Shakespeare en Verona
POR SERGIO TÉLLEZ-PON
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Una de las mayores incógnitas en la corta pero fascinante vida de William Shakespeare (Stratford-upon-Avon, Inglaterra, 26 de abril de 1564-23 de abril de 1616) es dónde estuvo entre 1585 y 1592. Y esa pregunta lleva a otras más específicas: ¿qué hizo, qué pasó en su vida, con quién convivió? Si bien Guiseppe Tomasi di Lampedusa lamenta no conocer más sobre esos “años oscuros” de Shakespeare, pues entre los 21 y 28 fueron sus “años de formación” (en Shakespeare, Nortesur, 2009), también aventura otra teoría, la más fehaciente, de que esos siete años los pasó en la región italiana del Véneto.
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El último registro sobre la estancia de que Shakespeare en Stratford es de febrero de 1585, cuando bautizó a sus hijos mellizos Hanmet y Judith; luego no se sabe nada de él hasta 1592, cuando un despectivo comentario de Robert Green lo registra ya en Londres como “el único agitador de escenarios [shake-scene] del país”. Este periodo coincide con la estancia en el Véneto de Henry Wriothesley, conde de Southampton y mecenas de Shakespeare, donde se había asentado en compañía del futuro dramaturgo para estudiar en la Universidad de Padua. El crítico literario Frank Kermode sostiene la idea de que Shakespeare llegó a Londres buscando el patrocinio de algún aristócrata con la intención de convertirse en poeta de la corte y no dramaturgo, y es así como pudo haber conocido al conde, irse con él a Padua y luego regresar a Londres donde dedicó gran parte de su vida al teatro.
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Es al conde de Southampton a quien Shakespeare dedica sus dos primeros poemas: Venus y Adonis (1593) y La violación de Lucrecia (1594). Aunque para 1593 ya había escrito en colaboración algunas obras de teatro, las tres partes de Enrique VI, además de Ricardo III, La comedia de equivocaciones, Tito Andrónico y La fierecilla domada, ese año Shakespeare no escribió otras obras dado que no se iban a representar por un brote de peste bubónica que mantuvo cerrados los teatros; eso le permitió tener el tiempo suficiente para escribir esos dos poemas narrativos. La respetuosa dedicatoria del primer poema, “todo un himno a la belleza viril”, según Lampedusa, demuestra que al inicio entre el conde y el poeta sólo había un trato de cortesía: “Muy honorable, espero no ofenderos en modo alguno al dedicaros, señor, estos imperfectos versos, así como espero que el mundo no censure mi elección de un sostén tan robusto para tan endeble carga”. En cambio, un año después el acercamiento es mayor entre los dos, pues el tono en la dedicatoria de La violación de Lucrecia es más íntimo: “Profeso por vos, señor, un afecto ilimitado, del cual este poema de comienzo abrupto es tan sólo una humilde muestra”. (Cito la versión de Andrés Ehrenhaus, en Poesías. Obras completas V, Debolsillo, 2013). Estos dos poemas narrativos, publicados en un lapso tan corto, muestran que la estancia en Padua al lado del conde estrechó la relación entre ambos e inspiró al poeta a escribir sus primeras obras poéticas.
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Por otro lado, en ninguna otra región del mundo Shakespeare ambientó tantas obras como en el Véneto, donde ocurren cuatro de sus piezas: Los dos hidalgos de Verona, Romeo y Julieta, El mercader de Venecia –escritas entre 1594 y 1597– y aunque muy posterior (1604), también la primera parte de Otelo. Tomasi di Lampedusa observa que en esas cuatro obras “se dan nociones exactas de lugares y de personas, imposibles de adquirir estando en Inglaterra”. Por ejemplo, en Romeo y Julieta (act. I, escena 1), en un diálogo con la mamá de Romeo, Benvolio dice: “Señora, una hora antes de que el sol/ la áurea ventana del oriente abriera,/ una preocupación me llevó andando/ donde el Oeste de Verona arraiga/ el bosque de elevados sicomoros”. Se sabe que Shakespeare se basó en una noveleta italiana para escribir esta obra, sin embargo, en ese relato no se dice que haya sicomoros al poniente de la ciudad, de manera que ese dato Shakespeare lo sabía de primera mano. Pero además de los lugares, en esas obras muestra que conocía bien las costumbres y leyendas de la zona.
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En el caso de El mercader de Venecia, obra que marca la transición entre el periodo lírico y el histórico, el argumento proviene de uno de los cuentos de Il pecorone (obra escrita 1378 pero publicada en 1558), de Ser Giovanni Fiorentino. De estos cuentos no se conoce una versión al inglés de la época, de manera que Shakespeare debió haberla leído directamente en italiano. Parecido es el caso de Otelo, pues para escribirla Shakespeare se basó en la séptima novela de Hecatommiti (Cien cuentos), de Giraldi Cinthio, quien curiosamente era profesor de Retórica en Padua. La noveleta del Moro de Venecia no estaba traducida al inglés cuando el dramaturgo escribió su obra, así que también debió leerla directamente en italiano.
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Su estancia en Verona no sólo fue determinante para sus obras de teatro sino también fue decisiva en su poesía, pues es probable que allí haya leído sonetos a la manera italiana o petrarquista y que haya querido imitar esa estructura característica del Renacimiento italiano, así como la imitaron los poetas españoles y portugueses. Si bien se su serie de 154 Sonetos se publicaron en 1609 es evidente que Shakespeare los escribió a lo largo de varios años. En 1599 ya se sabía de su existencia gracias a un comentario que hacía referencia a “los azucarados sonetos que Shakespeare hace circular entre sus amigos más íntimos”. A partir de su dedicatoria a un misterioso “Mr. W. H.”, una de las teorías más aceptadas es que ese enigmático personaje señalan al mismo conde de Southampton, cuyas iniciales aparecerían invertidas: W. H. por Henry Wriothesley. Al igual que el principio de Venus y Adonis, el yo lírico de los primeros dieciocho Sonetos canta a la belleza masculina, lo conmina a tener herederos para que esa belleza no se extinga y, si se limita al consejo, es para mantener las jerarquías sociales (en cambio, en los sonetos que le dirige a la “dark lady” es más cruel y varonil, incluso descarnadamente sexual). Los Sonetos se gestaron casi bajo las mismas circunstancias que Venus y Adonis y La violación de Lucrecia: están dedicados al conde, son claros ejemplos de amor cortés que nos hace pensar que los escribió luego de pasar esos años en el Véneto.
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La idea de Tomasi di Lampedusa sobre los siete “años oscuros” de Shakespeare en el Véneto no suena descabellada pues, como me he propuesto demostrar. Esos años que pudo haber pasado allá ciertamente fueron muy decisivos en el momento en que Shakespeare era más sensible a las influencias y por eso mismo permeó parte importante de su obra.
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*FOTO: Retrato de William Shakespeare (anónimo), fechado en 1610, y que pertenece al grupo de retratos de este autor conocido como Cobbe/ Cortesía: Shakespeare Birthplace Trus.
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