Teoría King Kong y otros avatares del feminismo

Mar 9 • destacamos, principales, Reflexiones • 14765 Views • No hay comentarios en Teoría King Kong y otros avatares del feminismo

/

Si el #MeToo demostró que no existe un solo feminismo, la obra de la escritora francesa Virginie Despentes, surgida del movimiento punk, es una de las visiones más combativas del escenario feminista moderno. Teoría King Kong es una lúcida disertación sobre la represión del deseo, la violación, la prostitución, la pornografía y la masturbación

/

POR MARY CARMEN SÁNCHEZ AMBRIZ

Con el Movimiento #Metoo, a principios de octubre de 2017, tras la publicación en el The New York Times y The New Yorker, se hizo público el acoso sexual, la agresión sexual y la violación que sufrieron varias actrices de Hollywood por el empresario y productor de cine Harvey Weinstein. La cloaca se destapó y comenzaron a salir una serie de señalamientos que antes se ocultaban. La palabra acoso se volvió una constante y halló réplicas en varias partes del mundo. Pronto varias mujeres se atrevieron a decir desde las redes sociales —Twitter y Facebook principalmente—: “yo también he sido acosada”. A esta denuncia se le sumó la violencia de género y la inequidad laboral que ha acompañado a las mujeres.

 

El #Metoo vino a recordar que no existe un solo feminismo, sino varias maneras de ejercerlo. Con o sin epítetos discriminatorios, con o sin sororidad —hermandad entre mujeres con respecto a las cuestiones sociales de género—, con o sin la aprobación del resto de la población. El acoso es violencia y, al mismo tiempo, prevención. En cierta forma, remite a una expresión que alerta de un posible feminicidio, acto que por desgracia se ha hecho común en nuestro país.

 

En la época la Revolución mexicana y en años posteriores se usaba presumir: “Me robé a mi novia”. Esa frase llenaba de orgullo a quien la pronunciaba, pues había infringido las reglas para salirse con la suya: llevarse a la muchacha, casarse sin el permiso de los padres. Sin embargo, en esa sustracción existía cierto grado de complicidad, porque la pareja —en ocasiones— ya se había puesto de acuerdo para poder ejecutar el plan. Y entonces la chica se iba con su pretendiente, no con el hombre que su familia hubiera querido, sino con el que le robó el corazón. ¿Pero qué sucede cuando la mujer no desea irse con quien la persigue y se regresa a la era primitiva, en donde impera la ley del más fuerte? La escena podría parecerse a una imagen burda o caricaturizada de los primeros pobladores: el hombre jala a la mujer del cabello, la hace suya.

 

A unos meses del Movimiento #Metoo se publicaron varios libros que invitan a reflexionar sobre la violencia de género que viven diariamente miles de mujeres. Algunos de los más representativos del feminismo son: Acoso. ¿Denuncia legítima o victimización? de Marta Lamas (México, Fondo de Cultura Económica, 2018); Monstruas y centauras. Nuevos lenguajes del feminismo de Marta Sanz (Barcelona, Anagrama, 2018); y, sin duda, Teoría King Kong de Virginie Despentes (México, Literatura Random House, 2019), título que trae consigo una crítica feroz.

 

En realidad, Teoría King Kong salió al mercado en Francia desde 2006 y, tomando en cuenta el interés que ha suscitado el feminismo en diversas latitudes, se reeditó y se tradujo al español. ¿Cuál es la razón por la que abre un debate y propone una depurada —más no purista— visión a futuro?, ¿su crítica está sustentada o remite a una escritura cercana al performance para llamar la atención y apelar a la conciencia del lector?, ¿es necesario plantearse una nueva manera de ejercer el feminismo?

 

Existen diversos puntos álgidos que Virginie Despentes (Nancy, Francia, 1969) aborda en este combativo ensayo. Lejos de la anquilosada academia, la escritora y directora de cine concibe una disertación sobre cuestionamientos directamente relacionados con la sexualidad de las mujeres: la represión del deseo, la violación, la prostitución, la pornografía, la masturbación y la manera en que se han confeccionado ideales femeninos que parten de una visión masculina —ella, en los patrones impuestos de la feminidad, se siente más cercana a King Kong que a Kate Moss—. Y, en general, un tema que incomoda, se esconde o del que casi no se habla: la discriminación de la mujer.

 

La escritora francesa revela que surgió del movimiento punk, cuando ser punk era sinónimo de inclasificable, de alguien proveniente de un no-lugar. “Escribo desde la fealdad, y para las feas, las viejas, las camioneras, las frígidas, las mal folladas, las infollables, las histéricas, las taradas, todas las excluidas del gran mercado de la buena chica. Y empiezo por aquí para que las cosas queden claras: no me disculpo, ni vengo a quejarme”, refiere en el inicio del libro que es como la punta del rascacielos, de donde se sostiene King Kong cuando retiene entre sus gruesas manos a la chica de cabellera rubia —que cumple con el canon de belleza— en espera de ser rescatada.

