Olga Tokarczuk: la escritora incómoda del establishment polaco

Oct 12 • destacamos, principales, Reflexiones • 8307 Views • No hay comentarios en Olga Tokarczuk: la escritora incómoda del establishment polaco

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Olga Tokarczuk creció bajo el comunismo y se hizo adulta en una Polonia abierta a la influencias occidentales. El realismo mágico fue parte de su formación en esa nueva época y supo incorporarlo a un proyecto literario que reúne un interés por explorar la compleja historia del país, las fronteras de los géneros y el cuestionamiento de símbolos totémicos de la cultura polaca. Hoy, mientras el Nobel de Literatura 2018 la arropa, los ultranacionalistas polacos la miran con recelo

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POR TOMASZ PINDEL

El Premio Nobel de Literatura para Olga Tokarczuk es, desde punto de vista polaco, una sorpresa, pero –valga la paradoja– una sorpresa esperada. En Polonia teníamos la conciencia de que no sólo es una autora muy leída, apreciada y querida por muchos lectores, pero también que es simplemente una gran escritora con una creciente presencia en el mundo.

 

Tokarczuk (1962) pertenece a la generación de escritores que aparecieron en los años 90 del siglo pasado, y no es sólo un detalle biográfico. Hay que tener en cuenta que en 1989 en Polonia ocurrió un gran cambio del sistema político: el país sale de la época del “socialismo real” y la dependencia de la Unión Soviética, empiezan la democracia y el capitalismo, y la cultura de un vuelco enorme. El viejo establishment literario cae en el olvido, pero los nuevos autores casi no le interesan a nadie. El público lector compra masivamente y devora la literatura popular anglosajona, todos estos thrillers, novelas negras, novelas de terror y fantasía hasta el momento prohibidas por ser “imperialistas”. Los autores jóvenes publican en editoriales minúsculas e independientes, léase: sin distrIbución ni promoción.

 

Pero Tokarczuk capta la atención de los lectores casi desde el principio. En 1993 debuta con Los hombres del libro, una novela de corte aventurero, pero llena de una sensibilidad muy novedosa; dos años más tarde publica E.E., una historia psicológica; y en 1996 llega Un lugar llamado Antaño, su primer gran éxito: en los tiempos cuando los autores nacionales prácticamente no vendían, Tokarczuk produce un bestseller, elogiado al unísono por todos los críticos.

 

Para un lector mexicano –o hispánico en general– Un lugar llamado Antaño le puede parecer muy cercano, ya que se trata de una versión polaca del realismo mágico. Es la historia de un pueblo en algún lugar de Polonia –¿o simplemente Europa central?–, donde la gente vive sus vidas y de vez en cuando pasa por allí la gran (y peligrosa) Historia. Este sabor a lo latinoamericano no es casual. Tokarczuk se formó como lectora en la década de los 70 y es justamente cuando a Polonia llega el fenómeno del boom latinoamericano. En la obra de muchísimos autores de ésta generación encontraremos fácilmente las huellas de grandes maestros hispanoamericanos. En caso de Olga son sobre todo García Márquez y Julio Cortázar, cuyo patronato literario se ve bastante en varios cuentos de la autora. Pero no se trata de una imitación, sino de una inspiración, la forma de tratar los temas locales de manera universal.

 

La novela tuvo un enorme éxito en el país –más que merecido, pues se trata de una obra perfecta–, pero también muy pronto empezaron a aparecer las traducciones. Ello tampoco debe sorprendernos, ya que se trata justamente del tipo de literatura que viaja muy bien: habla de la realidad y las experiencias polacas, pero de tal forma que un lector cualquiera lo entiende y aprovecha. Desde este momento Tokarczuk se vuelve uno de los autores contemporáneos polacos más traducidos y publicados en el extranjero. En este sentido la superan sólo los grandes clásicos como Stanislaw Lem o Ryszard Kapuscinski.

 

Dos años más tarde Tokarczuk –como se ve, siempre ha sido muy trabajadora– publicó otra novela: Casa de día, casa de noche. Y aquí vemos un rasgo muy importante de su creación: ella pertenece al tipo de escritores que nunca se dan por satisfechos con lo que ya lograron, siempre buscan nuevas formas y desafíos, siempre se reinventan. Después del éxito de Un lugar llamado Antaño nada sería más fácil que producir obras más o menos parecidas y gozar de popularidad y ventas. Pero la nueva novela resulta muy diferente, es como una mezcla de varias historias, algo entre la ficción y no ficción, un conjunto sorprendente pero muy logrado. El argumento –o más bien: los argumentos– se sitúa en la tierra natal de la autora, una región sur-oeste del país, cerca de la ciudad de Wroclaw. Es una tierra con historia complicada, antes de la II Guerra Mundial pertenecía a Alemania, con una identidad muy mestiza –y Tokarczuk, siempre contando historias fascinantes, arma un retrato de este territorio.

 

Pero hay unos temas que siempre vuelven, a los que la autora ha sido fiel desde principio y que tiene que ver con su personalidad y sus convicciones. Siempre aparecen mujeres y la perspectiva femenina –algo no muy extendido en la cultura polaca del siglo XX, muy dominada por los hombres–; el tema de la naturaleza, la relación de los humanos con los animales, la sensibilidad hacia otras formas de vida; una espiritualidad, pero muy lejana del catolicismo típico; y una mirada que pone en duda y cuestiona algunas convicciones y puntos de vista muy extendidos: es una autora que incomoda, de una forma muy sútil, hace ver las cosas desde otro ángulo, hace dudar.

