Roma: ¿cómo se reconstruyeron los años 70?
Durante seis meses, la producción de esta película recorrió archivos fotográficos, fílmicos y hemerográficos para revivir la Ciudad de México a inicios de los años 70. Este reportaje presenta materiales y testimonios de Eugenio Caballero y Bárbara Enríquez, nominados al Oscar en Diseño de Producción, quienes recrearon escenas representativas de esta cinta y de la historia reciente de México, como El halconazo, el surgimiento de Ciudad Nezahualcóyotl y puntos emblemáticos de esta urbe, como el Centro Médico y el Cine Las Américas
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POR GERARDO ANTONIO MARTÍNEZ
Para Eugenio Caballero toda ruina cuenta historias. En un álbum fotográfico de familia, una revista vieja, un infame cartel político o un juguete desvencijado muchos ven escombros. Para otros, como este productor de diseño cinematográfico, son parte de una historia, un rompecabezas al que se suman los testimonios de quienes habitaron la casa de Tepeji #21, como ocurrió en la investigación para revivir el México de 1970 y 71 para la película Roma. En esta etapa la producción recurrió a varios archivos históricos, desde fotográficos, fílmicos y hemerográficos hasta los planos arquitectónicos de hospitales.
Detrás de esta cinta, que compite en diez categorías de los Premios Oscar 2019, hay una idea donde los principios cinematográficos de Caballero se resumen en un mandamiento simple pero contundente: forma, textura y color. Además, hubo un ingrediente adicional, un juego en el que participaron él, la familia Cuarón y Liboria Rodríguez:
“Empezamos a hablar mucho sobre sus memorias, que detonaron también las mías. Pero también debíamos tener una investigación histórica. Muchos de los detalles surgieron de esas conversaciones, pues él llevaba mucho tiempo concibiendo esta historia, había ejercitado el músculo de la memoria. Llevaba años hablando el tema con su hermano, su hermana y con Libo, en quien se basa el personaje de Cleo”.
La oralidad y el cine conviven por medio de la memoria.
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A inicios de los años 70, Héctor García y Rodrigo Moya hicieron una serie fotográfica sobre la vida de los habitantes de Ciudad Nezahualcóyotl, al oriente de la Ciudad de México. Sus cámaras capturaron los llanos encharcados, los albañales insalubres, el improvisado cableado sobre polines de reúso y los entonces asentamientos irregulares de esta antigua zona salitrera surgida de la desecación de la mayor parte del Lago de Texcoco y que en 1963 nació como municipio para ofrecerle a los primeros pobladores una casa propia que debían levantar en medio de los lodazales.
En la computadora de Bárbara Enríquez, directora de decoración de la película Roma y que comparte con Caballero la nominación al Oscar por mejor Diseño de producción, circulan una por una las fotografías de Héctor García. En una de ellas aparece una casa de dos piezas; la primera con paredes de adobe, la segunda con un improvisado aplanado en donde se aprecian dos letreros con las palabras “Partos” y “Médico”. Sobre la puerta principal, el rótulo: “Médico: día-noche”.
“Esta fue una de las fotografías que utilizamos para recrear Ciudad Neza en las escenas donde Cleo va a buscar a Fermín para que se haga cargo de su hijo”, dice Enríquez, quien entre febrero y agosto de 2016 recorrió varios acervos para la investigación histórica que sirvió de soporte para Roma.
“En estas otras fotos, dice, se pueden apreciar otros elementos que incluimos en esas escenas: ahí está el camión ‘guajolotero’ en el que Cleo llega a Ciudad Neza, los encharcamientos, la propaganda del PRI”. Señala una de las fotografías de Héctor García: “Esta foto nos dio la idea de poner unos féretros en una de las calles donde pasa la protagonista”. En esa imagen se aprecia una construcción de dos plantas, la segunda de ellas aún deshabitada, con el anuncio: “Funerales Dávila: cajas finas y corrientes”.
Otra de las carpetas corresponde a “El halconazo”, como se conoce a la masacre de estudiantes durante una manifestación sobre la Calzada México-Tacuba el 10 de junio de 1971. La mayor parte de estas imágenes son del fotógrafo freelance Armando Lenin Salgado, publicadas originalmente en la revista Time-Life.