 

Se trata de un feminismo que se edifica desde la visión marginal, el cual cuestiona el papel de la mujer en la sociedad y si en realidad se sienten satisfechas con lo que se espera de ellas, en función de un estilo de vida patriarcal. A ese tipo de feminismo que le interesa promover —más realista y menos idealizado— lo define como borderline. En esa frontera que se encuentra más cercana a la mujer excluida que al modelo femenino divulgado por los medios de comunicación. Es un feminismo que toma a broma la idea de que la mujer pertenece al sexo débil y se halla más cerca de la clase de mujer descrita por Violette Leduc, citada por Despentes, “pertenezco a ese sexo, el que debe callarse, al que todos acallan. Y que debe tomárselo con cortesía, una vez más, jugar a mantener un perfil bajo. A riesgo de que te borren del mapa. Los hombres saben mejor que nosotras lo que podemos decir sobre nosotras mismas. Las mujeres, si quieren sobrevivir, tienen que aprender a entender las órdenes. Que no me vengan a contar que las cosas han evolucionado tanto y que ya no es lo que era. A mí no. Lo que yo he soportado por ser mujer escritora es el doble de lo que un hombre soporta”.

 

 

Decálogo del No
Teoría King Kong enfatiza que la feminidad es una puta hipocresía y elabora lo que podría llamarse el decálogo del No. “Podemos llamarlo seducción y hacer de ello un asunto de glamour. Pero en pocos casos se trata de un deporte de alto nivel. En general, se trata simplemente de acostumbrarse a comportarse como alguien inferior. Entrar en una habitación, mirar a ver si hay hombres, querer gustarles. No hablar demasiado alto. No expresarse en un tono demasiado categórico. No sentarse con las piernas abiertas. No expresarse en un tono autoritario. No hablar de dinero. No querer tomar el poder. No querer ocupar un puesto de autoridad. No buscar el prestigio. No reírse demasiado fuerte. No ser demasiado graciosa. Gustar a los hombres es un arte complicado que tiene que ver con el dominio de la fuerza. […] Estar acomplejada, he aquí algo femenino. Eclipsada. Escuchar bien lo que te dicen. No brillar por tu inteligencia”.

 

Labrado con furia y, al mismo tiempo, con conocimiento de causa, la cartografía feminista de Virginie Despentes va de Simone de Beauvoir a Judith Butler, de Angela Davis a Camille Paglia, de Carol Queen a Monique Witting, de Mary Wollstonecraft a Virginia Woolf y de Drucilla Cornell a Annie Sprinkle, por mencionar algunas de sus referencias. En este ensayo-manifiesto feminista que parte de lo particular a lo general, a través de la confesión, de la autobiografía, del ensayo al estilo inglés, se estructura lo que podría verse como una apología al feminismo —en un contexto capitalista— en contra de la revictimización de las mujeres y a que dejen de ser débiles como niñas indefensas.

 

Lo que narra es fuerte. Despentes recupera un momento de su vida que la marcó de una manera brutal: fue violada cuando era una adolescente. “La violación es algo que te agarra y de lo que después no puedes liberarte. […] La herida de una guerra que se libra en el silencio y en la oscuridad”. Observa la violación como una manera de ejercer el miedo para dominar a las mujeres, como si fuera un acto terrorista y, a la vez, “un diálogo privado a través del cual un hombre declara a los otros hombres: yo me follo a vuestras mujeres a lo bestia”. Y porque “la violación es iniciática, esculpe en la carne para fabricar la mujer abierta, que no se vuelve a cerrar nunca completamente.”

 

 

Mercancía deteriorada
Para la ensayista resulta evidente un principio político ancestral que enseña a las mujeres a no defenderse. Asegura que no estuvo enojada con ella misma por no haberse atrevido a utilizar la fuerza, sino que está furiosa contra una sociedad que educa sin enseñar a golpear a un hombre que le abre las piernas a la fuerza. Cuando ocurrió la violación, ella llevaba una navaja escondida que no sacó contra sus agresores. Los mecanismos de defensa que señala son contra ella misma. “Engordar veinte kilos, por ejemplo. Salir del mercado sexual, porque has sido dañada, sustraerte voluntariamente al deseo. En Francia no se mata las mujeres violadas, pero se espera que sean ellas mismas las que tengan la decencia de señalarse como mercancía deteriorada, contaminada. Putas o feas que salgan espontáneamente del vivero de las casaderas”.

