#Plácido55

Nov 14 • Miradas, Música • 3285 Views • No hay comentarios en #Plácido55

POR IVÁN MARTÍNEZ 

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Este martes 10 de noviembre se llevó finalmente a cabo en el Auditorio Nacional la celebración por los 55 años del debut en México del tenor Plácido Domingo. Fue un concierto en el que el legendario cantante estuvo acompañado por su hijo Plácido, la Orquesta Sinfónica de Minería bajo la batuta de Eugene Kohn, y por la soprano mexicana María Katzarava.

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Venir a verlo, sobra decir, es para el gran público y para algunos de los melómanos entendidos, brindarle respeto y veneración a la personalidad, a la trayectoria, al artista de proporciones épicas. Y es que no hay manera, de evitar rendirse a lo que fue, pero también a lo que puede seguir siendo: la manera que eleva las canciones populares, provengan de la zarzuela, el musical, la opereta o del canon más fino de canción popular mexicana.

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El tenor acudió a este programa, luego de posponerlo por una operación que le impidió disfrutar antes su homenaje, con un repertorio incuestionablemente adecuado a las naturales limitaciones de un instrumento vocal de 74 años; que huelga insistir, sigue siendo el más longevo en los terrenos de la ópera y uno de los que mejor se saben utilizar según cada estilo que se aborda, cosa que tiene que ver con técnica, con un amplísimo conocimiento y con un don natural de comunicación.

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Si bien su primer inciso, “Perfidi!… Pietá, rispetto, amore” del Macbeth verdiano, no dejó la mejor impresión, tanto por emisión como por dicción, no hubo nada cuestionable en el dueto “Pura siccome un angelo”, de La Traviata, que hizo con Katzarava. Ya los puristas que lo han escuchado en un teatro sin sonorización dirán qué tan adecuada va siendo su faceta como barítono, pero creo que, al menos el Giorgo Germont del segundo acto de esta ópera de Verdi, requiere más de un artista creíble como actor, más de ciertos fraseos e inflexiones musicales, que del color de una tesitura.

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El resto del programa solo abona a mantener la imagen del gran cantante, intérprete y artista que sigue siendo: su tan característico fraseo, su inconfundible timbre elegante. Y el estricto apego al estilo de los géneros líricos ligeros a los que ha acudido; como en sus mejores tiempos lo hizo también entre las distintas corrientes operísticas. Algo que puede todavía aprender Katzarava, y la enorme mayoría de cantantes, quien se sintió incómoda en estas selecciones, pero espléndida en su “Ebben? Ne andró lontana”, de La Wally de Alfredo Catalani al inicio del concierto o en su “O mio babbino caro”, de Gianni Schichi de Puccini, en los encores.

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Entre la selección de comedia musical dedicada a Lowe y Bernstein, donde del dueto “Tonight” de West Side Story fue lo mejor, como selección y como interpretación, la de opereta consagrada a Lehár con incisos de La viuda alegre y El país de las sonrisas, la de bolero, donde el tenor ofreció Solamente un vez de Lara y Katzarava Despedida de Grever, y la de zarzuela, que recordó la gloria de la mexicana al ganar el Operalia con las “Carceleras” de Las Hijas del Zebedeo, de Chapí, y él con “Luché la fe” de la clásica Luisa Fernanda, de Torroba, hubo ejecuciones de la orquesta de Minería y del hijo del cantante, “Placi”, quien ofreció en inconfundible –pero no lograda– imitación del fraseo de su padre dos boleros (Sabor a mí de Álvaro Carrillo y Aquellos ojos verdes de Alfredo Utrera y Nilo Menéndez).

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Minería, de la mano de otro legendario coach vocal, Eugene Kohn, tuvo problemas evidentes en el transcurso de la noche, algunos por la batuta –pocas tan poco claras como la de él–, algunos por una plantilla de músicos diferente a las recientes apariciones de esta orquesta: desfases y afinación, los más evidentes. La obertura de El Barbero de Sevilla, de Rossini, con que inició el festejo, fue el manifiesto de que se estaba ante una orquesta totalmente diferente a la que días atrás brindó el más alto nivel de acompañamiento a la gala de la soprano alemana Diana Damrau en la Sala Nezahualcóyotl.

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Insípidos resultaron también el Danzón no. 2 de Márquez que se encomendó a la batuta José Areán, quien de igual forma dirigió los boleros en el programa. Y antes, el popurrí orquestal de temas de The Sound of music, de Richard Rodgers.

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Para el registro: sobresalientes algunos solos en la orquesta, de la concertino Shari Mason, del clarinetista Sócrates Villegas y del trompetista James Ready.

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Ya con evidente cansancio, Domingo todavía acudió a una larga serie de encores muy aplaudidos que alargaron la velada por casi tres horas y media, con temas de Consuelo Velázquez, Alfonso Esparza Oteo, José Alfredo Jiménez, John Denver, además del clásico Cielito Lindo.

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FOTO: Durante la velada de este 10 de noviembre por su 55 aniversario de carrera profesional, el tenor español Plácido Domingo estuvo acompañado por su hijo Plácido, la soprano mexicana María Katzarava y la Orquesta Sinfónica de Minería/EFE.

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