El arte popular y las bellas artes en la 4T
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El discurso político-cultural del nuevo gobierno se mantiene sin rumbo, ante un panorama donde los buenos deseos pretenden solucionarlo todo
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POR CARLOS LARA G.
Muchas eran las esperanzas por parte de la comunidad cultural en este nuevo gobierno que, por el momento, ha puesto vino nuevo en odres viejos, dejando un mal sabor de boca en estos dos ámbitos de la cultura en poco más de cien días en los que destacan las cancelaciones de proyectos, programas e iniciativas. En lo que toca al arte popular, las palabras del poeta Mardonio Carballo –vaya paradoja– podrían describir a la perfección su situación. Hace un par de años, al abandonar decepcionado el Congreso Constituyente de la Ciudad de México, espacio que la izquierda le había reservado para sellar con el marchamo de los derechos culturales la redacción de la mal llamada Constitución de la Ciudad de México –que en realidad fue un pobre catálogo de reivindicaciones–, Mardonio señaló que había entrado a este proceso convencido de que las comunidades originarias eran ya sujetos de derechos; sin embargo, salió constatando que aún eran objeto de estudio.
Uno de los proyectos más complejos de la Tetratransformación por lo ambicioso que resulta en su totalidad, es el denominado Tren Maya, que ha omitido considerar las consultas a que obligan tanto el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, la propia Constitución General de la República, en su artículo 2do., y la Ley de Planeación, que además establece la necesidad de observar el principio de Factibilidad Cultural en el desarrollo de este tipo de proyectos. De forma casi burlesca, por lo menos así pareciera, el entonces Presidente electo mandó realizar una consulta sobre el tren. Posteriormente, como Presidente en funciones, realizó una consulta más, pero esta vez, a la madre tierra. Cabe señalar que ninguno de estos ejercicios tiene validez, pues no figuran en algún convenio internacional, ni en la Constitución, ni en la Ley de Planeación.
La propia relatora de Naciones Unidas, Victoria Tauli-Corpuz, se ha visto en la necesidad de declarar que las consultas del presidente no garantizan los derechos de los pueblos indígenas. A todo esto, la secretaria de cultura, Alejandra Frausto, se ha limitado a decir que establecerán una mesa de análisis. En declaraciones más recientes, ha señalado que si hubiera afectación al patrimonio se retrasaría el Tren. De las consultas no ha dicho nada y menos del estudio de Factibilidad Cultural. El colmo. El presidente de la República pidió hace un par de semanas al Rey de España que ofreciera una disculpa pública a los pueblos originarios por lo ocurrido hace 500 años, en el marco de la denominada Conquista de México, pero él mismo no los quiere ni consultar en la realización de su pretendido Tren Maya.
En el terreno del Arte Popular Mexicano, hemos visto cómo la iconografía de estas mismas comunidades no deja de ser plagiada y explotada comercialmente por empresas nacionales e internacionales, grandes y pequeñas. Vamos, recientemente el propio Ministerio de Educación de Brasil, se apropió indebidamente de una imagen muy popular de Jesús Helguera, sin que haya hasta el momento un posicionamiento o declaración por parte del Ejecutivo. Hemos hecho llegar por escrito esta inquietud a la Embajada de Brasil, a la Secretaría de Relaciones Exteriores y a Secretaría de Cultura, de quien depende ahora el Instituto Nacional del Derecho de Autor, pero hasta el momento no hemos recibido contestación.
