RadicaLibre cuestiona al mundo desde la escena
POR JUAN HERNÁNDEZ
A partir del 2010 apareció en la escena mexicana la Cía RadicaLibre, integrada por Fátima Paola Arias, Ireli Vázquez, Jessica González y Aletse Figueroa, egresadas de la licenciatura de Literatura Dramática y Teatro de la Universidad Nacional Autónoma de México. Jóvenes artistas de amplios recursos para plantear en escena temas que sobresalen por la pertinencia en relación con la problemática tanto social como íntima en el mundo contemporáneo.
Creadoras valientes que exhiben, a través del teatro, los prejuicios que impiden el desarrollo libre de los individuos y, al mismo tiempo, transgreden las fórmulas del juego escénico. Ofrecen experiencias escénicas conmovedoras, provocadoras y reflexivas respecto a la manera en que nos integramos a la maquinaria social.
La búsqueda artística de RadicaLibre hace de la experiencia escénica un hecho gozoso; expresión del pensamiento crítico de las creadoras sobre el tiempo que les ha tocado vivir. Quizá en eso radica la eficacia de su lenguaje, el cual no está atado a categorías estéticas y se expresa con absoluta libertad. El fin último es consolidar un discurso transparente, empático y reflexivo.
La existencia de esta compañía debe celebrarse, sobre todo en este momento en el que la escena se vuelve cada vez más espacio para el entretenimiento vacuo y complaciente. La maquinaria creativa echada a andar por las integrantes de RadicaLibre es, en ese sentido, indispensable, toda vez que permite la discusión amplia de temas escabrosos para entender de mejor manera la complejidad de la naturaleza humana.
Una de las obras que recientemente ha llamado la atención sobre esta compañía es La deconstrucción de Paula. Conmovedora puesta en escena, con una dosis alta de ironía sobre la construcción social del género, en este caso, femenino.
De la autoría de Fátima Paola Arias y actuada por ella misma, acompañada en cada escenificación por un músico —ya sea una pianista o violinista— y dirigida por Ireli Vázquez, la obra se construye bajo la premisa de romper con los límites del teatro convencional, para valerse de lenguajes de distintas disciplinas artísticas.
El escenario se viste de taller de carpintería. Las herramientas (el serrucho, el martillo, el clavo y el taladro), re-significados en escena, se vuelven personajes y acompañantes de la actriz, quien interpreta a una niña que se resiste a hacer suyas las exigencias sociales y busca crear un mundo en donde pueda existir sin esas ataduras.
La deconstrucción de Paula ha tenido una existencia itinerante. Nació en el espacio alternativo e independiente La Carpintería, para luego escenificarse en los teatros El Granero y la Sala Xavier Villaurrutia del Centro Cultural del Bosque, el escenario de Carretera 45 y, recientemente, en el Teatro Sergio Magaña del Sistema de Teatros de la Ciudad de México.
Se trata, sin la menor duda, de una obra que merece tener una temporada larga. Pues es una puesta en escena de gran calidad en relación con los elementos que la conforman: texto, trabajo actoral, trazo coreográfico, entrenamiento corporal, visual y musical, sin olvidar el afortunado uso de la proyección de video que se suma al discurso del montaje.
La puesta en escena hace cuestionamientos que atañen a todos, independientemente del género con el cual nos identifiquemos: ¿Soy quien quiero ser? ¿Estoy invirtiendo demasiado tiempo en ser alguien que no me hace sentir satisfecho? ¿Mutilo mi ser para asumir el rol social que no responde a mis necesidades? ¿Qué significa ser mujer y, por reflejo, también hombre, en el mundo actual.
Paula, el personaje de la puesta en escena, se vuelve referencial en la reflexión sobre la construcción del género. Fátima Paola Arias da vida a la niña, quien se enfrenta a la estructura social rígida y represiva. La actriz resuelve de manera por demás convincente los retos de la interpretación: evita el cliché acartonado de la infancia, para dar vida a un ser inteligente, pensante, que cuestiona y tiene la capacidad de inventar mundos.
La actriz expresa un conocimiento profundo de la energía y el carácter orgánico del movimiento, de tal modo que a través de su cuerpo podemos ver las heridas del alma que le provocan al personaje las imposiciones sociales del género que se le ha asignado.
Paula tiene que dejar de jugar. Hace a un lado las herramientas de carpintería, con las cuales crea pequeños y al mismo tiempo inmensos universos —los cuales habita y en donde se siente plena—. Toma los pinceles de maquillaje e inicia la tarea de cubrir sus facciones originales, con el objetivo de cumplir con el rol de mujer, aún cuando, tras la corrección de las “imperfecciones” de su cuerpo, al mirarse al espejo ya no se reconozca.
Si bien se trata de una obra dolorosa, la propuesta escénica de la directora Ireli Vázquez es altamente lúdica. Se vale del dibujo, el video, el arte coreográfico, la máscara y la música. El juego infantil es la puerta de entrada a la ficción, que nos invita a observar los entretelones del mundo.
La Compañía RadicaLibre toma un lugar importante en la escena contemporánea mexicana. A seis años de iniciar su labor creativa ha generado expectativa y ya se espera con interés sus nuevas producciones. Las integrantes de la agrupación tienen el reto de mantener la naturaleza libre de su búsqueda artística y ofrecer al público obras pertinentes, que permitan la reflexión en relación con los problemas de la humanidad en la contemporaneidad.
*FOTO: La Cia. RadicaLibre, integrada por Fátima Paola Arias, Ireli Vázquez, Jessica González y Aletse Figueroa, escenificó La deconstrucción de Paula, en el Teatro Sergio Magaña del Sistema de Teatros de la Ciudad de México, el 4 de mayo, y se perfila como una de las agrupaciones sobresalientes de la escena mexicana contemporánea/ Cortesía Sistema de Teatros de la Ciudad de México.
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