“Estas fotos también nos sirvieron para reproducir los detalles de las fachadas, los anuncios que había en los locales de esa zona. Volvimos a hacerlos para tener una recreación fiel de cómo era esa calle en el momento en que ocurrió ‘El halconazo’”, dice mientras señala detalles de una fotografía en la que un grupo de “halcones” corre sobre México-Tacuba, frente a la Mueblería Rodríguez, con la intención de agredir a los estudiantes. Dos de estas fotografías sirvieron para recrear una de las secuencias de Roma. En ellas aparece un grupo de halcones, armados con rifles y armas cortas, parapetado en un auto; en la segunda, un halcón más golpea un auto con lo que parece una vara de bambú a las afueras de la estación del metro Normal. En 1990, Salgado compartió su testimonio de la Matanza del Jueves de Corpus en sus memorias: Una vida de guerra. Falleció en Cuernavaca en abril de 2018.
En las memorias de Alfonso Cuarón, compartidas de forma oral a Eugenio Caballero y el resto del equipo de Roma, aparece un hombre que viste un extraño disfraz durante la cena de Navidad de 1970 en la hacienda donde su familia pasó esas fiestas. “Alfonso dice que había un hombre –esposo de una de las anfitrionas– disfrazado de este personaje. Él era noruego y estaba pasando la Navidad en México según sus tradiciones”, cuenta Bárbara Enríquez. La carpeta correspondiente lo consigna con el nombre de Julebukk, personaje de la tradición escandinava.
Enríquez, quien un día después de mostrarnos las carpetas volará a Los Ángeles para la ceremonia de entrega de los Premios Oscar, muestra otras carpetas: “Vehículos oficiales”, “Oficios y sonidos”, “Revistas y periódicos”, “Profesor Zovek” y uno más que se titula “Calles”. En esta carpeta es donde abunda las imágenes de los años 1970 a 1972 de la colonia Roma. Ahí están las avenidas Insurgentes y Cuauhtémoc, las calles Álvaro Obregón y Puebla, además del cruce de Baja California y Tonalá, escenario donde el personaje de Sofía da “el laminazo” con dos camionetas de carga.
Una parte de estas fotografías proviene de la página La Ciudad de México en el tiempo, un proyecto de los historiadores Carlos Villasana y Rodrigo Hidalgo, con el que buscan preservar parte de la memoria fotográfica, arquitectónica y cultural de la capital mexicana, y que se nutre en buena medida de la Fototeca del periódico El Universal.
La investigación también tuvo una ruta sobre la presencia automotriz y aeronáutica que debía tener la película. En el primer tema, Bárbara Enríquez tuvo largas conversaciones con su suegro, un apasionado de los autos quien le aclaró sus dudas sobre marcas y modelos: “Por ejemplo con el coche nuevo de Sofía, que es un Datsun, tuvimos que saber en qué año se puso a la venta en México. Por internet me contacté con un grupo de fans de Datsun. Les consulté algunos datos de época y me respondieron con los datos que necesitaba”.
La presencia de aviones en algunas secuencias de esta película tuvo detrás una investigación que llevó a la producción a llamar directamente a algunas de las aerolíneas que surcaban la Ciudad de México: Delta, KLM, American Airlines y Mexicana.
Otra de las carpetas está dedicada a los cines de la Ciudad de México. Entre otros, ahí están las fotos de los cines Chapultepec, Latino, Mariscala, Orfeón, Cosmos, Bella Época, el Palacio Chino, Las Américas y el entonces Cine Metropolitan. De este último hay dos planos y una fotografía desde la esquina de Independencia y Balderas. Ahí se aprecian algunos sitios que aún existen, como una tienda de materiales para pintura artística, la cantina Miramar y el discretísimo Hotel Calvin, ambos en la esquina de Independencia y José Azueta.
