Sergio Pitol: el traductor y su obra
POR RODOLFO MENDOZA
@rodolfomendo
Sergio Pitol ha sido uno de los mejores traductores de James, Gombrowicz o Andrjewsky, lo sabemos todos. Menos conocidas –aunque igualmente valiosas— son sus traducciones de Lu Hsun, Tibor Déry, Luigi Malerba, Malcolm Lowry, Elio Vittorini, Giorgio Bassani o Robert Graves.
Pitol no sólo promovió la traducción llevándola a cabo él mismo, sino impulsándola desde las editoriales para las que trabajó a lo largo de su vida.
La labor editorial tiene muchos componentes que a veces pasan desapercibidos. La edición es un arte del que Pitol ha sido también maestro de muchos con las colecciones que ha dirigido para Tusquets, la UNAM o Siglo XXI.
Escritor –naturalmente–, traductor, editor, docente, todas esas labores de Pitol podríamos reducirlas a una sola: la de lector. Ya se sabe que no hay escritor sin libros y que los grandes editores han sido grandes lectores. Ni qué decir de lo importante que es para un traductor literario la lectura.
Si pensamos en Sergio Pitol tenemos que pensar inmediatamente en un gran lector, en uno omnívoro, en uno inmenso, en uno que da la impresión de haberlo leído todo y al que no le cuesta trabajo confesar que hay cosas que no ha leído, pero que a los pocos días habla con entusiasmo o decepción de aquel autor que pocos días antes desconocía, pero que en una o dos semanas ya había devorado tres o cuatro libros.
El Pitol traductor le debe mucho al Pitol crítico, y el Pitol lector nutre al Pitol narrador. Desde los temas mismos, desde la elección de los autores de los que ha escrito páginas memorables, vemos que los límites en Pitol no existen: Pilniak, Goncharov, Compton-Burnett, Firbank, O’Brien, Kusniewicz no son autores que los escritores en lengua española consideren como una influencia en la misma medida en que lo son para él, y mucho menos les han dedicado las páginas que el autor de Pasión por la trama ha cincelado pensándolos, sintiéndolos.
La figura de Sergio Pitol, su obra toda (y quiero decir no sólo su obra literaria, sino también su obra como traductor y editor) es un ejemplo para cualquier persona dedicada a la literatura. Pitol nos ha ensañado nuevos caminos que son los caminos de la libertad. Nos ha enseñado que un género literario se puede romper y moldear a gusto, nos ha instruido a decirle no al encasillamiento, al canon. Ha puesto en nuestras manos castellanas autores que ningún otro traductor o editor había puesto. Nos enseñó el caudal que son las literaturas eslavas. Nos ha enseñado, pues, lo que es la Literatura con mayúsculas.
“Only connect the prose and the passion” escribió E.M. Foster en Howards End. “Sólo construir un puente entre la prosa y la pasión”. “Only connect…”: cita de Forster que abre en forma de epígrafe El mago de Viena de Sergio Pitol. Foster: amigo de J.R. Ackerley, autor de We Think the World of You, novela traducida por Sergio Pitol. Ackerley: crítico por más de dos décadas del periódico The Listener y mentor de muchos escritores ingleses. Escritores ingleses: Jane Austen, Henry James, Ronald Firbank, Malcolm Lowry, Joseph Conrad, y tantos otros leídos y releídos por Sergio Pitol. Joseph Conrad: nacido en Polonia bajo el nombre de Jozef Teodor Konrad Nalecz Korzeniowski y naturalizado inglés. Polonia: Andrzejewski, Iwaszkiewicz, Schulz, Gombrowicz, autores presentados al español por Pitol a través de la antología preparada y traducida por él en 1967. Sólo construye puentes. Todo se une. Todo se conecta. El punto de confluencia es Pitol: su obra.
Termino con una cita de El mago de Viena y que resume, de mejor manera que mis palabras, el papel de Pitol en la literatura, en la edición y en la traducción: “El escritor sabe que su vida está en el lenguaje, que su felicidad o su desdicha dependen de él. He sido un amante de la palabra, he sido su siervo, un explorador sobre su cuerpo, un topo que cava en su subsuelo; soy también su inquisidor, su abogado, su verdugo. Soy el ángel de la guarda y la aviesa serpiente, la manzana, el árbol y el demonio”.
*FOTO: Fotografía de Witold Gombrowicz fechada en 1939 e incluida en un pasaporte emitido por el gobierno de Polonia. Sergio Pitol fue el encargado de traducir el Diario Argentino de Gombrowicz directamente del polaco/ Especial.
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