Diálogo escénico: entre la tradición y la novedad

Ago 10 • Escenarios, Miradas • 4255 Views • No hay comentarios en Diálogo escénico: entre la tradición y la novedad

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Esta puesta en escena explora el empuje eterno de la nueva sangre, de la juventud que acecha a los viejos y su existencia, sin importar oficios ni deseos

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POR JUAN HERNÁNDEZ

El espacio de la experimentación escénica es infinito y en su inmensidad reside el asombro. El teatro, en ese sentido, ha tenido el propósito de poner en discurso las grandes interrogantes sobre los misterios del mundo y la existencia humana, de ahí que permita escudriñar en la intimidad más profunda, como en la compleja estructura de la vida pública.

 

 

La puesta en escena La exageración, escrita y dirigida por David Olguín, con el actor veterano Mauricio Davison y la joven actriz Mar Aroko, apuesta a este ejercicio de diálogo en relación con dos asuntos en pugna aparente: la tradición y la novedad.

 

 

Más que un enfrentamiento, la puesta en escena propone el encuentro, una línea de continuidad entre lo antiguo —y por lo tanto consagrado e intocable— y el carácter aspiracional, lleno de posibilidades, de lo novedoso: aquello que espera a verse realizado.

 

 

No obstante la madurez que ha adquirido como creador, el director experimenta e interroga su universo como si fuera la primera vez, en busca de respuestas imposible en relación con los misterios de la condición humana.

 

 

Con todo propósito, el artista lleva a cabo el montaje en uno de los espacios alternos de El Milagro y no en el foro principal. Desde la elección del espacio de la representación, Olguín busca impugnar el pensamiento automatizado de su quehacer. Concibe un discurso disidente para desacralizar a las figuras del teatro que para él son monumentales, por un lado, y por el otro, da rienda suelta a la antisolemne impugnación de la energía juvenil que busca abrirse camino entre una multitud de “vacas sagradas”.

 

 

En este diálogo que liga a la tradición con la novedad, el director recurre a un actor peculiar: Mauricio Davison, de origen chileno, y uno de los protagonistas del movimiento de Teatro Universitario en México. Al histrión se le relaciona creativamente con una de los figuras radicales del teatro mexicano: Juan José Gurrola, quien dirigió a Davison en obras como Lástima que sea puta, de John Ford, y Miscast, de Salvador Elizondo.

 

 

El actor, de 78 años de edad, quien ha participado en casi una centena de puestas en escena, representa a la tradición, el pensamiento que mira con serenidad y cierta nostalgia un presente habitado de fantasmas y de enseñanzas.

 

 

En La exageración, Davison se interpreta a sí mismo, es decir, a un actor que abordar la escena con madurez, crea a un personaje desde la elocuencia mínima del gesto, piensa la vida desde la veteranía y mantiene la calma frente al nada optimista destino de la humanidad.

 

 

En su entendimiento del quehacer teatral hay ecos de experiencias enormes del quehacer intelectual y artístico de México: Poesía en Voz Alta o la genialidad y locura de Juan José Gurrola; las experimentaciones en la dislocación de la escritura de Salvador Elizondo o el desvarío antisolemne, frente a los discursos conservadores, de la vanguardia artística de la década de los 50, cuyos efectos siguen aún vigentes en el arte contemporáneo.

 

 

La exageración es una puesta en escena para un público avezado en cultura teatral, que comprende en toda su dimensión las evocaciones a momentos clave de la historia del arte mexicano de, al menos, los últimos 50 años y recrear, a partir de referencias específicas, la personalidad de figuras icónicas, como Salvador Elizondo, Juan José Gurrola o Ludwik Margules.

 

 

En esa medida, la puesta en escena es un homenaje, desde la desacralización, a las grandes figuras del teatro mexicano, y también el reconocimiento tácido de las voces nuevas, que asumen el reto de dar continuidad a esta forma artística de pensar los misterios del ser humano y del mundo.

 

 

* “La exageración”, escrita y dirigida por David Olguín, con Mauricio Davison y Mar Aroko, escenografía de Gabriel Pascal, se escenifica en El Milagro (Milán 24, Juárez), los lunes a las 20:30 horas.

 

 

Recuadro:

 

 

La maté por un pañuelo, de Andrea Salmerón y Alfonso Cárcamo, sobre Otelo de William Shakespeare, dirigida por Salmerón, y las actuaciones de Nicolás de Llaca, Sofía Sylwin, Leonardo Zamudio, Antonio Vega, José María Negri, Daniela Arrollo, Alfonso Cárcamo, Wrwin Veytia, Emma Sofía Peraza Juan Cabello y María Elena Sandoval, es una pieza sobre la violencia sicológica y física sobre las mujeres ejercida por los varones. La obra, inserta en la denuncia de la realidad dolorosa de los feminicidios, se presenta en el Teatro Isabela Corona (Lázaro Cárdenas 445, Tlatelolco), jueves, viernes y sábados a las 19:00 y domingos a las 18 horas, hasta el 1 de septiembre.

 

 

– Otra obra sobre el acoso, la inequidad de género, los retos de la maternidad y el control desde el poder económico, entre otros temas, abordados desde la condición femenina, es Diálogos en soledad de mujeres inconvenientes, de Julia Arnaut y Catalina Pereda, con dirección de Julia Arnaut, y las actuaciones de Hilcias Berthely, Valeria Farrera, Claudia Martínez, Mariana Martínez, Mariana Paz, Catalina Pereda, Saire Ramírez y Renata Rueda. Se presenta en el Teatro El Galeón Abraham Oceransky (atrás del Auditorio Nacional) jueves y viernes a las 20:00, sábados a las 19:00 y domingos a las 18 horas, hasta el 25 de agosto.

 

 

El cantar de Rolando, de Isaac Pérez , dirigida por Paola Izquierdo, divertida obra para niños en la que se reflexiona sobre la importancia de perseguir los anhelos, se presenta con las actuaciones de Isaac Pérez y Juan Acosta, en el Teatro El Granero Xavier Rojas (atrás del Auditorio Nacional), sábados y domingos a las 12:30, del 17 de agosto al 6 de octubre.

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