La Recomendación 35 de la CNDH
Aunado a lo anterior, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, emitió hace un par de meses la Recomendación General 35, en la que solicitó de forma puntual a los poderes Ejecutivo y Legislativo federales: “Impulsar políticas públicas y promover una asignación presupuestaria que garantice la protección, salvaguarda, preservación, promoción y desarrollo integral del patrimonio cultural de los pueblos y comunidades indígenas, en la que se garantice su participación, basándose en un enfoque de derechos humanos”. Asimismo, la creación de una ley que establezca un sistema interinstitucional, con participación de los pueblos y comunidades indígenas, a través del que se coordinen esfuerzos, para garantizar el reconocimiento colectivo sobre sus creaciones, y su correcta promoción. Esta recomendación estableció un plazo de 30 días hábiles para presentar las Pruebas de Cumplimiento, mismo que venció el 13 de marzo, y sólo respondieron seis estados y cinco legislaturas: Colima, Guanajuato, Guerrero, Puebla, Tamaulipas y Yucatán. Las legislaturas son Chiapas, Guanajuato, Oaxaca, Quintana Roo y Zacatecas. Ni la autodenominada Ciudad de los Derechos, la Ciudad de México, ni el Poder Legislativo (que ha presentado tres iniciativas), ni el Ejecutivo, se tomaron la molestia de responder.
A todo esto, la secretaria de cultura, sólo ha dicho que establecerán otra mesa de análisis con la participación de diferentes instancias de la que nada se ha sabido. Aquí surge una pregunta ¿Por qué no considerar esto en la reciente presentación del Programa Nacional de Cultura Comunitaria? Y es que, contrario a ello, Alejandra Frausto ha presumido en su cuenta de Twitter un convenio de colaboración con Semarnat, que califica de histórico porque, según ella, será para proteger el patrimonio biocultural de México, generando bienestar, a través del arte, la cultura y el medio ambiente (Sic). Es decir, todo lo que está en riesgo en la construcción del Tren Maya y la apropiación indebida de la iconografía popular por parte de empresas, que sus mesas de análisis siguen analizando…
El Programa Nacional de Cultura Comunitaria tiene aspiraciones que rebasan las expectativas del militante más optimista de la denominada Tetratransformación. No cuenta con ningún respaldo sólido. Alguien seleccionó un universo de 720 municipios ¿Bajo qué criterios? Nadie lo sabe. La propia Alejandra Frausto asegura que a lo largo del sexenio llegarían con este programa a todos los municipios del país. No sé si sepa que son alrededor de 2 mil 500.
Y qué decir del Fondo Nacional para el Fomento a las Artesanías (Fonart), que las nuevas autoridades han decidido sacar de la Secretaría de Desarrollo Social, para llevarlo a la de Cultura. Así, sin diagnóstico, quizá para seguir haciendo bellos libros y grandes seminarios en torno al arte popular y sus artesanos. Hoy que los diseños artesanales están siendo plagiados y explotados indebidamente, hoy que el desarrollo del diseño mexicano está revitalizando esta iconografía; hoy que Amazon está vendiendo desde 2018 las creaciones de los maestros del Arte Popular Mexicano dentro y fuera del país, a las autoridades culturales les da por colocar este fondo en la carretera equivocada.
Habrá que decir aquí que los integrantes de las peregrinas mesas de análisis que tanto anuncia la secretaria de cultura son quienes debieron elaborar las pruebas de cumplimiento que debía presentar el Presidente para dar contestación en tiempo y forma, a la Recomendación General 35 en materia de derechos culturales que emitió la CNDH. Es más, ahora que Indautor pertenece a Secretaría de Cultura, la titular podría encabezar una estrategia de acercamiento con las empresas que están haciendo apropiaciones indebidas de la iconografía popular. Su director general jurídico debería saber que la Ley Federal del Derecho de Autor, cuenta con un capítulo especial “De las Culturas Populares”, que va del artículo 157 al 161, en el que establece que dicha ley protege las obras literarias, artísticas, de arte popular o artesanal, así como todas las manifestaciones primigenias en sus propias lenguas, y los usos, costumbres y tradiciones de la composición pluricultural que conforman al Estado Mexicano, que no cuenten con autor identificable.
La secretaria de cultura puede actuar desde este momento, no requiere de una mesa de análisis, ni de que el Poder Legislativo elabore una ley específica, como lo ha solicitado la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Pasa que la Comisión tiene la mirada puesta en un tipo ideal weberiano de ley, pero se puede comenzar por lo que es posible de momento, que permite de sobra establecer una relación de aprovechamiento. El artesanal es uno de los sectores que requieren más apoyo, tanto para defender sus diseños, mediante un esquema de aprovechamiento y no de explotación; como para ser incorporados de forma digna en un régimen fiscal; incluso para tener posibilidades de vender sus creaciones con mayor facilidad, en la carretera de la economía, por la que transita Amazon. Se espera mucho de la secretaria de cultura en esta materia, porque viene de desempeñarse en el área de Culturas Populares, porque conoce labor artesanal, aunque lo hasta aquí señalado, nos lleve a pensar que no es así.
