“Querido José Luis”

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Al cumplirse este 19 de enero cien años del nacimiento de José Luis Martínez, ensayista, crítico literario, editor, historiador, bibliófilo, diplomático y promotor cultural, sin el que no se podría entender la valoración de la literatura mexicana de buena parte del siglo XX, celebramos a este intelectual jalisciense con un número especial.  Comenzamos con estas cartas inéditas que muestran la cercanía que le tenían José Emilio Pacheco, Carlos Fuentes, Efraín Huerta y Francisco Tario, así como la capacidad del propio Martínez para gestionar proyectos literarios con personajes de la política nacional

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POR CARLOS FUENTES, JOSE EMILIO PACHECO Y EFRAÍN HUERTA

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Carta de Carlos Fuentes a José Luis Martínez

México, D.F., 19 de marzo, 1962

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Muy querido José Luis:

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Hasta ahora me permiten las tareas acumuladas en México escribirte estas líneas con el propósito de agradecerles, a ti y a Lydia, las infinitas atenciones que tuvieron conmigo durante mi estancia en el Perú. Pasé días inolvidables con ustedes y, sin duda, mi viaje no hubiera sido lo mismo sin el ambiente de afecto y amistad que encontré en el hogar de ustedes.

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Compré el repuesto de la máquina de Lektronik y se lo di, en Ceremonial, al señor Elguero (Mariscal no estaba allí en ese momento), quien me prometió enviártelo en la valija. Espero que ya esté en tu poder.

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El suplemento va encontrando su tono, pero aún le falta mucha organización para adaptarse a la nueva modalidad de revista. Creo que todavía se puede hacer mucho para darle agilidad y enfocarlo, sobre todo, a los temas culturales mexicanos.

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Esta semana publico allí unas notas de viaje en las que hablo de Lima y de los amigos peruanos.

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Te he reunido estos informes sobre la muerte de Ambrose Bierce. Después de la muerte, trágica, de sus dos hijos, Bierce entró en 1913 a Chihuahua buscando su propia muerte. Se unió a las filas de Villa, pero después desertó y se unió a los Constitucionalistas. Al ser derrotados los carrancistas en Icamole (?), Bierce fue capturado y ejecutado sumariamente por el Compadre Urbina, que llevaba mucha prisa y no quería cargarse de prisioneros. Las últimas palabras de Bierce: “To be a Gringo in Mexico —that is indeed euthanasia!”

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Mi novela sale en abril. En seguida te mandaré ejemplares. Mientras tanto, todo mi cariño para Lidia, Rodrigo y la Pulga, y para ti un fuerte abrazo de tu amigo que te admira y quiere.

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Carlos Fuentes

Foto sin fecha de Carlos Fuentes, Tori Parra, José Luis Martínez y María Luisa Elío. / Cortesía de José Luis Martínez Hernández

 

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Carta de José Emilio Pacheco a José Luis Martínez

México, enero 15, 1972

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Querido José Luis: Por esperar el día en que el trottoir literario me permitiera hacer el intento de una carta digna de las tuyas, no contesté a tiempo la de noviembre 26 que tanto te agradezco. Ahora debo salir para la Universidad de Illinois (mi dirección: 2005 Boudreau, Urbana, Illinois 61801) y no quiero hacerlo sin, cuando menos, darte las gracias por tu amistad y tu gentileza.

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Excelente la crónica de Monsiváis en Atenas. Carlos iba a llegar a fin de mes para encargarse de dirigir el suplemento. Hace media hora supe que se va a China como reportero del encuentro Mao/Nixon para Excélsior. Aunque Henrique y David Huerta han quedado al frente del suplemento, ignoro cuál será su destino: Carlos piensa regresar a Londres y establecerse allí por tiempo indefinido. No puedo dar marcha atrás en mi viaje: ya tengo casa alquilada, alumnos inscritos, boletos comprados; Cristina dejó su revista y Laura Emilia su escuela. Acepté ir sin mucho entusiasmo porque ya mi situación era (es) bastante difícil en México. Demasiados artículos, guiones que no se filman, compromisos gratuitos (revisar manuscritos, etcétera), constante miseria y cada vez menos tiempo para leer y escribir. Desgraciadamente allá ganaré en cuatro meses lo que aquí no he ganado en cuatro años. Tras este bracerismo intelectual vendré a terminar dos libros inconclusos. Bueno, uno terminado pero abominable.