A lo largo de la película, los personajes son también espectadores. La revisión hemerográfica permitió a la producción conocer los horarios de transmisión y proyección de los programas de televisión o las películas que aparecen a lo largo de esta historia. “Tenemos todo el archivo de Tele-Guía de 1970 y 1971. Ahí vimos qué programa transmitieron en cada canal. Cuando ven la televisión a la hora de la merienda sabemos que es un martes y están viendo Ensalada de locos. La película que veían Cleo y Fermín cuando éste la abandona es La grande vadrouille. En las salas de cine se repetían películas más viejas, como ésta”.
Del Cine Las Américas aparecen cinco fotografías en el archivo que Bárbara Enríquez y su equipo. Una de ellas es crucial para la reconstrucción de una de las secuencias más comentadas de la película Roma.
“Alfonso quería que este café –Café de las Américas, que se ubicaba a la derecha de la entrada principal– apareciera más cerca de avenida Baja California, pues no se iba apreciar en la secuencia donde Cleo busca a los niños. Tuvimos que cambiarlo unos metros de su sitio original”. Hay otras dos licencias que, explica Enríquez, debieron tomar para favorecer la narrativa visual. La primera es la secuencia donde Cleo corre con su amiga Adela hacia La casa del pavo. Se ve a ambos personajes atravesar una calle donde el conductor de un auto tiene que frenan para no atropellarlas. En la cinta, la primera parte de este trayecto es sobre una calle inexistente, pues la calle Motolinia termina justo en la esquina con 16 de septiembre.
La segunda licencia notoria es la entrada del hospital de Gineco-Obstetricia del Centro Médico, donde Cleo es internada para dar a luz a su hija. Ese hospital no sólo se derrumbó en el sismo de 1985, sino que tuvo características distintas a las que se exhiben en Roma.
“La fachada de ese hospital se hizo con trabajo digital a partir de la arquitectura de los hospitales de la época. Esa investigación la hicimos Carmen Guerrero y yo en el Centro Médico, donde nos trataron muy bien y casi nos adoptaron”.
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A unos metros del estudio de Bárbara Enríquez, en la colonia Roma, está el Centro Médico Nacional Siglo XXI, en la colonia Doctores. Inaugurado en 1963 por el presidente Adolfo López Mateos, la mayor parte de los edificios originales del complejo de salud pública más importante de la zona centro del país es obra de Enrique Yáñez, conocido como el arquitecto de la salud por la cantidad de hospitales que construyó a lo largo de su carrera.
En el sótano de la Unidad de Congresos de este Centro Médico, está el Archivo Histórico del IMSS. Debajo de este auditorio, una construcción cilíndrica que junto con los murales de José Chávez Morado y las esculturas de Federico Cantú es uno de los sitios más representativos de este complejo hospitalario, se resguarda la memoria fotográfica y documental del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). En marzo de 2016, Bárbara Enríquez y Carmen Guerrero hicieron la revisión documental de los fondos de este archivo. Esto sólo fue una parte de los archivos que consultaron entre febrero y agosto de 2016. Otros fueron la Filmoteca de la UNAM, el Museo Archivo de la Fotografía, el Colegio de Arquitectos, la Fototeca de El Universal y archivos familiares de Alfonso Cuarón y Eugenio Caballero.
“Nunca nos dijeron que las fotos que buscaban eran para la película Roma”, dice Tania Lira, una de las encargadas del Archivo Histórico del IMSS. Entre cajas de cartón con bibliografía médica e historia de la medicina en México muestran algunos de los libros que sirvieron como base para recrear los pasillos, las salas de consulta y el quirófano. Uno de ellos es La seguridad social en México, publicado en 1964, donde se enlistan las obras del IMSS durante el sexenio de Adolfo López Mateos con abundantes fotos de exteriores e interiores de varias clínicas ubicadas en la zona metropolitana de la Ciudad de México. El recorrido que Bárbara Enríquez y Carmen Guerrero hicieron en este archivo incluye carteles de los años 70, planos del hospital de Gineco-Obstetricia y del Centro Médico, a los que llegaron con ayuda del hijo del arquitecto Enrique Yáñez.
