Otras corporalidades en la danza
POR JUAN HERNÁNDEZ
La danza es una forma artística en la cual se conciben los más diversos experimentos en relación con la expresión corpórea dentro de un espacio específico. O mejor dicho: el campo coreográfico se expande con la creación de espacios en los cuales hay una manifestación distinta a la expresión que entendemos propiamente como bailar, y que no por ello deja de ser un universo visual, plástico y efímero, basado en el acto físico del movimiento.
Recientemente artistas que se distancian de la acción entendida como danza de concierto, se presentaron en el Teatro de la Danza del Centro Cultural del Bosque. Estos artistas de lo que algunos llaman “no danza”, son creadores que se aproximan a la escena de un modo particular, para experimentar la densidad de sus cuerpos en una correlación de fuerzas, casi como en un experimento de la física.
Es por eso que sus dinámicas carecen de una dramaturgia convencional. No hay una progresión aristotélica, tampoco personajes con referentes en la vida cotidiana. Son prácticamente “inexpresivos” para quienes están acostumbrados a ver derroche de pasión, sensualidad y drama en escena. En el caso de estos artistas hay una remisión de esos elementos, y se les podría ubicar dentro de una danza “posdramática”, una vez que renuncia a toda manifestación literal ya sea respecto a una historia, un sentimiento, una emoción precisa, para dejar que el sentido surja de la esencia plástica y de movimiento escénicos.
Esta forma de aproximación a la danza y al hecho escénico se suma a expresiones que ocurren en otras disciplinas artísticas, como el teatro posdramático o las artes, llamadas hoy “visuales”, contemporáneas. En estas formas coreográficas experimentales hay esencialmente instalaciones en movimiento efímeras, las cuales no tienen un principio y un fin, ni buscan como objetivo a la catarsis, como si podemos encontrarlo en las artes escénicas convencionales.
Quizá por ello a estos artistas se les incluyó en un ciclo llamado “Otras corporalidades”, casi como advertencia al público que acude al Teatro de la Danza, respecto al tipo de manifestación escénica que vería.
Pequeños actos de resistencia para la memoria, de Manuel Estrella, es una exploración de fuerza y equilibrio entre dos cuerpos, que se desplazan en el espacio hasta perder esa relación física elaboradamente abstracta. Los dos cuerpos que aparecen en escena, giran y establecen un contrapeso, experimentando con su densidad y la gravedad. La iluminación se realiza prácticamente con una serie de focos domésticos, que son al mismo tiempo una instalación lumínica; y utilizan un artefacto casero para conseguir extraeré sonidos de un disco de acetato, manipulado manualmente.
Una de las obras presentadas con mayor fortuna fue Bajando cambios, de Ricardo R. Rojas, en la que el cuerpo adquiere una expresividad alejada de los clichés de la danza. El movimiento es expresivo en sí mismo. El desplazamiento del protagonista por un camino en diagonal iluminado, delimita el espacio espacio y propone formas no convencionales del tiempo y, por lo tanto, de la existencia. Es otra forma de estar en el mundo, válida y concreta. Con el torso tatuado y los pies desnudos, el individuo evita la gestualidad que refiera a un sentimiento o emoción preconcebidos. Hay una manifestación visual, plástica, basada en la energía y el movimiento como su consecuencia.
Des_Nudo, de Melva Olivas, es una forma de intervención del espacio escénico. Mucho más cerca del performance, en donde la acción consiste, básicamente, en destejer la prenda que viste, en un lapso escénico, mientras Esteban Ibarra realiza la interpretación en vivo del diseño sonoro, en una consola electrónica.
La artista realiza la acción escénica no sin una composición visual atractiva, en la que se vale de la participación de una espectadora voluntaria que sube al escenario para tomar la punta del hilo de la prenda, que irá recogiendo en la medida en que la creadora se desnuda en escena.
Finalmente Sistema cúbico, de Sendic Vázquez, transita por una línea en donde la identidad del personaje se borra por completo, para ser el manipulador de la estructura cúbica: artefacto que se convierte en protagonista vivo de la experimentación plástica y espacial.
Estas “Otras corporalidades” pueden gustar o no, ser aceptadas como danza o rechazadas; lo cierto es que tienen un sustento que les permite mantener la atención del público, trastocando la comodidad del espectador, el cual debe tomar decisiones respecto a lo que observa, en la medida en que las obra no le están señalando, con ningún tipo de efecto, lo que debe sentir, pensar, en qué momento aplaudir o, incluso, salir del teatro. En resumen, se trata de expresiones de la contemporaneidad, en las cuales se plantean nuevas rutas y retos de la creación coreográfica.
*FOTO: El Ciclo “Otras Corporalidades”, con las obras Pequeños actos de resistencia para la memoria, de Manuel Estrella; Bajando cambios, de Ricardo Rodríguez Rojas; Des_Nudo, de Melva Olivas Durazo, y Sistema cúbico, de Sendic Vázquez, se presentó en el Teatro de la Danza del Centro Cultural del Bosque, organizado por la Coordinación Nacional de Danza del INBA, el 19 y 20 de mayo./Cortesía INBA.
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