Silvestre Revueltas, ¿el estridentista póstumo?

Feb 12 • destacamos, principales, Reflexiones • 3013 Views • No hay comentarios en Silvestre Revueltas, ¿el estridentista póstumo?

 

Su música se opuso a la tradición europea y al nacionalismo de la época, por lo que resultó más cercana a un vanguardismo socialista similar al que habían practicado ya algunos estridentistas

 

POR ROBERTO KOLB NEUHAUS 
Silvestre Revueltas (1899 – 1940) se asumió abiertamente como compositor apenas en 1930, a su regreso de una larga estancia de estudio y trabajo en los Estados Unidos. Llama la atención que, desde un inicio, su música, de naturaleza rebelde, se desliga no sólo de las tradiciones eurocéntricas que enfrenta entre sus colegas de generaciones previas, sino también de sus contemporáneos, entre ellos su entonces amigo y patrón Carlos Chávez.

 

Revueltas se asumió abiertamente como un outsider, por un lado enfilando su música contra los ámbitos político, estético y educativo —componiendo parodias satíricas de las distintas expresiones de nacionalismo folclorista o armando constructos musicales que desafiaban abiertamente los preceptos de la organicidad modernista— y, por el otro, a través de una suerte de performance vanguardista con explosivas declaraciones de prensa dirigidas con aguda y combativa ironía en contra de la academia y las expectativas nacionalistas entre la sociedad burguesa respecto a su música.

 

Las principales armas de su estética disruptiva se localizan en un empleo satírico del collage, prácticamente sin precedentes en la música de arte en occidente. Por otra parte, sus técnicas de montaje, inusuales en su entorno local, son tratadas como postura disruptiva frente a la estética eurocéntrica, pero también de manera constructiva como alternativas para la expresión de las ontologías periféricas híbridas. Collage y montaje le permitieron discernir diversas agencias autónomas, la del sujeto social, múltiple o individual, en el espacio que proporciona la partitura. Sin tapujos, Revueltas definió este sujeto social siempre en términos políticos, muy distantes al pintoresquismo nacionalista de la época. Esta representación artística nos invita a considerar una estética afín a lo que podría describirse acaso como una suerte de vanguardismo socialista, tal como fue practicado una década atrás por algunos de los estridentistas en México.

 

El movimiento estridentista, sin embargo, incluyó solo a escritores, poetas y artistas plásticos. Salvo por la militancia en este movimiento de Fermín Revueltas, hermano del compositor, y la poco significativa inclusión de ambos en la lista de signatarios del primer manifiesto —la mayoría de ellos no fueron consultados por el autor—, no hay forma de constatar una liga orgánica de nuestro compositor con este movimiento. Revueltas, además, sólo estuvo físicamente presente en México por un periodo muy breve, de 1924 a 1925, los años del apogeo del estridentismo.

 

Hay, sin embargo, muchos elementos en su hacer político y su sonar musical que sugieren ligas, así sea, simbólicas, con este movimiento. Figuran, por ejemplo, vínculos defendibles entre su música y la poesía estridentista. Tal vez no es casualidad que Germán List Arzubide nombrara una colección de poemas Esquina (1924), una suerte de collage cuasi surrealista inspirado en imaginería de espacios urbanos, y que Revueltas, pocos años después, creara sus propias Esquinas (1931), incorporando en su inicio un sinnúmero de pregones y chiflidos callejeros, organizados a manera de collage, y hacia el final como montaje sintético. Esta partitura bien podría definirse como una suerte manifiesto musical estridentista.

 

Una de las características particulares del estridentismo —rasgo que, entre otros, lo distinguió de las vanguardias históricas europeas— fue la inclusión de una perspectiva bolchevique, como la palpable en el líder del grupo Manuel Maples Arce, Urbe: Super-poema bolchevique en 5 cantos, dedicado a los trabajadores de México. Parece que fue esta línea de estridentismo, tanto de izquierda como de vanguardia rebelde, la que finalmente atrajo a Revueltas, y que llevó también a la composición de un ballet infantil didáctico, descrito por él como una “Pantomima infantil bailable”. Troka fue compuesta en colaboración directa con List Arzubide en 1933, y tenía como héroe al muñeco homónimo, un robot futurista, pero también comunista. La trama (no muy infantil) gira en torno al triunfo sobre el imperialismo.

 

Si bien el montaje y el collage han sido tema de debate e historización en las artes visuales, poco se ha dicho sobre expresiones equivalentes en la música. El tema, no obstante, es de primordial importancia en el contexto actual. “El zumbante sonido del desorden y la contaminación (…) (a través de) elaboradas capas y tramas entrecruzadas de formas estéticas dispares y temas discursivos” que tanto molestaban a Theodor Adorno, definiría elocuentemente, por ejemplo, al “Preludio heroico”, uno de los movimientos de la pieza inconclusa e irónicamente titulada Tres pequeñas piezas serias (1931?), y todavía mejor los movimientos externos de Colorines (1932). Estas partituras podrían describirse como collages disruptivos, dado que persiguen perturbar “ideas tradicionales como el orden, la inteligibilidad e incluso el éxito” (Calinescu). Aunque no queda claro hasta qué punto Revueltas estaba familiarizado con el espíritu rebelde de las vanguardias históricas en Europa, su rabia incontenible contra las instituciones culturales, fundamentada políticamente, sin duda parece replicarse en esas posturas y hace eco con las de algunos estridentistas. Collages como los mencionados recuerdan una de sus frecuentes declaraciones en contra del arte eurocéntrico, que aparece en el texto introductorio de la primera versión de Esquinas: “Algunos entendidos en música son capaces de encontrarle forma determinada: binaria, ternaria, lied. (…) Algunas personas de buen humor, dicen que tengo técnica; otras de mal humor, que no. Deben saberlo mejor. (…) Desde el punto de vista técnico-musical no puedo decir nada, porque no me interesa”.

 

Son éstos sólo algunos ejemplos de la afinidad revueltiana con el estridentismo, pero existen mucho más. Esta hipótesis, la recuperación de Silvestre Revueltas como una suerte de estridentista póstumo, es el propósito de un artículo que está por publicarse en Alemania sobre la “música visual” de Revueltas, y constituye también una de las propuestas centrales del libro Silvestre Revueltas: Sounds of a Political Passion, también de mi autoría, actualmente en producción por la casa editorial Oxford University Press.

 

FOTO: El compositor Silvestre Revueltas (1899-1940)/ Crédito de foto: Archivo El Universal

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