Ocuilan: tres horas para rescatar a la Virgen
“El templo es del INAH. La Virgen es aparte; por ella estamos nosotros aquí”, dice uno de los mayordomos de Santa María Ocuilan, una población que tomó la iniciativa de recuperar de entre los escombros a la Virgen de la Asunción, patrona de su fe y patrimonio tangible de la comunidad
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POR SONIA SIERRA
Santa María Ocuilan, Estado de México. El pasado 15 de agosto los vecinos de Santa María Ocuilan, al sur del Estado de México, tuvieron un motivo más grande para celebrar la fiesta de la Virgen de la Asunción: habían concluido la restauración del retablo salomónico de su capilla.
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Fue un trabajo de más de tres años que no sólo involucró a las mayordomías que se renuevan cada año, sino que reunió por única ocasión a diez familias que invirtieron una suma importante en el trabajo de restauración —55 mil pesos cada una—, a los tres mayordomos que iban a tomar cargo ese año —cada uno destinó la mitad de aquella inversión de las familias—, a gente de la comunidad que acostumbra dar algo para su fiesta y hasta migrantes que desde Estados Unidos enviaron su cooperación.
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La obra tuvo una inversión de más de 700 mil pesos que se destinó a contratar a al restaurador Roberto Carlos Reyes Romero, y a limpiar, fijar el retablo, fumigarlo y cubrir con lámina de oro —con paciencia y detalle en un proceso que se tomó más de dos años— toda la estructura de madera en el altar principal de la capilla, que data del siglo XVI.
Visita la galería de la capilla de Santa María Ocuilan.
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Antiguo como su capilla, el retablo ha sido —después de su Virgen de la Asunción— el orgullo de Santa María, de los vecinos, mayordomos y familias que viven en este barrio de Ocuilan, un municipio del Estado de México donde gran parte de los hombres trabaja fuera, en la Ciudad de México o en Malinalco; donde se produce barbacoa al estilo hidalguense, y que ha tenido y tiene a mucha de su gente trabajando en Estados Unidos, casi siempre con el sueño de volver y dar gracias a la Virgen.
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Un mes después de la fiesta del 15 de agosto —donde se habían relevado las mayordomías—, el domingo 17 de septiembre se llevó a cabo un cabildo: acto formal que implica la entrega de la lista de bienes de la iglesia a los nuevos mayordomos: tres hombres de alrededor de 35 años: Berny López, Homero Zedillo y Nicerato Laos.
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Dos días después, el 19 de septiembre, los nuevos mayordomos se encontraban todavía en Ocuilan. Usualmente, varios de ellos trabajan fuera; sin embargo, ese fin de semana fue asesinado un compadre de López, y todos se quedaron para participar en el funeral. Al medio día del martes seguían en la casa del compadre. Iban a salir hacia la capilla cuando empezó a temblar.
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En segundos, el edificio que todos los habitantes de Ocuilan reconocen como la memoria del pueblo: esa capilla de piedra pintada con detalles en blanco y en azul, igual que el juego de las nubes con el cielo, la misma donde restauraron el retablo salomónico cubierto con láminas de oro, la que al crecer los abuelos vieron como la casa de la Virgen de Asunción, cayó en gran parte.
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La cúpula se vino abajo, se llevó el retablo y el retablo cayó sobre la Virgen. La destrucción fue tal que el visitante puede ver desde la calle 20 de noviembre la calle que está del otro lado, Independencia.
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¿Qué es el patrimonio mueble?
La agenda de Liliana Giorguli, como la de buena parte de los restauradores y especialistas de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH, está saturada de citas. Desde hace seis meses sus actividades se concentran en el proceso de rescate del patrimonio cultural dañado por los sismos. Su trabajo abarca tareas como identificación, cuantificación, derivación, inspecciones, creación de expedientes, supervisión y asesorías.
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Aún así Giorguli no considera que el Instituto esté rebasado: “Estoy en la certeza de que estamos trabajando para tener todos los frentes organizados para atender el patrimonio”. El patrimonio cultural incluye edificaciones —como los más de mil 700 templos que sufrieron daños con el terremoto—, que es lo que se conoce como patrimonio inmueble. Y hay otro, el patrimonio mueble, donde hay tanto objetos como piezas empotradas a un edificio, así que son dos subdivisiones: mueble e inmueble por destino. Giorguli lo describe así: “El patrimonio mueble son pinturas, esculturas, campanas, órganos, archivos. Y el inmueble por destino es aquel cuya forma de constitución es más cercana a lo mueble, pero que está adosado al inmueble; hablamos de retablos, pintura mural, púlpitos, acabados arquitectónicos, fachadas de piedra, elementos escultóricos decorativos, argamasas, estucos”.
