Ópera: Riesgo, de Rogelio Sosa

Sep 5 • Miradas, Música • 4078 Views • No hay comentarios en Ópera: Riesgo, de Rogelio Sosa

POR IVÁN MARTÍNEZ

 

Es interesante cómo algunos puntos de la República, a pesar de tener carencias en ciertos ámbitos de la creación artística, destacan durante largas temporadas por alguna disciplina específica. El caso de Morelia, que se ha convertido en el epicentro de la creación y la difusión de la música electroacústica y la experimental, me recuerda los años en que Zacatecas tuvo una importante actividad camerística o los que Sinaloa la tenía del lado de la ópera, como actualmente sucede en León. A un nivel de gran calado que contrasta, en el caso de Morelia, con una actividad sinfónica deplorable, patética que tendrá que ser atendida por el próximo gobernador, quien deberá también ocuparse de otras instituciones desatendidas y relegadas como el recién suspendido Concurso Internacional de Violonchelo “Carlos Prieto”.

 

Es en el ámbito de la experimentación sonora que Morelia acaba de ver nacer un nuevo escenario para su difusión: el Festival de Arte y Ópera Contemporánea, FOCO, que se llevó a cabo del 23 al 30 de agosto gracias a la iniciativa de la organización Protovecka, que lidera Juan Ayala de la mano de Elena Vilchis, y que funciona como escaparate para un colectivo de artistas identificados alrededor del creador sonoro Rogelio Sosa y el ensamble Liminar.

 

Hay que comenzar diciendo que, a diferencia de otros festivales consolidados que se llevan a cabo en la ciudad de Morelia y que tienen muy claras sus definiciones y vocaciones, si este nuevo espacio tiene la intención de trascender, deberá hacerlo redefiniendo sus conceptos: todavía dudo que podamos hablar de ópera contemporánea desde estas trincheras de la experimentación cuando hay ejemplos ya universales de creación actual para este género tan tradicional establecidos en compositores de estilos tan dispares como Adams, Adès, Muhly, Saariaho o Turnage.

 

Se trató más bien de un festival alrededor de la experimentación a través de posibilidades vocales (y bucales), según la programación de los primeros días pero que, sin embargo, contrasta con lo que escuché el viernes 28 en el Teatro Stella Inda: el estreno de la –así llamada– ópera Riesgo, del artista sonoro Rogelio Sosa, cuyo trabajo no conocía y quien, me entero mientras escribo esto, ya había debutado en un festival con otra primera “ópera”: no lo parece; es decir, Riesgo suena a un primer ejercicio, de mucha intuición dramática y musical, pero primitivo aún.

 

Musical y formalmente, no se trata de una ópera, aunque esté “dividida” en 13 escenas y cinco actos que de todos modos se ejecutan sin interrupción. No es un trabajo de composición sofisticado como sí los tenemos en México con Illegal Alien de Alfonso Molina, Únicamente la verdad de Gabriela Ortiz o cualquiera de los títulos de Federico Ibarra. Ni podría decir tampoco que se acerca a los terrenos del singspiel o el teatro musical. Quizá habría que hablar de un nuevo subgénero con acercamientos al canto operístico, no desde la composición tradicional sino desde lo que este movimiento bien ha autodefinido como “arte sonoro”; desde el concepto de “instalación”. La música instrumental está ahí más para crear una atmósfera a lo teatral que para desarrollar la narrativa y ni siquiera funciona para ofrecer una base al canto de los personajes. Canto que, sobra decir, es bastante limitado en recursos, y convencional para los estándares de esta ala radical del medio musical mexicano.

 

Escénicamente, se trata de una premisa sencilla, casi telenovelera (una familia disfuncional; o “la más delicada de las situaciones de la existencia contemporánea: la catástrofe del egoísmo”, según la exquisita nota de programa), que gracias a un cuidadoso y detallado trabajo de dirección a cargo de Fernando Feres –quien también firma la sofisticada pero sencilla escenografía e iluminación junto a Macedonio Cervantes–, y por el ejercicio melodramático sonoro, es llevado a una elaboración menos frívola y sí, a veces furiosa y estremecedora.

 

La ejecución fue irregular, pero no ensombrece la funcionalidad del ejercicio de Sosa. En la parte instrumental la electrónica no representa mayor problema, no así el ensamble acústico en el foso, donde las cuerdas a cargo del violista Alexander Bruck y la violonchelista Maria Lipkau no llegan al nivel de emisión sonora de por ejemplo, el extraordinario saxofonista Omar López o el trompetista Jacob Wick.

 

La composición del elenco resultó también dispar, de más a menos, en el que el barítono Josué Cerón destaca enormemente por su presencia vocal y capacidades actorales diferentes a las que el público tradicional le conoce por sus roles en comedias del repertorio belcantista; es un actor nato a quien muchos directores de escena quisieran en obras de teatro dramático. La soprano Carmina Escobar, especialista en la experimentación vocal, en un rol espiritual que escénicamente aborda adecuadamente pero que le queda chico a sus capacidades musicales. Así como la mezzosoprano Catalina Pereda, mediana en la voz pero de fuerza actoral suficiente y Luis Pablo Osorio, un actor que como tenor, valdría la pena utilizarlo como personaje mudo.

 

 

*FOTO: Riesgo, de Rogelio Sosa, se presentó el viernes 28 en el Teatro Stella Inda, en Morelia, Michoacán. El elenco estuvo integrado por Josué Cerón, Carmina Escobar, Catalina Pereda y Luis Pablo Osorio/Cortesía FOCO.

 

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