzo informativo han provocado que prevalezca un ambiente de simulación donde la Agencia se presenta como competidora de las grandes agencias globales, un propósito que no aplica bajo ninguna consideración a la hora de enfrentarse a la brega del trabajo cotidiano, en un ámbito profesional dominado por un puñado de grandes medios verdaderamente globalizados.
Pese a todo, Notimex sigue siendo la agencia de noticias más importante de México y América Latina, por su tamaño, recursos técnicos, presupuesto, y despliegue geográfico. La ausencia de un debate sistemático al interior de Notimex, paralelamente a la emergencia de una verdadera revolución mundial en las herramientas, modelos y autopistas que conducen la información globalizada han dado como resultado una suerte de crisis de identidad del servicio informativo internacional de Notimex, que la mantiene en el letargo y el continuo deterioro de sus propósitos.

 

Notimex se rinde a este juego de simulaciones donde el abanico informativo que ofrece a sus abonados aparenta cobertura global, cuando en realidad buena parte de dicha información simplemente se retoma de otras agencias contratadas por la propia Notimex. Este procedimiento habitual permite firmar las notas como de casa, en despachos de segunda mano redactados desde la mesa central de la ciudad de México por trabajadores de la Agencia. De esta manera, Notimex se permite difundir despachos noticiosos sobre regiones tan distantes como el Medio Oriente o Australia sin tener los recursos y el personal para cubrir dichas regiones.

 

Lo de menos es que Notimex difunda cables apócrifos, el problema principal radica en que el esfuerzo invertido resulta infructuoso, pues suele ocurrir que los abonados de la agencia opten en estos casos por retomar los cables de otras agencias con acreditada presencia en el lugar de origen de la noticia, como AFP, EFE, o Reuters. Tan sólo en el caso de la agencia española EFE, sus estadísticas revelan que acapara el 70 por ciento de la información internacional que publican los principales diarios de América Latina.

 

Jugando pues el inútil juego de aparentar que compite en las grandes ligas de las agencias internacionales, Notimex se desvirtúa y desperdicia su auténtica potencialidad, que se cifra con base en sus recursos reales. Todo este esfuerzo se diluye en el empeño venal de presentarse ante sus clientes como algo que simplemente no es.

 

ILUSTRACIÓN: Dante de la Vega

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