Pedro Infante y Arturo de Córdova hicieron cine gay
POR JOSÉ JUAN DE ÁVILA
Pedro Infante y Arturo de Córdova, dos iconos de la masculinidad en la época de oro del cine mexicano, hicieron películas gay, según el investigador de la Universidad de California Sergio de la Mora, quien considera “revolucionarios” a ambos actores por abrir la diversidad sexual en la pantalla.
De la Mora sostiene que en cintas como El gavilán pollero, A toda máquina, ¿Qué te ha dado esa mujer? o Dos tipos de cuidado, Pedro Infante juega a propósito con las articulaciones entre homosocialidad, homoerotismo y homosexualidad, o, como en Pablo y Carolina, con el travestismo.
Respecto de Arturo de Córdova, el investigador indica que sus interpretaciones en El hombre sin rostro, Él o Cuando levanta la niebla expresan de forma velada lo queer –un término reciente para definir la diversidad sexual más allá de los extremos heterosexual-homosexual–, a través de los estereotipos de la época sobre la homosexualidad: personas histéricas, neuróticas, asesinas o con enfermedades mentales.
El investigador publicó en 2006 el libro Cinemachismo: Masculinities and Sexuality in Mexican Film, que casi una década después todavía espera una traducción al español para llegar al público mexicano monolingüe, y en el que diserta sobre la masculinidad en el cine nacional y cómo el machismo, la homosexualidad, el homoerotismo y lo queer están representados en su cinematografía desde las vistas de Francisco Villa y algunas cintas de Pedro Infante, hasta los papeles gay de Gael García Bernal.
En Cinemachismo, que fue finalista en 2007 en los Lambda Literary Award en la categoría de Arte y Cultura, revisa los términos macho y machismo y analiza para ello el melodrama revolucionario, la comedia musical, el cine de prostitutas y ficheras y sus locaciones en cantinas y cabarets, que a su juicio son escenarios de suma importancia porque “ayudan a determinar el papel que juega la homosexualidad masculina en la organización de las subjetividades de los varones y, en particular, a la hora de considerar cómo encaja la homosexualidad en la cultura popular mexicana”.
Pionero en el estudio de la masculinidad mexicana a través de la cinematografía, con enfoques interdisciplinarios e inspirado a partir de los análisis sobre la Otredad Sexual en las críticas de Jorge Ayala Blanco, Sergio de la Mora habla en entrevista antes de su paticipación en el Primer Encuentro Internacional de Investigadores de Cine Mexicano e Iberoamericano, en la Cineteca Nacional, que concluyó esta semana.
¿Cuáles son las representaciones de la masculinidad en el cine mexicano que aborda en su libro?
En mi libro Cinemachismo, una de las figuras centrales de mis investigaciones es Pedro Infante y por medio de sus películas estudio cómo se juega con el concepto de homosocialidad, que son relaciones sociales entre personas del mismo sexo, y a la vez con la homosexualidad, por medio de las formas en que el personaje de Pedro Infante es muy juguetón y establece una competencia muy feroz, por ejemplo, con el de Luis Aguilar. Juegan y se pueden expresar el amor uno al otro. No necesariamente un amor sexual, pero sí un amor entre hombres, un cariño, y veo cómo la música, por ejemplo, es una de las vetas por las cuales se puede articular el cariño que esos hombres sienten uno hacia el otro.
Dice usted que la homosexualidad masculina se articula a menudo con la heterosexualidad. ¿Cómo ocurre eso en el cine de Pedro Infante?
Heterosexualidad y homosexualidad son contrapartes. En las películas de Pedro Infante se juega mucho también con el honor masculino, con el honor heterosexual. Por ejemplo, en Dos tipos de cuidado, se juega mucho con el honor del personaje de Pedro Infante, quien trata de salvar a sus contrapartes femeninas de la película, pero se homosexualiza al personaje de Pedro Infante al feminizarlo porque él aguanta todas las humillaciones a manos del personaje de macho que protagoniza Jorge Negrete.
Esa homosexualización que usted observa en personajes como los de Pedro Infante, ¿es parte de la herencia revolucionaria del machismo o la rebasa?
Es algo posterior, está más allá de la modernidad que introduce la Revolución Mexicana, no va con la tradición del macho violento, del macho revolucionario. Pero encaja en la tradición del teatro de revista. El personaje homosexual viene en parte de la carpa, del teatro popular, de la prensa popular y de la nota roja, que son algunos de los espacios donde se pueden vislumbrar representaciones de la homosexualidad mexicana. Y por esas vías se incorpora al cine, por ejemplo, en la comedia ranchera. La figura del homosexual, del joto, se puede ver en el cine de los treinta, pero siempre como personaje de comedia. Por medio del humor es por el lado por el que se puede hablar de homosexualismo, pero el humor va más allá de simplemente humillar al homosexual o tomarlo como centro u objeto de risa. Es un objeto también de celebración de la diferencia, no simplemente como algo negativo o estereotipado. Lo veo más como una manera de celebrar las formas de ser hombre en México.
