Radu Jude y la sexomiseria reveladora

Nov 19 • destacamos, principales, Reflexiones • 5186 Views • No hay comentarios en Radu Jude y la sexomiseria reveladora

 

Después de que un video íntimo grabado por una docente se vuelva viral, esta comedia negra hará una crítica a la política y a la moral rumanas

 

POR JORGE AYALA BLANCO
En Sexo desafortunado o porno loco (Babardeala cu bucluc sau porno balamuc, Rumania-Luxemburgo-República Checa-Croacia, 2021), hilarante opus 10 del redondo comediógrafo bucarestino de 41 años Radu Jude (La chica más feliz del mundo 09, No me importa ser bárbaro 18, La salida de los trenes 20), con guion suyo y de Augustina Stanciu, Oso de Oro en Berlín 21, la liberal profesora de Historia en una secundaria bucarestina Emi (Katia Pascariu) graba en plena pandemia por Covid-19 un ínfimo videoporno de cotorreo con su marido Eugen (inmostrable) que acaba en la plataforma Pornhub de la web y visto por toda la escandalizada comunidad escolar, es llamada por la directora del plantel (Claudia Ieremia) para esclarecer el hecho y, por más que la docente le explica que su esposo llevó su laptop a un taller de reparaciones y fueron los técnicos quienes subieron la grabación a internet, será citada a una reunión vespertina con padres de familia y colegas para discutir su caso, vaga por el centro de la ciudad durante el resto de la jornada, supervisa el cuidado de su retoño por celular, adquiere en una farmacia los medicamentos requeridos por la parienta cuidadora, compra la macabra Antología de Spoon River de Masters en una librería cuyo dependiente intenta ligarla, le escoge un juguete a su vástago en un almacén, come algo en una terraza de café y se enfrenta a las invectivas y los resentimientos de los juzgadores agresivamente encabezados por la materfamilia gritoneante Lucia (Olimpia Malai), el teniente veterano de la exdictadura socialista Gheorghescu (Nicodim Ungureanu), el beato cura ortodoxo Marius Buzdrugovici (Alexandro Potocean) y el ambiguo intelectual sofisticado Otopeanu (Andi Vasluianu), rumbo a una agitada e imprevisible votación final para decidir si se expulsa o no a la enardecida maestrita culpabilizada y a la defensiva inconvincente, ya que todo mundo está preso de una virulenta sexomiseria reveladora.

 

La sexomiseria reveladora se divide superinventiva, feroz y vivazmente en 5 partes, cada una con su propia naturaleza y estructura, cual si se tratara de varias películas amalgamadas y sucesivas: un prólogo, tres episodios y el epílogo múltiple de algo que se ostenta en su conjunto y con tonadilla atronadora como “Boceto para una película popular”, arrancando entonces con una especie de introducción que será a un tiempo motivadora secuencia medio shocking medio lúdica, razón fársica y discursiva premisa mayor, donde la heroína con antifaz de Gatúbela y rojo calzón agujerado o con peluca solferino le practica una codiciosa felación a su marido antes de ser fornicada de a perrito, mientras una anciana hace inoportunos encarguitos en voz off y, a golpes de cámara (fotografía mutable de Marius Panduru), los copuladores se excitan mutuamente con frases de risa loca (“Soy mala porque amo tu verga”/ “Chúpamela, mi Mesalina”/ “Soy tu puta”), a manera de burla extrema a la pornografía hoy ofertada gratis a quienquiera y ya consumible hipócritamente en la santidad de su hogar.

 

La sexomiseria reveladora dedica divagante su “Parte 1. Calle en un solo sentido” a registrar al parecer sin más una serie de significativas deambulaciones urbanas de la heroína paseando su cubrebocas pandémico y conservando su sana distancia, con virtuosística y libérrima cámara posgodardiana, para ir detectando y resaltando sobre la marcha notaciones agudas en el paisaje callejero infectado aún de herencia machista-leninista-ceaucescuiano-heteropatriarcal, crispación del tráfico, una inofensiva botarga mientamadres, monumentales edificios históricos deteriorados y la imposibilidad de conseguir un calmante Xanax por vía legal; luego consagra su “Parte 2. Breve diccionario de anécdotas, signos y maravillas” a un descarado y acuciante abecedario de curiosidades, caprichos y malvadeces que van poniendo en irrisión cien y un temas y aspectos de la Historia rumana contemporánea o a secas, sin piedad, duro y a la cara, comenzando por entradas sobre el Agosto 23 de la liberación posbélica cuando un diario preparó dos titulares diferentes proclamando “Viva Stalin” y “Viva Hitler” al mismo nivel, y terminando con la “Violación” permitida en caso de ebriedad o de que la víctima estuviera vestida en forma provocativa, pasando por la pantalla del Cine como espejo pulido de Perseo para poder mirar a la Medusa del horror público y la Mamada como el vocablo más buscado en internet (después de Empatía); y relega a su “Parte 3. Praxis e insinuaciones (sitcom)” todo el desarrollo narrativo de la fábula satírica, el juicio acedo en el patio de la escuela, el desfile de monigotes comunes en carnaval de brechtianos gestus sociales, en desahogo de conceptos y prejuicios acendrados.

 

La sexomiseria reveladora ha pasado así, provocadora y bombásticamente a lo Mircea Cartarescu, de un porno irrisorio a una discretísima colección de insinuaciones al sutil estilo minimalista de Sobre lo infinito del sueco Andersson (19), de ahí a un íntimo torpedeo-collage ensayístico entre la dinamita subversivo-visceral del yugoslavo Makavejev (WR-los misterios del organismo 71) y el ultraintelectualismo germánico de Kluge (La patriota 79), y luego desemboca en ese inquisitorial juicio sumario contra una acorralada profa citadora de un gráfico poema erótico del incontrovertible poeta nacional Eminescu, pero aun dándose el lujo de rematar la fábula abierta con tres posibles finales distintos, divergentes y disyuntivos a placer o a desesperar.

 

Y la sexomiseria reveladora culmina con la infraheroína aplastada que de pronto revienta y se convierte en superheroína de historieta para adultos, una Mujer Maravilla que se eleva por encima de su condición y ensarta a sus hipócritas linchadores morales en una tupida red, obligándolos a mamar un pene monstruoso, en una reivindicadora orgía de pureza indignada, en la sobrecompensación vengadora absoluta y una estallada e incontenible desrepresión poscomunista quasi sagrada.

 

FOTO: La película fue ganadora del Oso de Oro en la competencia internacional del Festival de Cine de Berlín/ Especial

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