Otra manera de ver el mundo

Dic 17 • Lecturas, Miradas • 6501 Views • No hay comentarios en Otra manera de ver el mundo

POR SERGIO TÉLLEZ-PON

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La primera edición de 200 gramos de almendras, el quinto libro de poemas de Alfredo Espinosa Quintero (Culiacán, Sinaloa, 1969), apareció hace apenas tres años bajo el sello de Andraval ediciones, una pequeña editorial independiente de su natal Sinaloa que, según el colofón, sólo imprimió 500 ejemplares. Ahora ediciones Simiente lo vuelve a poner en circulación para que salga de ese reducido y privilegiado círculo de lectores que pudimos tener la primera edición y que más lectores se acerquen a esta seductora y envolvente poética. Además, es de celebrarse que en estos tiempos tan ajenos a la poesía un libro de poemas llegue a una segunda edición en tan poco tiempo.

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La poesía para Quintero es la forma, bastante peculiar, que tiene este portentoso poeta de observar el mundo. Y en 200 gramos de almendras están presentes varios de los aspectos que creo que permean la obra poética reciente de Quintero (desde Cuenta regresiva, con el que ganó en 2011 el Premio Aguascalientes de Poesía, pasando por La telenovela de las cuatro no se detendrá porque alguien logro matarse y El taxista saca su pene hasta Sentidos de permanencia). Uno de esos aspectos es que hacen su aparición esos sentimientos a los que sólo vemos de soslayo: el miedo, la soledad, la ansiedad, la orfandad… Por ejemplo, nadie quisiera revivir los miedos que padecimos en la infancia pero en estas páginas aparece el miedo que siente un niño a la hora del recreo pues él prefiere quedarse en el salón de clases jugando con un ratón entre las mangas de su suéter que salir a convivir con sus agresivos compañeros. Quintero escribe en uno de los poemas de este libro:

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(miedo

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porque es otra categoría del miedo

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la ausencia.)

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Otro aspecto interesante es su visión irónica gracias a la cual, al terminar de leer uno de sus poemas, queda en el lector una sensación de placidez. La poesía mexicana siempre ha sido acusada de no tener sentido del humor, muy pocos poetas mexicanos se han permitido un guiño humorístico dentro de sus versos, pero a Quintero eso no parece importarle, le surgen con facilidad, y así uno no puede dejar de esbozar una sonrisa macabra o de plano soltar una abierta carcajada, por ejemplo, cuando lee en el poema que da título al libro:

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Échala en un recipiente

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sin sentimentalismos, por favor—

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piensa que al agregarle los 100 gramos de perejil

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y el otro tanto de cilantro, no le estás llevando flores

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ni estás recordándole colinas que nunca conoció.

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Bajo esa óptica irónica de la vida, Quintero también vuelve a la infancia, una etapa dura y despiadada. De esa manera, esa visión sarcástica también se alimenta de una sensibilidad que casi se podría decir “candorosa”, con esa pequeña dosis de crueldad que da la inocencia de una edad conflictiva. Eso puede verse claramente en un poema concentrado, exacto, donde cuenta la nostálgica historia de un niño y su perro, o en este otro:

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De niño estaba seguro

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que las mantarrayas y las golondrinas

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eran una misma cosa.

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Que cuando las golondrinas se iban,

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Se iban para volverse mantarrayas.

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La poesía de Quintero no pocas veces me recuerda a la sencilla complejidad de la poesía del italiano Sandro Penna: no son visionarios, esa otra clasificación de los poetas vistos como proféticos sino que son poetas que ven, observan y registran el diario y sorpresivo acontecer con lo cual logran conmover a sus lectores por todo lo vivo. Con su poesía, ponen la cotidianidad todavía más cerca de nuestras narices. Para usar sus propias palabras, Quintero tiene “ojos para observar el mundo bajo las sábanas”. Desde allí, agazapado, nos ve con ojos atentos, como al hombre que ha tenido un mal día, al que se le ha pegado un chicle en el zapato y se le ha ponchado una llanta, y nos regala su magnífica poesía en donde los lectores nos reconocemos. Quintero es un poeta que, con su obra hasta ahora publicada, depara gratas sorpresas. La obra poética de Quintero, y 200 gramos de almendras es una clara muestra de ello, está llena de un lirismo arrebatado que sin duda se convierte en un elemento que puede acercarle innumerables lectores.

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FOTO:  A. E. Quintero, 200 gramos de almendras, Ediciones Simiente, México, 2016. / Especial

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