Steve McQueen y la violencia femiempoderadora
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Viudas, de Steve McQueen, thriller con una estructura de tramas simultáneas, propone una reivindicación femenina que exalta la solidaridad entre mujeres
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POR JORGE AYALA BLANCO
En Viudas (Widows, RU-EU, 2018), trepidante opus 4 del artista plástico afrobritánico de 49 años Steve McQueen vuelto primero arrollador cineasta militante (Hambre 09) y luego avezado cinepsicólogo pornocibernético (Shame: deseos culpables 11) y después oscareado cinehistoriador antirracista (12 años esclavo 13), con guión suyo y de Gillian Flyn basado en la homónima TVserie inglesa de Lynda La Plante 83, la suntuosa afrochicagüense erotizada y al parecer bienamada Verónica (Viola Davis señorial) enviuda trágicamente cuando su calculador esposo hampón blanco Harry (Liam Neeson) perece acribillado con otros tres compinches durante un atraco perfecto millonario y, aún en pleno trabajo de duelo, es súbitamente emplazada por el brutal afropistolero en ascenso político dueño de los millones hurtados Jamal (Brian Tyree Henry) para que le pague en un plazo de dos semanas la deuda de la fortuna volatilizada, y por ello, presa de la desesperación, al localizar en la heredada caja fuerte bancaria una libreta donde su esposo detallaba otro atraco millonario, a la mujer se le hará fácil convocar a las viudas de los otros 3 excómplices maritales para acometerlo, emplazando en un spa a la amenazada gerenta de su propia tienda de ropa Linda (Michelle Rodriguez) y a la voluptuosa rubia jirafona Alice (Elizabeth Debicki), en vista de que está recién parida una cuarta viuda llamada Amanda (Carrie Coon), y de inmediato las socava, las recluta y pronto les asigna tareas específicas como hacerse de una camioneta y armas de alto poder, reservándose averiguar dónde se encuentra la habitación de pánico a saquear, hurgar en la boca de lobo del cacique político ancestral Tom Mulligan (Robert Duvall), padre del actual inseguro rival del torvo extorsionador Jamal de nombre Jack (Colin Farrell), debiendo sustituir a última hora a su chofer asesinado por la afromilusos de pelo decolorado Belle (Cyntia Erivo) y, aunque la exuberante Alice se involucra con el sexoexplotador machín cosmopolita David (Lukas Haas), todas unidas en una pintoresca cuadrilla quasi teratológica lograrán efectuar su preparadísimo asalto, con resultados y revelaciones sorprendentes, merced a los avatares intempestivos de su propia enardecida violencia femiempoderadora.
La violencia femiempoderadora lleva el oportunismo consustancial del realizador al más alto nivel expresivo que ha logrado hasta hoy la vesania del thriller descompuesto, y eso en todas las dimensiones y los aspectos del film, de mayor multiexigencia que en realidad autoexigentes, pues he ahí la implacable impecable factura suprema, la áspera fotografía muy precisa de Sean Bobbith, la música ilustrativa ora directa ora indirecta a la europea de Hans Zimmer, la edición pulsional de Joe Walker refulgiendo desde la alternación prologal (fajes caldosos/relampagueante fracaso letal del atraco) hasta la posterior andadura supersintética cual si se tratara de un monumental avance en 129 minutos increíble y contundente, la cuidadosa planeación del atraco perfecto (con asignación de específicas tareas tipológicas para las casi cómicamente improvisadas especialistas forzosas a lo Once a la medianoche de Milestone 60 y Soderbergh 01), la sobrevivencia maldita (entre interraciales acribillamientos en frío a piezas escogidas del zoológico humano, rutilante tortura inmisericorde a un discapacitado fuera de su silla de ruedas en un boliche, et al.), la nostalgia narrativa (ecos desaforados del prístino TVculebrón tremendista que emocionaba semanalmente al niñote McQueen), la estructura radiada más que radiante (una decena de tramas y subtramas corriendo simultáneas con ensoñaciones sensuales visualizadas en el espejo y flashbacks añorantes o explicativos tipo mortífero abuso policial al hijito mulato de Verónica y Harry), y el recurso de la truculencia máxima: el marido resucitando en un yate con la amante Amanda que lo señalará padre de su recién nacido.
La violencia femiempoderadora sabe que cada generación tiene el derecho de inventarse sus propios clásicos, para cómoda y tecnológicamente reinventarlos, recrearlos y resignificarlos, en este caso el thriller sádico y caligráfico cuyo origen hollywoodense estaría en Hathaway (El beso de la muerte 47) y en Fuller (El rata 53), pero asimismo en el cine británico de fuliginosa estilización posexpresionista que va de Reed (El tercer hombre 48) a la eclosión de la crónica macrosacrificial norirlandesa (Domingo sangriento 02) del mismo Greengrass de la modélica acción unanimista acezante de La supremacía Bourne (04), sin algunos guiños a la obra maestra hitcockiana con cadáver recalcitrante Al tercer tiro/The Trouble With Harry (55), exacto con el otro resurreccional Harry para pesadilla traidora y cruel venganza oportuna de nuestras Viudas, vehiculando una lectura política in obbligato, alrededor de unas elecciones barriales con coalición hampa-políticos establecidos y decisiva manipulación eclesiástica, por completo inéditas en cine.
La violencia femiempoderadora no representa, por lo demás, en su aberrante reivindicación femenina, de sofisticado género fílmico y de gender, mucho más de lo emblematizado de manera abrupta por La Mujer Murciélago/Bat Woman (Cardona 67, con Maura Monti) respecto de las películas de luchadores enmascarados tipo El Santo o el fabuloso entronizamiento de la pistolera exterminadora Sharon Stone en Rápida y mortal (Raimi 95) respecto del western hipermachista, pues nuestras viudas sólo desean demostrar a los demás y a ellas mismas que “sí pueden”, mimetizándose con los maridos hampones con quienes saldan cuentas post mortem en la película viuda.
Y la violencia femiempoderadora culmina convocando la nobleza del tema feminista por excelencia, la solidaridad entre mujeres, gozada en la transgresoracción guerrera pero dispersa en la victoriosa inacción pacífica, vuelta bella e insinuantemente poliédrica en los espejos de una cafetería, pero conmovedora y perdurable.}
FOTO: Viudas, del director británico Steve McQueen, está protagonizada por Viola Davis, Elizabeth Debicki y Michelle Rodriguez. Se exhibe en las salas comerciales de la Ciudad de México. / Especial
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