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Me llevo tu antología. Aún no la releo (¿sabías que hice una larga nota de la primera edición en Estaciones, verano 1958?) pero hojeada me parece muy bien –contra mi declarada y cínica tendencia a juzgar deficientes todas las antologías que no me incluyen y admirables las que tienen este descuido. La valija periodística te habrá enterado de que te di el albazo en el Diorama de Excélsior anunciando tu libro sobre Nezahualcóyotl. Por cierto, la nota y las versiones salieron acribilladas de erratas. Me gustaría mandarte una copia corregida pero ya mi ejemplar sirvió de trapeador o limpiavidrios. Recuerdo que en el poema II dice “Después os va borrando” y debe decir “Después nos va borrando”; en el III “Solo en el fondo de un cielo hueco”, en vez de, como escribí, “Solo en el fondo de su cielo hueco”. Faltan también espacios dobles pero no recuerdo entre cuáles versos.

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Ojalá hayas tenido tiempo de decidir sobre Poesía romántica. Pídele a Jaime el González Martínez y a HGC el Tablada, importantísimo. Me pregunto por qué no se hizo una edición estándar de los tres, por qué no salieron los otros dos como tu López Velarde. Respecto a los demás libros, tendrás el de Carlos (F) y los dos excelentes de Jaime —el mejor suyo— y Rubén. Vale la pena también Onda y escritura, la compilación de Margo Glantz. JGT publica hoy en Plural su “Diario de Atenas”. Ya lo verás. Saludos muy afectuosos de Cristina para ti y para Lydia. Reciban asimismo el fervor y el recuerdo de su amigo.

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José Emilio

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Carta de Efraín Huerta a José Luis Martínez

18 de abril de 79

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Gran José Luis: dándote lata de nuevo; pero no te preocupes: no será la última vez.

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Ocurre que en “Tierra Nueva” publiqué un poema que te encargué un día en la cervecería de los “pingüinos”, en Balderas. Uno de los primeros “versos” era detestable: “concepto general de la existencia”. Bueno, pues no lo encuentro. Sólo tengo el número doble 9-10 de mayo-agosto de 41, donde viene mi poema “Esta región de ruina”. Ojalá encuentres lo que te pido, y ojalá no esté yo equivocado.

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En algún número de “Ruta”, que hacía Pepe Mancisidor, publiqué un poema llamado “La mariposa loca”. No lo tengo. Ah, si tú tuvieras la colección de esa revista y hallaras el poema, me harías feliz.

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Con los cambios de domicilio y esposas, he extraviado muchos libros y colecciones de revistas. De éstas, tuve que vender algunas. Sí, cuando las vacas flacas te pisotean y mugen de hambre y sed.

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Te saludo, con el cariño de siempre.

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Efraín

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POR JOSÉ LUIS MARTÍNEZ

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Carta de José Luis Martínez a Francisco Tario

23 de abril de 1964.

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Querido Paco: una vez que hemos recibido y nos hemos alegrado con las buenas noticias sobre Carmen, que nos comunicó tu hermano Antonio, y una vez que he dejado reposar un poco mi lectura de tu comedia “El caballo asesinado”, me animo a comunicarte informalmente mis impresiones.

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Como en los discursos de pueblo, siento inicialmente la obligación de manifestar ciertas excusas y limitaciones. Soy solamente un mediano aficionado al teatro, lo conozco muy superficialmente y nunca me he atrevido a tratarlo con alguna especialidad. Mi conocimiento del teatro moderno está hecho de lagunas, interrumpido aquí y allá por alguna afición. No tengo tampoco la experiencia del “hombre de teatro” que sabe percibir, de la simple lectura, lo que puede ser la representación y su impacto sobre el público. Hay ciertas piezas que me han gustado leídas y que luego los expertos opinan que son malas o irrepresentables. Mi limitación principal acaso sea, pues, que leo el teatro como literatura y no como teatro, como algo que está hecho para representarse y que sólo puede funcionar o cumplirse verdaderamente en su representación.