Es precisamente por todo esto que recurro a las palabras del poeta Mardonio Carballo para ilustrar lo que creo ocurre con el arte popular mexicano y sus creadores, las comunidades originarias, que en lugar de ser consideradas y atendidas como sujetos de derechos, optan por seguir viéndolos como objetos de estudio, como escenografía simbólica en una toma de protesta; como locación, recreación y ambientación de una consulta a la madre tierra.
Las Bellas Artes
En relación a las Bellas Artes, es quizá “Lord Condesa”, el subsecretario Desarrollo Cultural, Edgar San Juan, y el escritor Mario Bellatin, quienes mejor nos pueden ayudar a entender la visión de la Tetratransformación. La pretendida utilidad pública y esa suerte de propiedad utilitaria que quiere dar la Tetratransformación al trabajo de los creadores están lejos de ser parte de una política cultural de bases sólidas, consensuada con la comunidad artística y los agentes culturales, pero sobre todo pertinente en una institución que tiene la difícil tarea de replantear su misión, objetivos y alcances, de la mano de la experiencia y el talento de los creadores, haciéndoles entender que no son ellos los destinatarios de las acciones públicas en materia de arte y cultura, sino los ciudadanos a través de lo que ellos hacen. Por lo pronto, cuenta con un “diagnóstico” que han decidido dejar estacionado (Sic), y una encargada de despacho.
Los problemas de la Tetratransformación en la promoción del arte y la cultura son básicamente dos. El primero, que llegó sin cuadros para superar la era de Tovar y de Teresa. Ni Laura Esquivel, ni Horacio Franco, ni Luis Mandoki decidieron integrarse a la función pública. El reclamo para la Tetra es que debe dejar a los creadores ser creadores, porque es justo ahí donde se origina el segundo problema. Quienes sí decidieron formar parte de la Secretaría son funcionarios con mentalidad de creadores. Así fue la actitud de Bellatin. El problema es que no se asumen como lo que en verdad son en este momento, funcionarios.
Ahora bien, en la promoción de las bellas artes no todo es el Fonca, por lo que se espera mucho más de Lucina Jiménez al frente del INBA, quien tiene experiencia, trayectoria y voluntad de hacer bien las cosas. Sin embargo, lo anterior no le exime de los añejos problemas inherentes al Instituto, como la situación laboral de los trabajadores.
¿Cómo queremos al Estado en el fomento al arte y la cultura?
Para responder esta pregunta, recurriremos a Cummings y Katz (1987) y su clasificación en esta materia. Dichos autores establecen cuatro modelos de apoyo estatal a las artes y la cultura: el Estado Facilitador, el Estado Patrocinador, el Estado Arquitecto y el Estado Ingeniero. Son roles o modelos que reflejan la manera en que diferentes países promueven estos ámbitos, así como el grado de libertad política que permiten.
Según los autores, Estados Unidos ha adoptado el rol de Facilitador, al crear una diversidad de fuentes de financiamiento a través de una política impositiva, que brinda libertad de opción a los individuos y corporaciones donantes. Suele financiar las artes a través de la reducción de impuestos de acuerdo a los deseos de individuos y corporaciones donantes. Asimismo, las donaciones al arte son deducibles de impuestos; cabe señalar que estamos hoy ante un modelo que pasa por una profunda renovación, a partir de la desaparición del National Endowment for the Arts en la administración Trump.
