Pueblos mágicos: la vida después del sismo
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Los Pueblos Mágicos, atractivos turísticos por sus tradiciones y patrimonio cultural, se recuperan de los sismos, cada uno a su ritmo. Mientras algunos retomaron sus actividades una semana después del evento, otros continúan con sus templos cerrados ante el riesgo de colapso
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POR YANET AGUILAR SOSA
Tepoztlán, Morelos. A lo largo de toda la bóveda de la Iglesia de la Natividad, en Tepoztlán, Morelos, tres amplias grietas atestiguan los daños que ese recinto religioso sufrió debido al sismo del 19 de septiembre; también quedan como recordatorio los restos colapsados del mirador del mismo conjunto conventual dominico que data del siglo XVI y que además reporta fracturas en algunas paredes y techos de sus crujías. Sus heridas se suman a las de otros inmuebles culturales, religiosos y civiles que viven en el corazón de ese Pueblo Mágico.
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La aparente calma ha vuelto a ese poblado de Morelos que tiene entre sus sitios más emblemáticos la Pirámide del Tepozteco. Desde el pasado 15 de diciembre, los turistas comenzaron a volver a ese Pueblo Mágico que lucha por recuperar su vida cotidiana, pero aún no lo logra. A cada tanto la mirada se topa con casas dañadas, torres y bóvedas apuntaladas, inmuebles religiosos cerrados que obligan a celebrar la misa en sedes alternas.
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Recorrer las calles empedradas de Tepoztlán y adentrarse en el mercado gastronómico, donde se comen las tradicionales quesadillas y los tamales de colorines, es una actividad cada día más recurrente pero que no ha vuelto del todo a la normalidad; en varios espacios, sobre todo religiosos, se aprecian los estragos dejados por el sismo. Además del Templo de la Natividad o de la Anunciación, hay otras capillas afectadas.
La vida después del sismo. Un recorrido por los pueblos mágicos. Ve el video
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La Capilla del Barrio de Los Reyes sufrió graves daños. Su cúpula es un cuerpo con varias heridas profundas. Las dos torres quedaron tan lastimadas que los restauradores dicen que hubiera sido mucho más fácil reconstruirlas totalmente que restaurarlas en las condiciones en que están.
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Angélica Bello Rodríguez, mayordoma de la Capilla del Barrio de Los Reyes, asegura que el sismo les cambió la vida. “Nos duele mucho lo que sucedió. Al ver nuestras iglesias deshechas dan ganas de llorar”.
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Igual situación vive su vecina, la Parroquia del Barrio de San Pedro, la pequeña iglesia que está a unas cuadras del Barrio de Los Reyes, quedó con tales daños que los pobladores obligaron al mayordomo a trasladar su casa a la parroquia para cuidar las imágenes y evitar el vandalismo. Se negaron a que sacara las imágenes y las llevara a su casa.
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Sin embargo, la más emblemática de todas es la Parroquia de la Natividad, que forma parte del conjunto conventual donde está el Museo Ex Convento de Tepoztlán. El acceso principal al inmueble aún permanece inhabilitado porque hay riesgo de colapso en el atrio. La clausura del acceso principal ha obligado a las autoridades religiosas a oficiar misa en un pequeño espacio del atrio, el más alejado a la fachada de la iglesia.
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Las autoridades del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) que administran el Museo Ex Convento de Tepoztlán —salvo la iglesia— han ideado un nuevo acceso al recinto y una nueva ruta de visita para el turismo. No se puede ver todo el convento y menos el mirador, cuyos restos permanecen en el patio trasero del inmueble, pero a cambio los visitantes pueden recorrer los 3 mil metros de Las Huertas del Convento, un área que no estaba dentro de la visita.
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Hoy, ese recinto religioso que fue construido entre 1555 y 1580 por los indígenas tepoztecos bajo las órdenes de los frailes dominicos —declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1994— muestra sus heridas. Hay fisuras en paredes y techos que cruzan sus murales; sus torres están apuntaladas y en algunas almenas fijadas con cinturones de seguridad.
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“Este año se llevará a cabo la consolidación del convento, en cuanto a fisuras menores que sufrieron las bóvedas, y la restitución del mirador. Lo que sí tuvo daños más importantes fue el templo: las dos torres estuvieron a punto del derrumbe y la bóveda, que presenta tres grietas profundas a todo lo largo, requiere de un trabajo que, según los especialistas, puede durar de dos a tres años”, afirma la historiadora Marcela Tostado Gutiérrez, directora del Ex Convento.