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Al patrimonio mueble pertenecen tanto el retablo como la Virgen de la Asunción de Santa María Ocuilan.
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Primero la Virgen, después el retablo
El mayordomo Berny López trabaja como chofer en la Ciudad de México. Vuelve a Ocuilan los fines de semana, donde ha aprendido a aprovechar todos los recursos que la tecnología brinda para tramitar cartas, solicitar información, formar equipo con sus compañeros, divulgar en redes sociales la historia del pueblo y animar a los otros a conseguir más recursos para el pueblo.
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“El 19 de septiembre estaba aquí porque le quitaron la vida a un compadre mío muy querido”, cuenta López.
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“Estábamos a punto de salir a la iglesia, cuando empieza a temblar, primero oscilatorio; en un momento se vino muy duro: fue oscilatorio y trepidatorio al mismo tiempo. Los oídos podían percibir cómo la placa tronaba, haciendo unas ondas como olas, se sentía la tierra que se movía muy fuerte. Me tocó ver cómo la cúpula se venía abajo, como mantequilla que se iba rompiendo y destruyéndose completamente. Corrimos a ver a nuestras familias, a los niños de las escuelas gracias a Dios no hubo nada. Regresamos a la iglesia. La verdad, estábamos en shock todos… ¡Ver a nuestra imagen sepultada! No veíamos más que un montón de piedras sobre ella, escombros. Empezamos a remover piedra, escombro, a buscar a la Virgen que era lo que más nos interesaba a esa hora”.
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Tres horas después lo lograron. La llevaron a resguardar a la casa del compañero Homero Zedillo.
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La siguiente búsqueda fue más prolongada: había que rescatar el retablo. Sin luz, sin señal de teléfono ni de red iniciaron guardias en la noche para cuidar las reliquias de la iglesia. Al día siguiente tuvieron ayuda de pueblos vecinos e incluso llegó el Ejército.
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Una semana duró la búsqueda de cada uno de los pedacitos del retablo y de las pinturas de caballete —tan antiguas como la Virgen, la iglesia y el retablo, pero sin mayores referentes de su historia—. Hoy, el piso de la casa de una familia de uno de los mayordomos aloja los restos del retablo, de esculturas, y lámparas, candelabros, lo mismo que la base de la pila bautismal. Ahí están las pinturas que estuvieron tanto en el retablo como en los muros de piedra de la que es una de las tres iglesias históricas del municipio de Ocuilan, la “peor librada” —si es que algo así se puede decir— con el terremoto de septiembre 2017.
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Sobre la calle Independencia están las casas que alojan este patrimonio afectado. La vivienda de otro de los mayordomos se habilitó para la Virgen. Ahí está, en medio de flores, altiva y restaurada. No es común esa temprana restauración a unas cuantas semanas del temblor; lo que pasó es que la comunidad de Ocuilan tomó la restauración por su cuenta. Una cosa son los tiempos del INAH y otra, muy distinta, los tiempos de Dios.
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El patrimonio mueble afectado por los sismos de septiembre es de alrededor de 3 mil bienes que se encuentran en 11 entidades.
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“No es definitivo”, aclara Liliana Giourguli. “No quiero especular, pero sí creo que va a aumentar de manera importante ese número de patrimonio afectado. En términos globales tenemos 30 por ciento con daño severo; 40 por ciento con moderado, y 30 por ciento con daños menores”.
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Trabajo en comunidad, con o sin el INAH
“Mi yerno, Israel Gutiérrez, es el que se encargó de restaurarla. Bendito sea Dios, le quedó bueno; nosotros pensamos que quedó muy bien”, relata Basilio García Olivares, vecino de Ocuilan, que se encargó de pagar el rescate de la Virgen.
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Berny López cuenta que el restaurador, que vive en Santiago Tianquistenco, aprendió el oficio de su papá y que restaura en su tiempo libre, como hobbie.