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La primera impresión de la lectura de “El caballo” es su interés y su facilidad. La pieza corre de principio a fin sin tropiezos y con una soltura y gracia que nunca la abandonan. La primera sorpresa por las cosas “raras” que ocurren al principio —y que siguen ocurriendo después— acaban por tener una congruencia, dentro de la congruencia del planteamiento fantasmal. Todo pues acaba por ser posible, si no lógico. El camino hacia la calidad de fantasmas que cumplen los personajes al principio de la obra tiene un melancólico equilibrio con el regreso final hacia la humanización. Y enmedio de esa carrera alocada e incierta, la frivolidad y la medrosidad de las dos figuras femeninas —aparte la abuela— parecen lo único constante, lo único cierto.

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Por otra parte la pieza es muy tuya, muy dentro de tu línea. Ahora que tus primeros libros son un recuerdo ya lejano, sin precisar nombres puedo sentir que “El caballo” vuelve a los temas de tu primer libro y aún no es ajeno a aquel entusiasmo juvenil por “Drácula”, de feliz memoria. Pero mientras en los cuentos de “La noche” la fantasía era sólo eso, y aceptaba ser voluntariamente ilógica, irreal y desproporcionada, en tu pieza de teatro se siente algo como una preocupación por reanudarlo todo, por recogerle en una solución. ¿Has perdido o has ganado algo con los años? No lo podría segurar. En todo caso, parece un signo de madurez el retorno hacia la realidad, y su triste sabor.

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Ahora quisiera preguntame lo más difícil y lo más inseguro, ¿qué puede significar tu pieza? ¿cuál puede ser su importancia para el teatro y dentro de tu propia obra? Cierta corriente un poco más visible del teatro moderno se inclina por la bufonada grotesca —Ionesco, Dürrenmatt, Genet— o por imágenes y símbolos del desamparo y la vaciedad humanos —Beckett, Ghelderode—. En unos y en otros, el valor de estas piezas negativas radica en buena parte en su ferocidad destructiva, en su decisión de llegar hasta el extremo en su pregunta por el destino o la nobleza del hombre.

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Me parece que tu pieza debería ser considerada, hasta cierto punto, dentro de esta línea, que es de alguna manera también la propia línea de tu obra anterior. Si aceptamos que sea así, acaso podría decirse que su ferocidad, que su radicalismo bufonesco quedan un poco limitados y se asemejan más bien a un enigma mundano —que se resuelve sin trágicas consecuencias— que a un testimonio angustioso que llegue a perturbarnos. Y aquí tengo que preguntarme, sin saber cuál puede ser la justa respuesta, ¿qué será mejor para la representación? ¿Preferirá el “público” este juego ingenioso y amable o aquel enfrentamiento trágico al absurdo y a la nada? Realmente, no sabría contestar con certeza. Lo mismo existen piezas modernas, consideradas excelentes, que son sólo diversión y juego puros, que otras cuyo valor reside en el peso de su testimonio y en el rigor con que nos enfrentan a cuanto queremos ocultar u olvidar. Y sin duda ayudaría a la mejor comprensión de “El caballo” el conocer en general la línea que quieres seguir en el conjunto de las piezas que has escrito recientemente.

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De aquel extraño mundo de los cuentos de “La noche” y de los aforismos de “Equinoccio” previsiblemente debiera surgir ahora —veinte años después— una visión suficientemente avinagrada y corroída del mundo, muy al gusto de la época. Pero ha salido algo menos ácido, un poco más tolerante y sonriente. De todas maneras, la pieza con que reaparezcas o te estrenes en el teatro, tendrá que ser un poco tu nueva marca. ¿Estás seguro de preferir esta línea de la flema británica, del parloteo femenino, de la fantasía y la gracia ligera, a aquella otra, aguda, feroz y perturbadora, que está también en ti mismo?

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Como ves, no puedo más que hacerte preguntas y no acierto a decirte nada concreto que te aclare la incertidumbre que tiene siempre el autor de una obra. Sin duda he perdido la mano y no me atrevo a afirmar nada definitivo. Quisiera añadir que los tres actos me parecen en general bien balanceados: más sugestivo y animado el primero; el segundo, un poco sin movimiento, porque todo ocurre a través del diálogo, y el último, bien logrado y rematado. En conjunto, la pieza tiene siempre una agilidad y una vivacidad que sin duda se multiplicarán con una adecuada representación.

