Poemas al oído del perro
Por: Javier Acosta
—1—
También yo tuve que aprender
a pararme en dos patas
para ganar mi plato de comida.
También sé oler el miedo
y esconder el rabo;
pero mi amo es invisible.
—2—
¿Puedes soñar a veces que eres un lobo,
tienes recuerdos del pezón de tu madre,
te estorban los colmillos,
no sabes qué decir;
también te sientes un extraño
entre los altos hombres?
—3—
Eres completamente el perro.
Pero si te confieso, a mí
algo me falta y algo
me sobra de ser hombre.
Quizás también a ti
algo te sobra ya del lobo,
algo te falta para siempre
de los hombres.
—4—
Conoces tu lugar,
sabes que eres el último,
que no tendrás jamás una silla a la mesa,
que tu deber es salir a cagar a la calle,
que eres aún
más pasajero que tu dueño.
—5—
Me he soñado desnudo
¿te has soñado vestido,
has padecido mi vergüenza?
—6—
Te has quedado pegado a tu consorte
luego de los breves minutos
de la reproducción. Qué triste
es intentar separarse.
Qué embarazoso el dolorido lapso
de la desinflamación —del corazón,
de los maltrechos genitales.
—7—
Maestro de la escucha,
enséñame otra vez
a retirar la garrapata
del oído.