Santificarás las fiestas : la oscuridad de lo cotidiano
POR JUAN HERNÁNDEZ
Si usted está convencido de que lo cotidiano es simple y no tiene misterios por desvelar, la dramaturga Conchi León (Mérida, Yucatán, 1973), en su obra Santificarás las fiestas, lo va a contradecir: la vida ordinaria de hombres y mujeres resulta ser de una complejidad avasallante; en ella se manifiestan temores, vicios, obsesiones, aspiraciones y frustraciones que, en cierto modo, forman parte de la condición humana.
La escritora de teatro —autora de Mestiza power, su obra más reconocida— tiene un estilo muy definido. Recurre a un lenguaje directo y cotidiano. Los personajes son reconocibles: amas de casa, mujeres que trabajan, hombres que buscan el amor en las calles y ancianas ocupadas con los fantasmas de su pasado.
En el caso de Santificarás las fiestas, León retrata con espléndida claridad el entramado de las relaciones sociales y, en específico, familiares, alrededor de las grandes festividades: rituales que llaman a reafirmar el tejido social. Ante la mirada de la dramaturga, ese tejido está dañado, purulento, es decir, enfermo sin remedio.
Es en el ritual que llama a reunirse alrededor de la mesa para recibir un año nuevo, en donde se expresan la neurosis, la desesperanza, la enfermedad y el cinismo frente a lo inevitable; situación en la que el amor pierde sentido y lo que prevalece es la dependencia emocional generada por la inercia de lo cotidiano.
León va directo al punto: la enfermedad social, la pobreza espiritual de lo humano en la contemporaneidad y el estudio de lo ordinario como el espacio en donde se desarrollan los grandes dramas de lo humano.
En Santificarás las fiestas esa revelación del misterio va acompañada de un humor ácido, casi negro. Una ironía dolorosa, que permite escapar a través de la risa. No hay espacio para la complacencia y tampoco para la lástima. La obra, en ese sentido, es una sátira tremenda de la vida de personajes vulnerados, de algún modo, en su dignidad humana.
La autora maneja un lenguaje coloquial y refiere a costumbres reconocibles, imágenes y situaciones que despiertan una empatía inmediata en el espectador, que ríe sin pudor de las desgracias presentadas con humor.
Boris Schoemann, director del montaje, comparte la propuesta de la escritora. Crea un cosmos en el que los personajes son llevados de un modo natural a la exacerbación y es, en ese punto, en el que dejan salir la faceta oscura de su personalidad.
La puesta maneja un ritmo que está muy relacionado con el tiempo cotidiano: la espera de un taxi en la calle, el encuentro casual de dos desconocidos que determinan acompañarse en un momento de desgracia, la festividad de año nuevo que debería celebrarse en familia y con felicidad, como si la felicidad estuviera atada a estos rituales de congregación social.
El resultado es una obra con un ritmo ágil, en donde la palabra se dice sin pensar, motivada por las circunstancias y los resortes de la convivencia. Una puesta emotiva, dura, dolorosa y, a pesar de ello, divertida.
Los actores Paloma Woorich (Tía Felisa), Conchi León (Marisa), Mariana Hartasánchez (Otilia) y Alfonso Cárcamo (Sergio) se comunican al instante; manejan un nivel de energía alto y establecen un diálogo entre los personajes, a los que han dado vida con técnica, pero también poniendo en juego el conocimiento de aquello de lo que se habla.
Son, en ese sentido, personajes verosímiles, vitales y auténticos. Abrevan de la cultura popular, tanto en el modo de ser como de hablar. En ese sentido puede decirse que estamos ante un teatro con una identidad cultural específica: la mexicana; pero también universal, porque el tema puede hablarle a cualquier ser humano sin importar su origen.
Conchi León toma fuerza como autora de un teatro con una identidad definida y eso, en el mundo de la moda y la globalización, resulta una proeza y un riesgo. Boris Schoemann se hace cómplice de esta propuesta, poniendo al servicio de la obra su interés genuino por resaltar en escena los conflictos íntimos y profundos de seres humanos de carne y hueso.
Santificarás las fiestas es una obra dura, que cuestiona al espectador sobre la idea de lo que la felicidad es y de la relación que tenemos con nuestros semejantes en las festividades, que nos reúnen para ser “felices”.
Santificarás las fiestas, de Conchi León, dirección de Boris Schoemann, con Paloma Woolrich, Mariana Hartasánchez, Alfonso Cárcamo y la autora, se presenta en la Sala Xavier Villaurrutia del Centro Cultural del Bosque (atrás del Auditorio Nacional, en la ciudad de México), jueves y viernes a las 20 horas, sábados a las 19 y domingos a las 18, hasta el 19 de octubre.
* Fotografía: La obra de Conchi León corre temporada en el Centro Cultural del Bosque/ Pili Pala/Cortesía INBA.