(Te invito a mi fiesta el próximo viernes a las 14:00 hrs.)

May 17 • Ficciones • 3680 Views • No hay comentarios en (Te invito a mi fiesta el próximo viernes a las 14:00 hrs.)

 

HERNÁN BRAVO VARELA

 

Cumpleaños de Roberto Luna Aceves.

 

Tercero de primaria y ocho años.

 

Showbiz Pizza, payasos, confeti, espantasuegras.

 

Nuestras madres hablaban y fumaban

sin mirar a sus hijos en el área de juegos:

unos se zambullían en la alberca

de pelotas de plástico, los otros

devoraban su séptima

u octava rebanada de pastel,

y uno más estaba por marcharse

con un desconocido.

 

La madre de Roberto se dio cuenta

y logró rescatarme justo a tiempo,

muy cerca de la caja.

 

Ya no recuerdo ahora

si al tipo lo llevaron al ministerio público

o si emprendió la fuga como yo

—que me encerré en el baño,

me tapé los oídos,

cerré los ojos

y esperé a que la fiesta

(o el eco de la fiesta) se apagara,

el sonido improbable de un portazo

y un coche en movimiento que se aleja.

 

(Sol en un cuarto vacío, 1963)

 

En el último cuadro de Edward Hopper

hay un cuarto vacío.

 

Salvo por dos paredes, bañadas por un sol

invisible que asoma desde una

ventana que sugiere el borroso follaje

de un árbol más borroso todavía.

 

Las paredes comparten

una esquina de sombra.

 

En ese cuadro,

las personas no tardan en venir. Están

por arrojar los sobres de la correspondencia

bajo la puerta, están

por tintinear las llaves

en un bolsillo, están

por hacer la mudanza

o clausurar la casa.

 

De un momento a otro.

 

Pero nada se oye, ni las ramas

del árbol que golpea los cristales

de la ventana, el viento

que agita aquellas ramas.

 

Lo inminente

es una conjetura

de lo que pasa ahora, sin nosotros:

los que, parados fuera o dentro de la casa,

dudamos un momento en entrar o salir

nuevamente, por si olvidamos algo

en un lugar que no se nos olvida.

 

Estamos con las llaves

en la mano, mirando hacia el vacío. Estamos

inmóviles, de pie, frente a la puerta

que volveremos

a abrir para cerrar de un momento a otro.

 

*

 

Si en un cuarto vacío miráramos de frente,

estaríamos en ningún lugar.

 

Por eso no podemos ver el sol

en Hopper, y por eso proyectamos

una sombra que no podemos ver

a menos que se baje la mirada.

 

Como la esquina de las dos paredes

en ese último cuadro,

que cuelga en una esquina del museo

con luz tenue.

 

El guardia está detrás

de la mampara, inmóvil,

sentado, y una gorra le cubre la cabeza.

Las llaves cuelgan de su cinturón

y apenas tintinean al contacto

con el muslo.

 

El guardia está detrás

de algo, pero no se sabe qué.

(Una gorra le cubre la cabeza.)

 

Tal vez detrás de abrir y de cerrar la sala

de martes a domingo.

 

Mientras tanto, no sabe

sino esperar, qué mira la gente en ese cuadro

sobre un cuarto vacío.

 

Como Hopper.

Cuando le preguntaron qué buscaba

con ese cuadro, dijo: “Me estoy buscando a mí”.

 

Salimos del museo.

La luz nos encandila por algunos segundos

y, a mitad de camino, se nos olvida dónde

pegaba el sol en ese último cuadro,

si el árbol era un árbol o un arbusto.

 

Estamos por llegar a casa de un momento

a otro.

Galería Nacional de Arte, 13 de enero de 2008

Washington, D. C.

 

¿Qué leer de Hernán Bravo Varela?

 

El poeta, ensayista y traductor nacido en 1979 ha publicado, entre otros libros: Prueba de sonido. Antología personal (1997-2012) (Posdata), Sobre-naturaleza (Pre-Textos), Comunión (Ediciones del Ermitaño), Los orillados (DGE-UNAM). Su nueva obra, Hasta aquí, será editada próximamente por Almadía.

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