Teatro enorme de Elena Garro
POR JUAN HERNÁNDEZ
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La palabra se desliza con una belleza poética por el espacio escénico. El universo de Este paisaje de Elenas, montaje realizado a partir de las obras Andarse por las ramas, La señora en su balcón y Un hogar sólido, de Elena Garro, bajo la dirección de Sandra Félix, toma la forma de un teatro que aspira a la eternidad, contraponiéndose a su naturaleza efímera.
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Los actores de la Compañía Nacional de Teatro, ahora dirigida por Enrique Singer, pero realmente consolidada por Luis de Tavira, ofrecen una muestra de la excelencia del oficio que permite dar vida a aquello que, en primera instancia, ha sido imaginado en la mente del demiurgo, en este caso la escritora Elena Garro que, con su palabra decantada, pone énfasis en la esencia de lo más profundo del alma humana.
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Este paisaje de Elenas, escenificada ahora en el Teatro Benito Juárez, es más que la rememoración del centenario del nacimiento de la dramaturga —nacida en Puebla, el 11 de diciembre e 1916, y fallecida en la Ciudad de México, el 22 de agosto de 1998—, es la corroboración de la batalla que ha ganado la autora de Los recuerdos del porvenir (1963) a la impertinencia de la finitud de la existencia humana, para trascender a través de su obra literaria y, en este caso, dramática.
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Sandra Félix, de las más solventes directoras que tiene el teatro mexicano, es más que una traductora, que lleva a la escena los universos delirantes y de gran profundidad filosófica de Elena Garro. Es más una amiga del discurso de la autora, con la que dialoga para manifestarse a través de la magia del teatro.
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Hay en su propuesta escénica una factura impecable, en el que se despliegan talentos varios del artificio teatral: la iluminación y escenografía pulcras de Philippe Amand, el vestuario de Saúl H. Liera, el diseño de maquillaje y peinados de Maricela Estrada y el elenco, integrado por Marta Aura, David Calderón León, Eduardo Candás, Ana Isabel Esqueira, Mariana Giménez, Rocío Leal, Jorge León, Carlos Orozco, Laura Padilla, Antonio Rojas y Violeta Sarmiento.
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Actores que resaltan por su disciplina y entrega para conseguir desvelar la esencia de los personajes creados por Elena Garro, y permitirles vivir a través de sus cuerpos, emociones y, aún más complejo: su alma. El alma del actor es la del personaje, en esta puesta en escena que se hizo con la intención de celebrar el centenario de una de las más grandes dramaturgas, novelistas y cuentistas que haya dado México.
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Las palabras de Garro son de una belleza trágica. La nostalgia se cuela entre la belleza de su tejido artesanal y transparente. De a poco el discurso se muestra altamente impugnador de las costumbres, de los atavismos culturales de nuestro México, de las imposiciones misóginas del machismo, de la estructura vertical y autoritaria de la familia tradicional, del papel de la mujer que decide no tomar parte de ese mundo pre-establecido que oprime su imaginación y deseos.
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Elena Garro es eterna a través de los personajes que crea. En ellos está su reflejo, su espíritu indomable, pero también la profunda inteligencia de mujer que la lleva a crear un cosmos literario, que atrapa al espectador, con la empatía de quien hace de la locura una muestra de energía creativa y pone en jaque la dictadura de la razón: esa manera unívoca y totalitaria de entender el mundo.
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Ese paisaje de Elenas es la apelación a mirar por la ventana del balcón (símbolo de lo inamovible), “la otra realidad”: en la que se puede ser río o nido o mundo no redondo sino plano y convertirse en el universo que se observa pasar en el tiempo y el espacio infinitos.
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O ser ese mundo de los muertos que es más real que el de los vivos; muertos que sienten, escuchan y observan el andar de las almas desoladas de los que aún respiran. Se siente, pues, la impugnación a la razón y se abre la compuerta de un universo azul: el color de la muerte que, aquí, es el hogar sólido, el de la eternidad.
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La hechura de la puesta en escena, decíamos, es impecable, gracias al manejo hábil de los recursos tecnológicos para la escena, pero sobre todo por la comprensión que hay en los creativos de ese pensamiento que cuestiona el juicio propio e invita a abrir la compuerta de la imaginación para existir de otra manera; y ser, junto con el teatro de la Garro, permanentes.
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Este paisaje de Elenas, con la cual se celebra a una de las más grandes escritoras de México, es una oportunidad para que el público conozca de cerca una de las producciones de la literatura dramática de mayor potencia que se haya realizado en el siglo XX.
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El espectador gozará de la palabra hecha vida, así como de un montaje que apela a la distorsión espacial (la perspectiva en la construcción escenográfica), y el borramiento de lo real, a través de un diseño lumínico que pone énfasis en la evocación poética. Mientras que la dirección de actores de Sandra Félix revela la relación sólida del actor con su espacio interior, el espacio del otro en escena y el universo inconmensurable del personaje. Imperdible.
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FOTO: “Este paisaje de Elenas”, montaje teatral integrado por las obras Andarse por las ramas, La señora en su balcón y Un hogar sólido, de Elena Garro, dirigido por Sandra Félix, con la Compañía Nacional de Teatro, se presenta en el Teatro Benito Juárez (Villalongín 15, Cuauhtémoc), viernes, sábados y domingos, a las 20:00, 19:00 y 18:00, respectivamente, hasta el 19 de febrero.
Crédito de foto: Cortesía Salvador Perches
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