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De septiembre a noviembre, dice, el equipo acondicionó espacios para generar una nueva ruta para el visitante. Eran muchos los que solicitaban entrar al convento. El 15 de diciembre reabrieron al público a través de la puerta lateral de la calle Zaragoza. Desde entonces han recibido 9 mil visitantes al mes, pero aún no alcanzan el promedio mensual de hasta 14 mil visitantes.
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Mónica Reyes Fuchs, secretaria de Turismo de Morelos, dice que en el caso específico de Tepoztlán registraron, tras el sismo y durante las primeras semanas, una baja en la afluencia de visitantes. “Nos percatamos que hubo entre un 10 y 15 por ciento menos de ocupación hotelera; sin embargo, durante la temporada invernal de 2017 se presentó un fenómeno interesante y alentador, pues los motores de búsqueda online para reservaciones y compra de noches de hotel reflejaron que tuvimos una ocupación entre el 90 y el 100 por ciento”.
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La funcionaria dice que la infraestructura turística se vio afectada principalmente en la parte cultural. Pese a ello, la oferta de hospedaje, gastronomía y de servicios turísticos operó con normalidad una semana después del sismo, a un 90 por ciento de su capacidad.
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“De acuerdo con el monitoreo realizado por la Secretaría de Turismo de Morelos, el primer fin de semana largo de este año los hoteles de Morelos tuvieron una ocupación del 72.5 por ciento, lo que indica que casi 70 mil personas decidieron dormir en nuestro estado. En Tepoztlán se registró una ocupación hotelera del 75 por ciento y el sábado en todo Morelos una global del 89.6 por ciento”, dijo Reyes Fuchs.
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La actividad en las calles ha comenzado a recobrarse. En el mercado las marchantas aseguran que las ventas se van recuperando y que la afluencia de visitantes va cobrando su ritmo, pero también reconocen que aún no se restablece el trajín cotidiano ni las muchedumbres de los fines de semana. Más bien han tenido que adecuarse a las condiciones actuales y a las necesidades.
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“Desde luego hay una gran afectación en todo el estado de Morelos, pero de ninguna manera merma el turismo pues hemos buscado estrategias de reactivación turística. Con base en datos preliminares se estima en más de 3 mil millones de pesos los daños a los monumentos históricos, mil viviendas afectadas, dos hospitales y 17 escuelas de educación básica que se tienen que rehacer completamente”, afirma la secretaria de turismo.
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En esa situación se inscribe Tlayacapan, el segundo Pueblo Mágico de Morelos, donde se localiza otro de los 14 inmuebles de la Ruta de los Conventos, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco —once pertenecen a Morelos y los otros tres a Puebla—. El Convento de San Juan Bautista sufrió daños severos: la nave principal tiene fracturas profundas y un agujero en el techo. Las otras 18 capillas del pueblos tienen daños estructurales.
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“Como Pueblos Mágicos evidentemente tenemos que seguir la normatividad que incluye la participación del gobierno estatal a través de la secretaría de Turismo, los municipios y la sociedad representada por el Comité Pueblo Mágico; tener el distintivo es sinónimo de compromiso, de trabajo y participación, donde se garantiza el sano esparcimiento de los habitantes, de los turistas y visitantes nacionales y extranjeros”, explica Reyes Fuchs.
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El distintivo de Pueblos Mágicos ha ayudado a reactivar de manera más rápida la vida cultural y turística en lugares como Tepoztlán y Tlayacapan, en Morelos; pero también ha sido vital en otras entidades como Estado de México y especialmente en Puebla, donde los daños fueron muy severos y donde al menos dos de los nueve Pueblos Mágicos resultaron muy afectados: Cholula y Atlixco.
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El Programa de Pueblos Mágicos y Destinos Prioritarios (PROMÁGICO) fue establecido en 2001 para otorgar subsidios a las entidades federativas con el objetivo de mejorar la calidad de estos destinos, productos y servicios turísticos, así como estimular y fomentar la inversión pública y privada; para generar derrama económica, empleo, desarrollo social y económico en beneficio de la comunidad. Esa razón de ser del programa ha implicado una reactivación más rápida.
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Es el caso de Atlixco, donde todavía el panorama es desolador, pero desde el 25 de noviembre, apenas dos meses después del siniestro, las autoridades municipales instalaron sin retraso el espectáculo de luces llamado Villa Iluminada, que se realizó desde la última semana de noviembre hasta el 6 de enero y que superó los 700 mil visitantes de 2016.
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El perímetro entre Libertad, 6 Oriente y 3 Norte es un territorio devastado en su patrimonio histórico, religioso y civil. El Conjunto Conventual de Santa Clara, por ejemplo, registra daños, lo mismo que el templo de Nuestra Señora de la Merced, cuya cúpula se colapsó; tal como le ocurrió a la mitad del hotel artesanal Olinalá, la mitad que se mantuvo en pie sigue hospedando turistas mientras la mitad colapsada es reedificada.