En Gran Bretaña y otros países de su comunidad, el modelo de Estado Patrocinador; basado en el principio de la autonomía, a través del cual el gobierno ha venido determinando el monto de los fondos que proveerá y un consejo seleccionando a quiénes se otorgan, ha financiado las artes a través de consejos autónomos. El gobierno determina el total de las aportaciones a distribuir, pero no decide que organizaciones o que artistas deben recibir dichos apoyos. Los directores en este modelo cumplen sus funciones independientemente de los intereses cotidianos de los grupos políticos en el poder, algo similar a un fideicomiso ciego. Las decisiones de asignación de recursos son generalmente hechas con la asesoría de artistas profesionales que trabajan con el sistema de evaluación de sus pares. Su objetivo es promover estándares de excelencia de los artistas profesionales. A la fecha, el gobierno británico continúa con este rol a pesar de que varios comités del Parlamento han recomendado la creación de incentivos para estimular las donaciones privadas. Veremos las consecuencias del Brexit, tanto como si deciden quedarse en la Unión Europea como si salen de ella, pues la geopolítica impacta y determina cada vez más la geocultura de cada país.
Desde la llegada de los denominados gobiernos “democráticos”, el rol de Estado Arquitecto comenzó a tomar la forma de ministerios. Aquí, el nivel económico de los artistas está determinado por su pertenencia a agrupaciones gremiales cercanas a la orientación del gobierno en turno, nos dicen los autores. De tal forma que, cuando un artista llega a tal grado, pasa a ser un servidor civil con algunas formas de ingresos seguras. El nivel económico de las empresas artísticas es determinado casi exclusivamente por un financiamiento directo del gobierno.
En tanto que el Estado Ingeniero en la cultura es dueño de todos los medios artísticos de producción. Oficialmente financia sólo el arte que alcanza los niveles políticos de excelencia. Las decisiones de financiamiento son tomadas por comisarios políticos que intentan alcanzar metas de educación o re-educación política y no la excelencia artística. Los especialistas señalan que la dinámica política del Estado Ingeniero es oscilante, pues las decisiones de apoyo son constantemente revisadas para reflejar la siempre cambiante línea del partido. Este modelo es atractivo para un régimen totalitario porque focaliza la energía creativa de los artistas hacia las metas políticas oficiales. El estatus económico del artista es determinado por la militancia en sindicatos de artistas aprobados oficialmente por el partido. Quien no pertenece a dichas organizaciones, por definición, no es un artista. Las empresas artísticas son propiedad del estado y gestionadas por éste.
En México, tenemos un modelo emergente en el discurso que quiere terminar con todo lo anterior y fundar instituciones culturales nuevas, y un arte socialmente útil. Esperemos que no terminen confundiendo la justicia social con la beneficencia pública, ni lo grandote con lo grandioso y que su afán por instalar una nueva estatuaria pública en la conciencia de los mexicanos no termine alimentando y dando forma a un regresivo modelo hegemónico de creación y difusión cultural. Hay demasiadas muestras de querer volver a reeditar la historia de bronce. Juárez, Zapata, Villa, Cárdenas… Véase la forma en que fue presentada la nueva vocación de las Islas Marías. Los necios símbolos del Presidente no le permiten ver, por ejemplo, el potencial del patrimonio insular mexicano por tener la mirada puesta en una isla y en la reivindicación de un preso (José Revueltas). Primero dijo que sería una especie de Los Pinos II; después dio marcha atrás, no sabemos por qué. En lo personal creí que haría un estudio mínimo del tema, pero no. En el marco de sus cien días de gobierno (lo que son las cosas, en honor a Franklin D. Roosvelt, le guste o no) señaló que las Islas Marías, en honor a Revueltas, dejarían de ser una cárcel para convertirse en un espacio para los jóvenes, guardianes de la naturaleza. Así, con esos datos y esos indicadores en la mano. Los lectores de Revueltas estallaron de júbilo en las oficinas del Fondo de Cultura Económica.
En síntesis, el gobierno de la Tetratransformación sólo atina a decir, a través de la Secretaría de Cultura, que instalarán mesas de análisis. Grande está quedando el pretencioso slogan de cambiar la cultura del poder, por el poder de la cultura.
FOTO: Presentación del Programa Cultura Comunitaria por la secretaria de Cultura Alejandra Frausto en Tlaxcala el 25 de febrero de 2019. / Omar Contreras / EL UNIVERSAL