¿Qué es una idea?
Pueden surgir de la experiencia directa del mundo o son el resultado de la reflexión y la imaginación; vehículos por los que el conocimiento se construye
POR HUGO ALFREDO HINOJOSA
Historia de la filosofía
“Ten menos curiosidad por las personas y más por las ideas”, tajante declaración de Marie Curie.
En el vasto universo del mundo de las ideas, es decir, en el todo que nos rodea y en su infinito, existen falsos profetas. ¿Quiénes son estos? Sencillo: aquellos que hablan demasiado y se extienden equivocando sus definiciones e interrumpiendo, de manera insolente, a quienes intentan mantener una conversación. Hablar en exceso y por encima de los demás podría considerarse sinónimo de inteligencia; sin embargo, esa misma rapidez puede ser la enemiga número uno de los declamadores, ya que, tanto en el teatro como en la vida real, quien habla en exceso [y es rimbombante] no escucha y, por ende, desilusiona.
Inicio con esta frase de Curie porque a mí me interesa más cómo piensan las personas, que las tareas o las proyecciones inmediatas que pueda dejarme alguien con quien converso, a quien escucho o leo. A lo largo del tiempo, grandes figuras literarias me han desilusionado al dialogar con ellas, no porque sean poco relevantes en su universo, sino porque las ideas que expresan fuera de su zona de confort se contraponen con su discurso armado. No se puede fingir el mundo de las ideas, no podemos traicionar cómo pensamos.
En mi columna de esta semana en EL UNIVERSAL [https://shorturl.at/grsRU], criticaba el proceder de una académica de nombre Renata Turrent, a quien yo consideraba coherente. No obstante, en los últimos meses, su trayectoria se trastocó hasta intentar modificar su discurso académico hacia una instrumentación de la teoría aplicada al servicio de la política. Su gran error fue justificar, para el nuevo régimen, un descenso técnico de los homicidios dolosos y de la violencia en el país a manos del crimen organizado, pero inicia su defensa diciendo: “es cierto que el acumulado de homicidios es más alto [este sexenio], pero no debe tomarse como cierto para evaluar una política pública”. Saquen ustedes sus conclusiones acerca de la ética a partir de las ideas.
¿Pero qué son las ideas? En la filosofía, la distinción entre idea y concepto ha sido objeto de intensos debates que se remontan a los inicios del pensamiento humano. Desde los antiguos griegos hasta los filósofos contemporáneos, la exploración de estos ha sido fundamental para comprender la naturaleza del conocimiento y la mente humana. Una idea, en su esencia, puede entenderse como una representación mental y abstracta que surge como respuesta a la percepción o la reflexión.
Platón argumentaba que las ideas, o formas, son entidades eternas y universales que existen independientemente de la mente humana. Para Platón, las ideas son la realidad última y perfecta, mientras que las cosas que percibimos en el mundo material son meras sombras o copias imperfectas de aquellas. Aristóteles sugería que las ideas son abstracciones que surgen de la experiencia sensorial y la reflexión racional. Para este, las ideas son universales y se encuentran en los objetos individuales.
Por otro lado, los conceptos son construcciones mentales más elaboradas que surgen de la manipulación y combinación de ideas. En su Crítica de la razón pura, Immanuel Kant exploró la naturaleza de los conceptos y argumentó que estos son herramientas de la mente humana para organizar y comprender la experiencia. Según Kant, los conceptos son categorías a priori que estructuran nuestra percepción del mundo y nos permiten formar juicios y razonamientos.
Para Ludwig Wittgenstein, los conceptos son construcciones lingüísticas que se definen por su uso en el lenguaje. Según él, los límites de nuestro lenguaje determinan los límites de nuestro mundo conceptual y los conceptos solo tienen sentido en el contexto de un juego de lenguaje específico.
Pero ¿qué significa todo esto y de qué me sirve?
Me lo explico de esta forma: nos guste o no, todos nacemos sometidos a un contexto social, cultural, político, geográfico, religioso y familiar que nos trasciende. Así, un niño nacido en África no pensará como lo hace otro nacido en Asia o América. Inclusive nosotros, como mexicanos, no somos los mismos en todas las entidades del país. Yo nací en el norte y mi concepción del trabajo es distinta de la concepción de una persona del sureste. No ahondaremos en detalles para no perdernos en análisis antropológicos.
Una idea puede entenderse como una representación abstracta que surge en la mente humana, compuesta por imágenes, pensamientos o impresiones sensoriales. Las ideas pueden surgir de la experiencia directa del mundo que nos rodea o pueden ser el resultado de la reflexión y la imaginación. Son elementos fundamentales en el proceso cognitivo y creativo del ser humano, ya que nos permiten comprender e interpretar la realidad que nos rodea.
Así pues, sigamos por un momento a Descartes: de entrada, ya existo en Asia o América; luego entonces, conozco las cosas a partir de cómo se me han presentado en contexto. El arroz es blanco en China y rojo en México. Son dos realidades que nos llevarán a pensar el mundo diferente y, si llegara a darse un encuentro entre un chino y un mexicano, tendrían discrepancias porque cada uno tendría su propia definición del arroz. El contexto para el debate en esta escena imaginaria sería fundamental, a partir de la idea que surge de su pensamiento sobre lo que es el arroz y cómo se ve.
Ahora bien, las ideas pueden ser simples o complejas, abstractas o concretas, universales o particulares. Desde las más básicas, como la de “amor” o la “justicia”, hasta las más complejas, como las teorías científicas o las doctrinas filosóficas, las ideas constituyen la materia prima del pensamiento humano y son la base sobre la que se construyen nuestros conocimientos y creencias.
Dicho de otra manera, absorbemos información desde el nacimiento, conocemos las cosas y estas potencian nuestra imaginación gracias a las ideas que vamos teniendo de su relación entre sí. Por ejemplo, un bebé comienza a dibujar una vez que su mente encuentra una lógica en su pensamiento, una lógica que surge de la idea que va teniendo de cada cosa que ve y, de ahí, se lanza a la imaginación y a la creación de nuevos mundos.
Las ideas, pues, son la materia que produce el concepto, y este es una forma más elaborada del pensamiento: da teoría, estructura y genera otras ideas y también conceptos.
FOTO:Ludwig Wittgenstein escribió la obra Tractatus logico-philosophicus; es considerado el fundador de la filosofía analítica. /Universitat Ramon Llull