En Rompan todo no caben todxs

Dic 26 • destacamos, Miradas, Pantallas, principales • 7631 Views • No hay comentarios en En Rompan todo no caben todxs

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El documental producido por Netflix y Gustavo Santaolalla causó malestar en el público y los músicos por la ausencia de

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POR ROCKBERTO JOSUÉ BERMÚDEZ Y MARISOL M. ABURTO ZEPEDA
Siempre será bienvenido un documental como Rompan todo, producido por Netflix y coproducido por Gustavo Santaolalla. Los ejercicios de rescate de la memoria histórica son importantes, aunque muchas veces el tamaño de la empresa parcializa la memoria y no se abarca todo lo que corresponde. Es asertivo desentrañar los contextos históricos de América Latina y la represión que ha vivido a través de sus dictaduras y partidos hegemónicos; es un acto libertario romper con los esquemas impuestos y cerrados de los autoritarismos por medio de la música y la colectividad: este es uno de los grandes méritos de Rompan todo.

 

Es necesario refrescar la memoria de las nuevas generaciones que conocen estos momentos negros y estallidos históricos como capítulos cerrados y no como experiencias en carne propia. Además, en la actualidad no hay un movimiento que represente la contracultura en el rock, tal como sucedió en la escena independiente en inglés en la década de 1980. No malinterpretemos: el Rock no ha muerto, pero está adormecido, no lleva la batuta en la resistencia frente a otras expresiones que son más comerciales. Lo cual confirma que el rock latinoamericano fue una empresa que se comercializó y supo romper fronteras y venderse bien. No es algo malo, así sucedió. Rescató las fusiones, las influencias de los regionalismos, los aportes y el impulso a otras expresiones como el canto nuevo o los folkloristas, que son la verdadera banda sonora del movimiento del 68.

 

Pensamos que en el documental nadie sobra, ni Julieta Venegas —su participación fue especialmente valiosa en el movimiento rockero mexicano— ni Mon Laferte ni Maná y su antecedente Sombrero Verde. Pero faltan algunas figuras musicales, se da mucho peso a otras y muchas ni figuran.

 

También resaltan ciertos errores: la complicidad con los militares en la guerra de las Malvinas, aunque hubo, por su puesto, quienes no participaron. Sin embargo, se omiten otras críticas fundamentales sobre el exilio. Hay que resaltar que hubo muchos que se quedaron y resistieron el embate desde adentro, como Miguel Abuelo y Porcheto en la época de la dictadura militar.

 

 

Gracias al documental tenemos la necesidad de rellenar estos huecos históricos, ya sea por razones de espacio, por el uso del material de producción disponible a la mano o porque hay elitismo en un movimiento que luchó por romper las barreras. Mas no todos han sido debidamente reivindicados. En el fondo hay una hegemonía en cuanto a algunos grupos dentro de la industria.
Inexplicablemente, también, es que se omiten actores y hechos que son imprescindibles para entender la historia y la evolución del rock como movimiento.

 

Nos hablan de un contexto latinoamericano, pero el documental se centra en las bandas argentinas y mexicanas, mencionando de forma superficial los escenarios de Colombia, Uruguay y Chile; ¿qué pasa con el resto de Latinoamérica? Reflexionemos sobre algunos nombres ausentes pero ineludibles por su trascendencia. Empecemos por México: Jaime López, un baluarte, un precursor del movimiento en México que impulsó e inspiró a grupos como Botellita de Jerez y Café Tacuba. El Rock progresivo y urbano que resistió en las zonas conurbadas de los 70 y 80, parece, no existir en el documental. Figuras importantísimas como Tex Tex, Charlie Montana y el Haragán no dejan de ser marginales hasta para la banda rockera.

 

Los grupos de Ska y Surf también fueron omitidos y es importante reivindicarlos, como Panteón Rococó —bastaría con su gran aceptación en Sankt Pauli, Alemania—, La Tremenda Corte o Salón Victoria, que marcaron una época importante al principio de los dos mil. Se podría incluir grupos como Juguete Rabioso, Resorte, Salario Mínimo, Los de Abajo, que son también parte de la lucha a favor del Zapatismo, sumamente críticos ante el sistema.

 

Se menciona a Rockdrigo pero se deja de lado a todo un movimiento como los Rupestres o a figuras importantes como Guillermo Briseño. No todo fue Alex Lora y Javier Batiz, sin demeritar el peso de nadie en el movimiento. De igual forma, se dejó de lado a Real de Catorce siempre solidario con los movimientos sociales y con un grupo de seguidores importante a resaltar.