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“Él vino y la fue a ver y dijo que la podía arreglar. Se la llevó a su taller y al mes y medio ya nuestra virgen estaba restaurada, entera. La fe católica es lo que nos movió primero; a ella sí la necesitábamos sacar, rescatarla. Tenía fragmentada las manitas, los piecitos y una parte del cuello. El retablo hizo una especie de triángulo para cubrirla. Entonces la piedra, al desplomarse la cúpula, no le cae directo a la imagen, sino al retablo y es una especie de amortiguación y no fue completamente destruida como las otras imágenes”.
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—¿Qué dijo el INAH de la restauración de la Virgen? —se le pregunta al mayordomo Berny López.
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—Nosotros lo hicimos por nosotros. Sólo se le pidió permiso a la virgen. Como hermanos católicos, le pedimos permiso a ella con un rosario, que por favor nos dejara llevarla a sanar. Y lo del INAH, eso sí fue aparte… El inmueble (el templo) es de ellos. La virgen es aparte; por ella estamos nosotros aquí.
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No es la primera vez que sucede algo así en la historia del INAH, reconoce Giorguli. La intención del Instituto, recalca, es que las comunidades comprenden que toda restauración debe ser ejecutada por los profesionales que se han formado, que pueden reponer policromías y características originales.
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“Sabemos que los sismos afectaron un patrimonio en uso, ritual, afectivamente importantísimo dentro de las comunidades, y que ante la magnitud de la afectación, hay desencanto en las comunidades y una necesidad de restituir la vida cotidiana. Buscamos desalentar estas acciones y, sí, puede haber consecuencias legales. Esas historias (como la de Ocuilan) son frecuentes… La verdad, desde la época novohispana no ha habido, no hay, nunca hubo, un evento tan masivamente lesionante del patrimonio cultural como el del 2017”.
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El futuro
El gallo sigue cantando en Ocuilan, aunque ya es mediodía. Los mayordomos caminan por la calle. A los tres —Berny, Homero y Nicerato, que no pasan de 35 años— les tocó la mala fortuna de no alcanzar a celebrar siquiera un enfloramiento en la capilla. Guardan los restos y se preparan para las fiestas de agosto próximo con la meta de tener una ermita temporal donde visitar a la Virgen de la Asunción. Se han informado: esperan que ahora el INAH tome el retablo por su cuenta, lo mismo que una antigua cruz de seis metros que también es antigua.
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El caso de Ocuilan es, probablemente, uno de los que la Coordinación de Conservación tome por su cuenta para recuperar. “A lo mejor vamos a tener que restituir con una nueva estructura los bastidores y recolocar los elementos decorativos que se han rescatado, hay muchas partes que pueden ser reubicadas, una gran cantidad de columnillas y de elementos labrados que pueden restituirse”. Ocuilan es un lugar; su Virgen y su retablo son dos elementos muebles en esa lista de más de tres mil bienes culturales muebles que todavía podría crecer. Cifras de enero, de la Coordinación Nacional de Conservación, registran que resultaron dañados 238 retablos; 139 pinturas murales; 645 esculturas policromadas; 166 pinturas de caballete, 10 púlpitos; ocho puertas y portones; 50 vitrales; 360 campanas, cinco baldaquinos; 29 cipreses y cinco archivos. Hay 700 piezas afectadas que son de otros tipos: acabados de mampostería, esculturas pétreas y piezas metálicas del ajuar de los altares. Tras el apuntalamiento de edificios, ha ido avanzando, disparejo y lento, el proceso de restauración. Hay talleres particulares que han iniciado con algunos proyectos; en los centros INAH estatales, en la Coordinación Nacional de Conservación y en la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía se trabaja también.
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Sin embargo, a seis meses de la tragedia en Ocuilan, Berny López se preguntaba todavía esta semana por qué las obras estaban paradas. Al igual que él, Homero Zedillo sabe que no será sencillo: “Todas las mayordomías que trabajaron para el retablo estaban felices. A nosotros no nos duró la alegría de la mayordomía. Tenemos que empezar de cero”.
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FOTO: El sismo del 19 de septiembre provocó la caída de la cúpula de Santa María Ocuilan y daños graves en el retablo de su capilla. / Luis Cortés / EL UNIVERSAL
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