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La Roma y la Doctores son colonias vecinas divididas por la avenida Cuauhtémoc. En el libro Las batallas en el desierto, de José Emilio Pacheco, ésta representa la división entre los espacios domésticos de Carlos, el protagonista, y los territorios desconocidos. La adaptación cinematográfica de esta novela en 1987 con el nombre de Mariana, Mariana, bajo la dirección de Alberto Isaac, es uno de los referentes más reconocibles sobre esta colonia en el cine mexicano.
Las fronteras son claras para el transeúnte chilango: al norte limita con Avenida Chapultepec, una de las más antiguas de la ciudad; al sur, el Viaducto, que la hizo vecina del Aeropuerto Benito Juárez; al poniente, la cosmopolita Avenida de los Insurgentes le extirpó el acento pueblerino, aunque en su Plaza de Romita aún se escuchen cohetes cada día 28. Al poniente, la Avenida Cuauhtémoc le recuerda que existe un mundo más allá de sus calles.
Uno de los portales que en años recientes ha rescatado la memoria fotográfica de esta urbe es La Ciudad de México en el tiempo, de los historiadores Carlos Villasana y Rodrigo Hidalgo. Para este último, la euforia que ha generado la película de Alfonso Cuarón es también una oportunidad para los chilangos para recorrer sus calles, pero no sólo las de la colonia Roma, sino de las otras colonias de la Ciudad de México.
“La Roma ha aparecido en muchas películas del cine mexicano. La lista es larga: Celos, de Arcady Boytler; El hombre de papel, de Ismael Rodríguez; Los olvidados, de Luis Buñuel y Sólo con tu pareja, del mismo Alfonso Cuarón, entre otras. Hay que conocer la Roma, caminarla o recorrerla en trasporte público, conocer sus historias, pero hay que hacerlo con toda la ciudad. Si no hay una película Guerrero, Polanco y Coyoacán vayamos a buscar esas historias”, recomienda Rodrigo Hidalgo, quien este sábado ofreció la conferencia “Arquitectura de la Roma en el cine” en la Casa del Arquitecto.
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Las calles aledañas al estudio de Eugenio Caballero parecen escenas no incluidas en la cinta. Afuera, un vendedor de almohadas camina en busca de un comprador y cada tres minutos un avión cruza el cielo sobre la colonia San Pedro de los Pinos. Seguimos hablando de las ruinas:
“Crecí en una Ciudad de México post temblor de 1985 y estoy acostumbrado a ver ruinas. Me interesa la parte menos manipulada, menos cuidada. Esa es la manera en que descubrí mi ciudad y lo aplico mucho en las texturas de mis películas, ya sea en una historia de zombies, como Resident Evil, sobre un tsunami, como Lo imposible, o en Roma. Hay un aspecto no evidente que me interesa mucho: las capas que puede tener. En Roma cada una de las decisiones sobre los colores –en este caso los grises– tenían un comentario sociopolítico muy importante”.
–En Roma hay temas muy claros como la maternidad, la infancia o el desamor en el caso de dos mujeres que viven bajo el mismo techo pero con realidades distintas. Has dicho antes que ésta es una película épica. ¿Es una épica de la intimidad, de lo privado?
–Tiene una escala épica cuando vemos a los personajes caminar hacia el Cine Las Américas, cuando vemos la Avenida Insurgentes en una escala enorme. Es muy difícil hablar de esta ciudad con la complejidad que queríamos sin que tuviera esta dimensión.
El carácter de barrio que aún conservan las calles de San Pedro de los Pinos remiten a una frase de León Tolstoi a la que este productor de diseño cinematográfico nacido en 1972 acude con frecuencia en sus conferencias con estudiantes de cine: “Habla de tu pueblo y llegarás lejos”. Le pregunto:
–¿Cómo no entender Roma como una película nostálgica o pueblerina?
–La aproximación es desde un punto de vista de un personaje del presente que registra el pasado, como hace Alfonso. No es una alegoría del pasado. Tampoco puede ser pueblerina porque habla de una ciudad muy grande, terrible y compleja donde coinciden mundos muy distintos. Alfonso, pudiendo hacer cualquier historia en el mundo, decidió hacer una historia hiperpersonal con un alcance universal enorme.
FOTO: Still de la película Roma que recrea parte de la vida cotidiana de la Ciudad de México en 1970. / Carlos Somonte
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