 

En 2000, se estrenó en Francia y en otros países la cinta Baise-moi (Fóllame), dirigida y escrita por Virginie Despentes, basada en su novela homónima. La historia cuenta la vida de dos chicas que, tras ser violadas por tres hombres, deciden tener sexo casual con los hombres que las pretenden y, en cierta forma, vengar a través de ellos la afrenta que sufrieron. A cada uno de ellos lo matan, como si al hacerlo pensaran en sus agresores. En Francia la película causó indignación entre los miembros de la extrema derecha y grupos religiosos fuertemente asociados con el Movimiento Nacional Republicano; aunque en un principio sus opositores se pusieron de acuerdo para que la cinta fuera catalogada como pornográfica, por sus escenas de violencia y sexo, finalmente se obtuvo la clasificación +18. En algunos países fue prohibida y censurada, mientras que en otros —como en México— se estrenó en su versión original y para un público mayor de 18 años.

 

Una vez que logró liberarse de la desolación, aprende de Camille Paglia una vía para seguir adelante: “Si te sucede, levántate, dust yourself, desempólvate, y pasa a otra cosa. Y si te da demasiado miedo, entonces quédate en casa de mamá y dedícate a hacerte la manicura”. Reconoce: “Paglia, sin duda la más controvertida de todas las feministas americanas, propone pensar la violación como un riesgo inevitable, inherente a nuestra condición femenina”.

 

Después de que pudo enfrentar las secuelas de la violación, decidió ejercer la prostitución, acaso motivada por dos razones: la necesidad económica —falta de oportunidades en el mercado laboral y pocos ingresos—, y porque era una especie de ajuste de cuentas con el sexo masculino. La prostitución, curiosamente, la empodera: por fin puede recobrar su autoestima, comprarse cosas y ejercitar el poder de decisión: sí o no. Le llama la atención ver cómo los hombres enloquecen con cierto tipo de indumentaria propia de la prostitución, y la manera en que se desarrollan esas aficiones. “Me hace gracia, desde entonces, escuchar cómo los hombres disertan sobre la estupidez de las mujeres que adoran el poder, el dinero o la fama: como si adorar un liguero fuera menos estúpido.”

 

En el momento que decidió ponerle punto final a la prostitución, el único empleo que consiguió fue como reseñista de películas porno en una revista. Así se inició en la escritura de novelas, relatos, canciones, películas y ensayos. Actualmente es una de las escritoras más reconocidas en Francia.

 

La violación en ella, acaso como también ha ocurrido con otras mujeres, se convirtió en una obsesión. Aborda el tema con frecuencia desde hace veinte años. “Aún imagino que un día podré acabar con ello. Liquidar el evento, vaciarlo, agotarlo. Imposible. Es fundacional de lo que soy como escritora. […] Es al mismo tiempo lo que me desfigura y lo que me construye”.

 

Poner en practica lo que dice Paglia es la respuesta que da Despentes al movimiento #Metoo y a la carta que en su momento firmaron las mujeres francesas, encabezadas por Catherine Deneuve —quien más tarde se disculpó con las víctimas que han sufrido agresiones sexuales—. Esto quiere decir que las mujeres ya no sean parte de la revictimización y que, a la inversa, se vuelvan más fuertes. Para la ensayista, lo que tiene en común con Deneuve es que ambas son francesas y tienen vagina, no más. Ahora, la pelota, por así decirlo, se encuentra del lado de la cancha de los hombres. “Hubo una revolución feminista. Se articularon discursos, a pesar del decoro y frente a la hostilidad. Y eso sigue en marcha. […] El sexo que se dice fuerte es precisamente el que hay que proteger sin cesar, el que hay que confrontar, curar, cuidar”.

 

Luego de su confesión descarnada, Despentes tiene claro que no se trata de declarar una guerra a los hombres sino de convivir con ellos, sin que las mujeres sientan que valen menos. Subraya que es necesario que exista un planteamiento sobre qué es y hacia dónde va la masculinidad. Es tajante y atrevida; sin embargo, lejos se encuentra de enjuiciar y sostener que todo es culpa del lado masculino. Reconoce que el feminismo es una aventura colectiva que incluye tanto a mujeres, hombres y otros. Asegura que tampoco “se trata de oponer las pequeñas ventajas de las mujeres a los pequeños derechos adquiridos por los hombres, sino de dinamitarlo todo”. Esa es lección de catártica de Virginie Despentes.

 

FOTO: Virginie Despentes también es autora de Fóllame (1993) y Perras sabias (1998). / ©Grasset / Cortesía Random House

« »