En su libro desacraliza la imagen de Pedro Infante como macho ¿cómo fue recibido ese enfoque?
Cuando estaba en proceso de investigación, mucha gente me decía en broma que me iban a matar en México, que no les iba a gustar el libro. Carlos Monsiváis tenía mucha resistencia a que yo hablara sobre Pedro Infante y la homosexualidad. Me decía que estaba equivocado, que las películas de cuates (buddy movies) de Pedro Infante no tenían nada que ver con la homosexualidad. Pero ya después de varios años Monsiváis cambió de mentalidad y me dijo que yo estaba en lo correcto. La recepción del libro ha sido buena, pero no se ha traducido al español para poder comunicarme con los mexicanos.
¿Diría al público mexicano que Pedro Infante hizo cine queer, cine gay, con diversidad sexual?
Sí. Podemos ver una película como Pablo y Carolina, donde se juega con el travestismo. Es una convención muy antigua en el cine: una mujer se viste de hombre y otro personaje, heterosexual, se enamora de ella creyendo que es hombre. En Pablo y Carolina está muy abierto el tema. Pedro Infante sí incursionó en este tipo de cine donde se juega con la diversidad sexual. Pienso que él era una persona con amplio criterio, que se permitía hacer papeles donde su personaje podía enamorarse de alguien que creía era un hombre. En el cine, Pedro Infante acepta las diferencias sexuales de una forma casi natural.
Suena muy revolucionario para la época.
Sí, pero sólo por medio de la comedia puede hacer estos saltos revolucionarios. Si hubiese sido un género que no fuera la comedia, como el melodrama, habría sido más subversivo, más trasgresivo.
¿Cómo se vinculan Pedro Infante y Arturo de Córdova en ese nuevo enfoque sobre la masculinidad en el cine mexicano que usted maneja?
Me acerco a Arturo de Córdova porque me entero que la gran pareja de su vida, su gran amor, fue Ramón Gay, que ambos eran homosexuales. Me llamó la atención todo ese círculo de cintas donde protagoniza a personajes con problemas de salud mental. Vi esto como una metáfora, una alegoría, de la homosexualidad, porque hasta los años setenta la homosexualidad era considerada una enfermedad mental, fue de 1973 a 1990 que se descalifica a la homosexualidad como enfermedad mental.
En el cine de Arturo de Córdova predominan los soliloquios en sus personajes.
Sí, aparte de las enfermedades mentales de sus personajes, de protagonizar a histéricos, neuróticos y asesinos, que son estereotipos de época de los homosexuales, veo cómo su cosmopolitismo, como su imagen de dandy, de catrín de clase alta, con un lenguaje melodramático y artificioso, son personajes ambivalentes, contradictorios, irónicos frente a la vida y las costumbres burguesas. Estoy viendo cómo o esas características nos pueden decir algo sobre lo que no se podía articular con la homosexualidad. Él tuvo que vivir su vida escondiendo su homosexualidad y su relación con Ramón Gay y la única forma en que Arturo de Córdova podía expresar su homosexualidad o lo queer es dentro de lo artificioso, del exceso del melodrama, del lenguaje artificioso y de personajes que son dandys.
Tal vez el espectador mexicano sí puede identificar eso que usted dice, pero no usaría la palabra queer. Si los mexicanos leen su libro y su investigación sobre Arturo de Córdova, más bien concluirían que él y Pedro Infante hicieron cine gay. ¿Es eso así?
Creo que sí se puede decir que ambos hicieron cine gay, cine de diversidad sexual. Arturo de Córdova, en una película como Él, de Luis Buñuel, es un personaje completamente histérico y con problemas sexuales con las mujeres. Viendo eso en un personaje masculino, es un tipo de melodramatismo excesivo, es algo que feminiza de cierta forma al personaje, hace a este personaje mexicano un ser muy complejo, con muchas emociones y muchos niveles de complejidad y de ambivalencia.
Usted resignifica la palabra “joto” en su libro, incluso le da valores estéticos.
Sí, en EU, entre los latinos y chicanos, nos hemos apropiado de las palabras “joto”, “jota”, “jotería”, de una forma muy similar al concepto de queer. Las estamos resignificando, resemantizando, apropiándonos de ellas como algo que puede ser positivo, no simplemente como palabras que se usan para humillarnos o rebajarnos, sino que estamos apropiándonos de ellas para vernos, para usarlas como conceptos de empoderamiento y para sacarle todos los significados negativos a las que han estado sujetas por siglos.
En México sigue siendo una palabra tabú, peyorativa.
Sí, es muy peyorativa. Pero así como el concepto queer tardó mucho tiempo en llegar a México, creo que ahorita es un término relativamente nuevo, el resignificado de “jotería” que le estamos dando los chicanos acá, algún día llegará a México tal vez, en su tiempo. Y se podrá ver de otra manera.
*FOTO: Fotograma de la película ¡A toda máquina! (1951), de Ismael Rodríguez./Especial
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