Recomendaciones discográficas de la temporada
De Jaap van Zweden, dirigiendo a la Filarmónica de Nueva York, a Yannick Nézet-Séguin, dirigiendo a la Orquesta de Filadelfia, he aquí las sugerencias discográficas de nuestro crítico
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POR IVÁN MARTÍNEZ
Hace unas semanas, cuando se anunció la primera temporada de Jaap van Zweden como nuevo titular de la Filarmónica de Nueva York, se lanzó una nueva sociedad entre la orquesta y la nueva división de la discográfica Universal: Decca Gold; y se presentó el primer disco: la grabación en vivo de las sinfonías quinta y séptima de Beethoven, que ya Van Zweden había registrado con su anterior orquesta, la de Dallas.
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Aunque el sello que el director holandés imprima al conjunto se irá escuchando en los próximos años (este registro es apenas de su segunda visita a Nueva York), el disco es muestra de la primera atracción entre ellos y, más relevante, del momento que vive la trayectoria de un director que antes fue calificado como autoritario, rudo, y profundamente conservador tanto en su lectura de las obras como en su elección de repertorio. El registro anterior, y su vasta trayectoria como violinista, no lo desmienten, pero en el nuevo disco se siente más reflexivo y asentado, “aclimatado”.
La presentación de este Beethoven no es la de un titán, sino la de un compositor más humano. La dirección y construcción en el discurso es menos directa, más global. Y la concepción del sonido, a pesar de estar más a cargo de la orquesta que de la batuta, menos agresiva. Noté especialmente la naturalidad en el ritmo: aunque los tempi elegidos son más lentos que los anteriores, hay una vida y un movimiento que nunca cesa, que nunca cae, y eso se escucha en cada frase y en el manejo de cada puente (el que une los movimiento tercero y cuarto de la Quinta es esplendoroso). Tanto el andante de la Quinta como el allegretto de la Séptima son especialmente ligeros, de una efimeridad casi palpable, no por ello menos sustantiva.
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Capuçon: Bartók y encores
Los hermanos franceses Renaud y Gautier Capuçon presentaron por separado novedades estas últimas semanas bajo el sello Erato. El primero presentó los dos conciertos para violín de Bartók, junto a la Orquesta Sinfónica de Londres y la batuta de François-Xavier Roth; mientras que Gautier presentó el álbum Intuition.
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El de Renaud se ha convertido en mi favorito de la temporada. Casi una obsesión. Nunca había tenido la certeza de entender ambos conciertos. Y encontrar en esta grabación que los dos artistas, Capuçon y Roth están comprometidos al mismo nivel, me ayudó a comprender la naturaleza de ambas obras y de ambas partes. Por un lado, el violín se concentra en la música por sí misma, no se siente un afán de buscar elementos extras, folclóricos o extrovertidos, simplemente los deja caminar con claridad. Roth, por su parte, descubre atento texturas que para mí, en otras grabaciones, habían permanecido ocultas. Lo anterior puede sonar a que hablo de una interpretación calculada: nada hay de eso, es de hecho una lectura romántica, llena de colores y expresividad.
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El otro disco es raro. Es una de estas colecciones de encores o piezas sueltas con que los artistas se dan gusto a sí mismos y graban de vez en vez. Éste es particularmente una capirotada sin mucho ton ni son que me fue difícil escuchar dos veces completo en orden: es como una cajita de dulces surtidos para ir escogiendo uno por día. Lo que no quiere decir que no sea una joya: Gautier quizá sea el violonchelista joven más completo, el más exquisito y profundo; uno puede sentir sus respiraciones de tan orgánicas que son y su riqueza expresiva es inenarrable. La selección, aun tremendamente ecléctica, es vehementemente romántica. Casi cursi. Escúchela con calma y en dosis, pero no se pierda el “Salut d’amour” de Elgar ni “Le grand tango” de Piazzolla.
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Yannick y Bernstein
El centenario de Bernstein ha traído una cantidad abrumadora de colecciones y reediciones que poco han aportado, más allá de que medios de comunicación, timelines de twitter y algunos obsesionados hablemos diario de él. Discográficamente se ha tratado de aprovechar comercialmente la efeméride pero no han habido nuevas grabaciones, salvo la que me ocupa: Yannick Nézet-Séguin dirigiendo la Orquesta de Filadelfia en Mass.
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De todas las obras del compositor, la Misa es la más compleja de todas, su monumentalidad la hace prácticamente imposible de escuchar en vivo: no sólo es una obra –cantata escénica, sería el término correcto- que rebasa los noventa minutos de contenido espiritual: las fuerzas humanas que requiere rebasan las dos orquestas y los dos coros. Hay dos solistas y diversos conjuntos instrumentales y vocales de naturaleza callejera. Aunque ya existen un par de grabaciones anteriores, la de Yannick aporta en viveza y energía. En precisión.
De las colecciones que se han reeditado, valen la pena dos: la de la directora Marin Alsop, junto a Michael Tilson Thomas su discípula más cercana, que reúne todo lo que ha grabado de él para Naxos; y la de Deutsche Grammophon Bernstein on Broadway con selecciones de enfoques clásicos-operísticos a obras que nacieron como musicales: el mismo Bernstein dirigiendo a José Carreras y Kiri Te Kanawa en West Side Story, nada menos que con Marilyn Horne cantando el aria “Somewhere”; Tilson Thomas dirigiendo a Thomas Hampson y Fredericka von Stade en On the town; y otra vez Bernstein en la versión definitiva de Candide, con June Anderson y Christa Ludwig.
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