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Cuando copiaba la última versión de esta carta, que escribí y reescribí como si fuera mi testamento, nos llegó tu carta, que nos confirma las buenas noticias y que admiramos, Lydia y yo, por la calidad de su estilo. Hace un par de noches, fuimos al teatro a ver precisamente la pieza de Dürrenmatt de que te hablaba, “Rómulo Magno”, la del último emperador romano, melancólico avicultor, que asiste lúcidamente al fin del imperio y de un mundo, vulgarizado por los pantalones germánicos. Y como en Europa parece ser tema obligado el del tiempo y del curso de las estaciones, diré que la primavera parisiense aún titubea entre lluvias y nublados, y sol y tibieza. De todas maneras, los platanes y los marronieres han reverdecido unánimemente. Hoy se han casado, llenos de hispánicas ilusiones, Charles-Hughes e Irene, que acaso tengan por vecinos ustedes. Los taxistas y los ferrocarrileros hacen huelga, el general se restablece satisfactoriamente y Toño, que se nos ha perdido, estará muy nervioso por su próxima exposición. A tropezones, como de costumbre, todo sigue su marcha, hacia la vida y hacia la muerte.

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Envío al caballo por correo aéreo, y todos les damos a todos ustedes nuestro afecto.

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José Luis Martínez

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Carta de José Luis Martínez a Carlos Hank González

Atenas, a 29 de febrero de 1972.

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Prof. Carlos Hank González

Gobernador Constitucional

Palacio de Gobierno

Toluca, México.

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Muy querido Carlos:

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En el curso el presente año —sin que pueda precisar la fecha— se cumplieron quinientos años de la muerte de Nezahualcóyotl, señor de Tezcoco y el poeta mexicano más antiguo que tenemos. Creo que, al lado de las celebraciones mayores por el Año de Juárez, es conveniente también recordar a nuestra figura india, sobre todo en su tierra, ahora bajo tu dinámico gobierno.

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Cuando me despedí del señor Presidente Echeverría me permití recordarle esta celebración y mi propósito de escribir un estudio extenso sobre Nezahualcóyotl en el que estarán incluidas todas sus obras conocidas. El libro estará listo, así lo espero, a principios de abril en que lo enviaré al Fondo de Cultura que lo publicará. Así pues, creo que podrá estar impreso hacia julio o agosto. Por otro lado la Secretaría de Educación Pública me ha pedido que prepare una antología con introducción, para edición popular dentro de la colección “SEP Setentas”. Pero aparte de estas publicaciones, creo que tú podrías hacer algunas muy interesantes en Tezcoco mismo (también le hablé de estos proyectos al señor Presidente; le dejé un memorándum y me dijo que “era necesario llevarlos a cabo”). En principio, yo le hablé al Lic. Echeverría de la posibilidad de reconstruir, para darles un nuevo aprovechamiento como sitios turísticos, lo que quede del bosque de Tetzcotzinco y de los “baños de Nezahualcóyotl” que allí mismo se encuentran. No sé si algo quede de los palacios antiguos cuyo patio mayor sigue siendo la plaza principal de Tezcoco. Además, una vez que terminen el 18 de julio próximo los homenajes principales al Presidente Juárez podrían celebrarles concursos escolares y promover acaso otras actividades cívicas relacionadas con nuestro rey poeta.

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En fin mi querido Gobernador y amigo, aquí te dejo unas cuantas sugestiones para que si alguna de ellas las encuentras interesantes, se pueda celebrar dignamente la memoria de una de las mayores personalidades de nuestro pasado indio. Si en algo puedo servirles quedo a tu disposición.

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Te abraza con antiguo afecto tu amigo

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José Luis Martínez

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FOTO: Como alumno de Jaime Torres Bodet, José Luis Martínez creía en el compromiso del intelectual con el servicio público. En la imagen, el crítico literario en Machu Pichu, Perú. / Cortesía: Archivo José Luis Martínez

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