Resurrección: Novedades orquestales y operísticas

Jul 30 • destacamos, Miradas, Música, principales, Reflexiones • 1953 Views • No hay comentarios en Resurrección: Novedades orquestales y operísticas

 

Aunque la escena musical en CDMX ha sido poco propositiva, al interior de la república hay trabajos dignos de ser reconocidos por su innovación

 

POR LÁZARO AZAR
No andaba muerto. Tampoco de parranda. Tuve el privilegio de poder cumplir el confinamiento a tal extremo, que poco faltó para graduarme de misántropo. Felizmente, la actividad cultural cesada por la pandemia parece ir regresando a cuentagotas, aunque eso no necesariamente implica que, lo que ahora se oferta, sea muy tentador que digamos. Las artes escénicas fueron las más afectadas, y de éstas, quien más está tardando en reponerse, es la música.

 

Me recluí a piedra y lodo desde el 12 de marzo de 2020, no volví a salir hasta finales de septiembre, y aunque a partir de entonces he asistido a algunos eventos, dejé de redactar las impresiones que puntualmente compartí por más de dos décadas. Sin eventos que consignar, consideré una falta de respeto hacia mis lectores incidir por enésima vez en la ineptitud y los enjuagues de Fraustita y sus secuaces, o hablar de los eventos que saturaban las redes hasta la náusea.

 

Pero aquí estoy, de vuelta, arrancando temporada en este nuevo espacio que agradezco. Ante la calidad de lo que ahora impera, no puedo imaginar cuál podrá ser la periodicidad con que les atormentaré con mis recuentos. En mi afán de ponernos al corriente de lo ocurrido en estos tiempos, reviso mi bitácora y solamente hallo cinco eventos gratamente memorables.

 

Coincidentemente, fueron eventos que implicaron salir de la ciudad, ya que nuestra programación peca de mediocre y poco atractiva. Es el caso de la Chafónica, que padecerla implicaría expiar anticipadamente el purgatorio, y me temo que, de ser cierto lo que todos insisten en que es un secreto a voces, al dar por hecho que quien sucederá a Carlos Miguel Prieto es alguien que, más que por sus famélicos méritos artísticos, será ungido por compartir filiación y apodo con el inquilino del Palacio, la sabiduría popular refrendará la valía de aquel refrán que dice: “Malo vendrá, que bueno te hará”.

 

Hay una afortunada excepción en el ámbito sinfónico de esta ciudad: la Orquesta Juvenil Universitaria Eduardo Mata. El entusiasmo y la entrega de sus integrantes confirma que, si algo lastra el desempeño de cualquier agrupación de este tipo, son esos “logros sindicales” que merman la disciplina y se anteponen a la excelencia.

 

Dichas virtudes pude apreciarlas, también, este domingo 17 de julio en la función que presencié en el Teatro de la Ciudad de Monterrey durante la escenificación de la ópera Madama Butterfly, de Puccini, a cargo de los integrantes del México Opera Studio (MOS), que patrocina un generoso grupo de notables locales encabezados por Don Alejandro Pérez Elizondo. El trazo escénico de Rennier Piñero transcurrió sin sobresaltos ni “revelaciones” que acaban por estropear un espectáculo cuyo público habitual valora la tradición, sin por ello estar peleado con la innovación.

 

Esta Butterfly fue el escaparate ideal para apreciar el avance de los becarios y el elenco estuvo encabezado por Valeria Vázquez, espléndida como la epónima. Manuel Bernal Dávalos encarnó a Pinkerton y José Manuel Caro a Sharpless; como Suzuki alternaron Itzel Jáuregui en la primera función y Estefanía Cano en la segunda. La concertación, cuidada y solvente, estuvo a cargo de Alejandro Miyaki, director musical del MOS.

 

Aplaudo los diseños y la realización de los vestuarios y la escenografía, y aunque los rubros de iluminación y maquillaje pudieron estar más pulidos, anhelo que Alonso Escalante —que estuvo por ahí el viernes— vea que pueden hacerse cosas muy decorosas sin incurrir en los andamios y huacales que ha convertido en el sello de la Ópera de Bellas Artes y, sobre todo, que tome nota de que su pretenciosa pseudo exquisitez ahuyenta al público operístico al que se debe, y con el que debería reconciliarse.

 

Otra ópera figura entre los eventos memorables pospandemia, aunque, siendo preciso, he de reconocer que más que un título aislado, pondero la visión con que Rodrigo Macías ha armado la programación de la Orquesta Sinfónica del Estado de México (OSEM), ciñéndose a las limitaciones de estos tiempos. A diferencia de sus pares en casi todo el mundo, la OSEM no interrumpió actividades: de entrada, ofrecieron conciertos de cámara, cuyo número de integrantes fue aumentando paulatinamente y, de ser únicamente transmitidos en línea, fueron permitiendo poco a poco asistir al público a su sede, hasta volver al cien por ciento de su capacidad e itinerar más allá de sus recorridos habituales por el Estado de México.

 

Dato curioso: el último programa de la OSEM antes del lock down fue el 8 de marzo de 2020 y tuvo como solista en el Concierto Romántico de Ponce a Daniela Liebman, quien dos años después, este 8 de abril, regresó como solista del Concierto n. 22 de Mozart en el primer programa que volvió a reunir a toda la orquesta sobre el escenario y culminó con una apasionada interpretación de la Primera Sinfonía de Bruckner a cargo de Macías.

 

Ahora bien, el gran logro realizado en estos tiempos por la OSEM —y me atrevería a adelantar, el evento operístico del año en México—, fueron las cuatro funciones con que estrenaron en nuestro país Die Tote Stadt (La ciudad muerta, 1920), esa maravillosa ópera de Korngold que, tras dormir por décadas el sueño de los justos, ha vuelto exitosamente a los circuitos internacionales. Presentarla en versión concierto no fue ningún despropósito, como trascendió que adujo mezquinamente el pequeño funcionario que “aconsejó” no recibir en Bellas Artes una de las funciones que, además de la Sala Felipe Villanueva, disfrutamos en el Teatro Bicentenario de León, el Centro Nacional de las Artes y la Universidad Anáhuac de Huixquilucan.

 

Los otros tres eventos fueron sendos festivales que me llevaron a Guadalajara, Xcaret y Bogotá. A toro pasado resultaría ocioso abundar en la riqueza de su programación, más no en el éxito que, respectivamente, tuvieron con el público el Festival de Mayo, el Festival Paax GNP y el Festival Internacional de Música Clásica de Bogotá. Reprochable sería soslayar que son festivales que no están atenidos a las cada vez más exiguas dádivas presupuestales que brindan gobiernos como el que ahora tenemos: tan populistas como ignorantes y cortos de miras.

 

Ante ello, sus gestores han logrado involucrar a la iniciativa privada —cada vez más castigada, ante los pocos estímulos fiscales para ello—, convenciéndola de que lo único que puede salvarnos, es la Cultura. Así, amplia, diversa, incluyente y con mayúsculas… y sobre ello, ya tendremos mucha tela de dónde cortar.

 

FOTO: Primer acto de Madama Butterfly/ Facebook de Mexico Opera Studio/ Espacio Corante/ Ranny Piñero

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