 

Con el paso del tiempo Tokarczuk no para. Publica una colección de cuentos (muy logrados) Tocar los múltiples tambores (2001); es allí donde aparece uno de sus relatos más famosos “El profesor Andrews en Varsovia”, que cuenta las peripecias de un psicólogo norteamericano que llega a Polonia en pleno estado de guerra de 1981. De vez en cuando volvía a los cuentos y 17 años más tarde publicó otro tomo. Publica un ensayo literario sobre la novela clásica realista polaca –La muñeca de Boleslaw Prus. Participa en un proyecto editorial internacional en el que varios autores escriben sus versiones de mitos y produce Anna In en las tumbas del mundo (2006), su versión personal del mito de la diosa mesopótama Ishtar. En su momento la novela no fue acogida con mucho entusiasmo, pero resultó muy inspiradora para otros artistas: en 2018 apareció una novela gráfica de Daniel Chmielewski Yo, Nina Szybur, y también se estrenó la ópera Ahat Ili. La hermana de dioses, las dos basadas en Anna In. El libreto de la ópera fue escrito por la autora misma y aparecen en él textos en varias lenguas no europeas, como el náhuatl.

 

Pero las novelas siguen siendo lo fuerte de su creación. En 2007 escribió Los errantes, una novela que formalmente se parece a Casa de día, casa de noche, una telaraña de historias magistralmente tejidas, con un tema general anunciado por el título. Los errantes era una secta rusa, cuyos miembros creían que si uno se detiene queda a disposición del diablo, por lo deben correr siempre. Para Tokarczuk la humanidad actual se porta como estos rusos: nunca se detiene, siempre corre, viaja y se desplaza. La autora sabe muy bien de lo que hablaba; ella, siempre en el camino, moviéndose por el mundo, de festival en festival, luchando por un hueco de tiempo para poder escribir.

 

Y después llegaron sus dos libros más diferentes. En una ocasión la autora confesó que Sobre los huesos de los muertos nació un poco por pragmatismo. Cansada después de la escritura de Los errantes y ya metida en la investigación para la siguiente obra, se dio cuenta de que el contrato editorial le exigía una novela más. Pues bueno, pensó, nada más fácil que escribir una novela negra. Al final, no le resultó tan fácil, pero el efecto final salió de maravilla: Sobre los huesos de los muertos cuenta la historia de una mujer que para muchos es una “vieja loca”, porque se preocupa demasiado por los animales. Tokarczuk entra aquí plenamente en el tema ecológico, oponiendo el mundo masculino de hombres en el que domina el poder de los cazadores y sacerdotes al mundo femenino, cercano a la naturaleza, más abierto.

 

El año 2014 trajo consigo la novela más grande de Tokarczuk –por lo menos en extensión, ya que cuenta mil páginas–: Libros de Jacobo. Una gran narración histórica con el personaje central de Jakob Frank, creador de una secta judía mesiánica del siglo XVIII. La vida aventurera de Frank le permite a la autora no sólo contar una parte bastante olvidada de la historia de Europa, sino reflexionar sobre algunos axiomas que muchos compartimos. Es una polémica con una visión de la historia nacional o nacionalista, entendida como una cadena de reyes y batallas. Libros de Jacobo fue un gran logro literario que le trajo a Tokarczuk el premio Nike, el más prestigioso de Polonia, pero también la puso en el mapa de los crecientes conflictos políticos.

 

Aquí, en Polonia, nos preciamos mucho de ser un país que aún siendo una potencia no tenía colonias, no conquistaba a otras naciones y era muy tolerante. Tokarczuk, al recibir el premio, comentó que la historia del país tiene también sus partes oscuras, que lo que hacía la nobleza polaca con los campesinos del este del país no se diferenciaba mucho de la esclavitud –en fin, era una invitación a repensar ciertos dogmas nacionales. La reacción de la derecha nacionalista fue feroz. No me atrevo a citar las palabras que algunos pronunciaron, y Tokarczuk de repente se volvió la enemiga pública de este bando político, actualmente en el poder. Así que no es casualidad que las palabras de felicitación del actual ministro de cultura por el veredicto de la Academía Sueca, las haya pronunciado muy a su pesar.

 

Tokarczuk claramente se inscribe en este conflicto ideológico que hay en estos momentos en Polonia y, claro, no sólo allí. Pero el suyo no se trata de un activismo típico; sólo muy raras veces Tokarczuk hace declaraciones directas, ya que prefiere hablar a través de los libros –aunque en sus primeras declaraciones después del anuncio por el Premio Nobel, incitó a sus compatriotas a votar en las elecciones de este domingo 13 de octubre y está claro contra quién votará ella. En repetidas ocasiones ha insistido la autora que la literatura es la lengua más universal y profunda de la que disponemos.

 

Aunque la presencia de la obra de Tokarczuk en varias lenguas es muy fuerte, los amplios públicos en español e inglés se le han resistido por mucho tiempo. El Booker Prize para Los errantes fue decisivo para su entrada en el mercado anglosajón y en el caso del español existen de momento sólo tres traducciones: ya casi inaccesible Un lugar llamado Antaño (Lumen, 2001, traducción de Ester Rabasco Macías); Sobre los huesos de los muertos (Océano, 2015, traducción de Abel Murcia) y ahora llegará Los errantes (Anagrama, traducción de Agata Orzeszek). Vale la pena mencionar que la reintroducción de la obra tokarczukiana en castellano ocurrió justamente a través de México: Sobre los huesos de los muertos fue publicada aquí, de mano del editor Martín Solares, y la autora participó en la FIL de Guadalajara de 2015. A los lectores del mundo hispanohablante les queda todavía mucho por descubrir y me parece que esto es una excelente noticia.

 

FOTO: La escritora polaca Olga Tokarczuk es autora de casi una veintena de libros. Tres de sus obras ya traducidas al español tienen un fuerte vínculo con los lectores latinoamericanos./ Thilo Schmuelgen/ Reuters

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