 

En cuanto a la participación de las mujeres, muchas son reivindicadas y otras marginadas: Cecilia Toussaint, Betsy Pecanins y Gloria Ríos. Kenny y los Eléctricos y Ely Guerra son mencionadas desde la superficie. Fue olvidada una legendaria banda de rock-punk integrada por mujeres, Las Ultrasónicas. En este punto pareciera que el mensaje de Rompan todo es el imperativo “el rock será femenino o no será”, pero personalmente nos preguntamos si la selección correspondió a la necesidad de cubrir la cuota de género.

 

 

Hay otras figuras cuya trascendencia se minimiza. Caifanes es una de ellas. Su importancia está a la par de Soda Stereo, lo cual es más preciso que “emparentarlos” con Maná y su lugar privilegiado en el documental. No pudieron o no quisieron entrevistar a alguno de los integrantes de Caifanes, pese a que todos siguen presentes.

 

En 1994 se realizó una serie de conciertos masivos en Ciudad Universitaria, organizados, entre otros, por Rita Guerrero y Paco Barrios “El Mastuerzo”, ¿por qué no se resalta un evento de tal importancia en el escenario mexicano?, ¿por qué se omiten la memoria de Vega-Gil y la figura del “Mastuerzo” al acercarse a la Botella?

 

La relevancia de espacios como el Circo Volador, el Foro Alicia y especialmente Rockotitlan, lugares de difusión y resistencia, está de paso u olvidada. No se autoafirma su importancia, ya que son o fueron salas de conciertos donde se difundieron muchas bandas.

 

Un hecho importante y omitido fue el concierto de Caifanes en la alcaldía Venustiano Carranza, que sirvió de pretexto al regente priísta Espinosa Villarreal para prohibir los conciertos en el entonces Distrito Federal. O el uso mediático del concierto por la paz de Jaguares y Maná en el estadio Azteca como contrapeso al empuje de la marcha Zapatista. No aparece Miguel Ríos, quien pese a ser de España fue la llave para que volviera a surgir en escena el Rock Nacional después de Avándaro. O la solidaridad de Manu Chao con los movimientos de resistencia en América Latina, quien se atrevió a decir en prensa que “las agresiones y violaciones cometidas en Atenco, en 2006, fueron terrorismo de Estado”. De igual forma se omite el papel de los rockeros solidarios con los movimientos estudiantiles posteriores al 68 (los de 1986 y 1999).

 

Del resto de América Latina quedaron varios vacíos: el papel de resistencia contra el autoritarismo de bandas de Heavy Metal en Argentina como V8 es ignorado en el documental. Tampoco encontramos a grupos como Todos tus Muertos, Los Ratones Paranoicos, Viejas Locas y La Renga quienes son fundamentales dentro de este movimiento. Aunque se menciona a Los Redonditos, la línea del tiempo del documental los coloca en los 90, aun cuando estuvieron presentes desde el inicio de la dictadura militar, usando códigos metafóricos en sus letras para no ser censurados. De la misma forma, Luis Alberto Spinetta “El Flaco” es mencionado muy en los inicios, pasando por alto la reunión de Almendra en 1979 (Spinetta, Molinari, del Guercio y García), pese a las condiciones de represión en la Argentina.

 

 

No olvidemos a la banda Las Manos de Filippi, autores de “Sr. Cobranza”, interpretada y dada a conocer por Bersuit Vergarabat como uno de sus grandes éxitos. No hubo tampoco espacio para bandas chilenas como Chancho en Piedra, Gondwana y los Bunkers o Sepultura que pudo representar a Brasil.

 

Centro América quedó olvidada: en el caso de Puerto Rico se menciona únicamente a Residente, pero se dejan fuera a Draco, Puya, Vivanativa, Manjar de los Dioses, La Secta, Ignacio Peña y Niño Planeta, entre otros. En Costa Rica no se puede prescindir de José Capmany, conocido como el padre del Rock tico, y la banda Bruno Porter; solo por mencionar dos países de esta región. Pese a la aparición del uruguayo Roberto Musso en un par de ocasiones, no se hace alusión al Cuarteto de Nos, banda de gran relevancia en América Latina que ha estado activa desde 1984 hasta la fecha. La historia del rock latinoamericano es amplia, hay que rellenar huecos y darles el lugar merecido a todos. La industria segregó a ciertos pilares que han mantenido la lucha contra el autoritarismo y la opresión en América Latina, ya sea de forma explícita, metafórica o cifrada, como en Argentina, o rompiendo los moldes y desafiando los esquemas del poder.

 

Es importante seguir buscando la verdadera historia del Rock latinoamericano, nuestro soundtrack de cada día.

 

FOTO: Póster promocional de Rompan todo./Especial

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