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Rutilo Rodríguez, trabajador de Turismo de Atlixco, afirma: “Muchos dicen que los turistas vinieron por morbo para ver cómo había quedado el pueblo por el sismo; otros dicen que el turismo vino por solidaridad, quién sabe, pero la Villa del año pasado sí tuvo mucho más visitantes”.
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Sea por morbo o por solidaridad, sea por la necesidad de reconstruir la vida cotidiana y recibir el turismo, Atlixco reactiva su economía. Recuperarse no será fácil, hay otros templos afectados: la Parroquia de Nuestra Señora de la Natividad; el conjunto conventual de El Carmen, que era centro cultural y de convenciones; la Capilla de San Miguel y el Templo de San Francisco, localizados en el Cerro de Atlixco.
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En este Pueblo Mágico se contabilizan por lo menos 40 inmuebles históricos, y alrededor de 15 de arquitectura civil. Los dueños de estos inmuebles son los más descontentos, no sólo porque la reconstrucción lleva tiempo, sino porque sigue procesos. Ser Pueblo Mágico implica responsabilidades, y ser patrimonio histórico también.
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Una pequeña empresaria de pan integral en la calle 6 Oriente lamenta estar en medio de la destrucción. Su casa sufrió daños cuando el vecino tiró su propiedad sin autorización del INAH y aunque le suspendieron la obra el daño estaba hecho. También dice que no hay ventas. Su panadería está frente a otra obra destruida y suspendida por el INAH, y ya nadie cruza la calle.
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“El INAH impide hacer cualquier cosa; yo lo que hice fue fortalecer mi casa, me hubieran dicho que no, pero qué puedo hacer. Durante la Villa Iluminada se llena, ya vienen temporadas bajas y será hasta Semana Santa que se reactive”, dice el dueño de un estacionamiento en la calle Libertad.
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“Estamos coordinados con el ayuntamiento, en algunos casos con el gobierno estatal para cuestión de inmuebles con calidad turística y con servicios turísticos, y estamos dando a los habitantes toda la normatividad… lo importante es que resolvamos el problema, no es de un día, pero estamos intentando resolver estos casos”, afirma Barquero Díaz Barriga, del equipo de INAH-Puebla.
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Otro de los Pueblos Mágicos que es ejemplo de reactivación es Cholula. La familia Cuacuas Pérez, que tiene la mayordomía, impulsó que el INAH pusiera manos a la obra en la restauración de las dos torres colapsadas de la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, que se ubica sobre la Pirámide de Cholula, la más grande de México. Desde el 15 de diciembre abrieron sus puertas al turismo y a la fecha ya han concluido al cien por ciento los trabajos en el santuario.
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Pero no todos los Pueblos Mágicos tienen igual suerte. En Malinalco, uno de los nueve pueblos con esta distinción que tiene el Estado de México, el turismo se recupera poco a poco. Sin embargo, la Parroquia del Divino Salvador y el Convento Agustino, principales atractivos de la localidad, sigue en ruinas. El proceso de recuperación será largo pues las afectaciones son casi del ochenta por ciento.
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Malinalco está severamente afectado. Hay 678 casas dañadas. En 35 casos no localizaron a los dueños. 234 representan pérdida total y 409, pérdida parcial. A muchas familias les ha costado levantarse porque algunos son comerciantes de hojas de té, sin recursos para reconstruir sus casas.
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En Chiapas, las iglesias de Santo Domingo, San Jacinto, El Calvario y San Gregorio, en el Pueblo Mágico de Chiapa de Corzo, están cerradas a los feligreses y al turismo, debido a los daños que sufrieron por el terremoto del 7 de septiembre. Sus estructuras tienen daños de hasta un 90 por ciento. El sismo de 8.2 grados dañó 278 templos en el estado de Chiapas, varios de ellos son edificios que datan del siglo XVI y XVII y se ubican en San Cristóbal de las Casas y Chiapa de Corzo, dos de los cuatro pueblos mágicos en esta entidad.
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Los sismos del 7 y 19 de septiembre dejaron graves daños en el patrimonio histórico, cultural y turístico. Afectó la infraestructura de varios Pueblos Mágicos. Pero para muchos de esas poblaciones ha sido un aliciente, un motor para reinventarse, porque la vocación turística y cultural es más fuerte.
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FOTO: Uno de los edificios más dañados por el sismo del 19 de septiembre en Morelos es la Iglesia de la Natividad, en Tepoztlán. / Tony Rivera / EL UNIVERSAL
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