Thomas McCarthy y la prensa frágil
POR JORGE AYALA BLANCO
Dentro de la superelíptica y profusamente incidental trama recreada-sentido único mareante de En primera plana (Spotlight, EU, 2015), discursivo filme 5 del experimentado actor-escritor neojerseyano aquí inédito como realizador de 49 años Thomas McCarthy (Vías cruzadas 03, Con la magia en los zapatos 14), con guión suyo y de Josh Singer basado en una grupal investigación diarista premio Pulitzer, el adusto nuevo jefe de redacción judío del influyentísimo periódico norestadounidense Boston Globe Marty Baron (Liev Schreiber) acaba apenas de tomar posesión de su puesto clave en 2001 cuando ya está ordenándole a la elitista unidad de investigación del diario denominada Spotlight dar inmediato seguimiento a un reportaje publicado años atrás donde se involucraba al respetado cardenal Bernard Law como encubridor en un caso jurídico de sacerdotal pederastia, lo cual se cumple de inmediato, pese a la reticencia del sinuoso líder del equipo Walter Robby Robinson (Michael Keaton) ante la demanda legal contra la Arquidiócesis Católica para mandar abrir expedientes confidenciales, aunque contando con el entusiasmo profesional de formidables subalternos como el veterano lobo de mar Ben Bradlee jr. (John Slattery), el intrépido filtrante Mike Rezendes (Mark Ruffalo) que consigue con el inabordable litigante armenio Mitchell Garabedian (Stanley Tucci) la revelación de algunos nombres de otras víctimas del mismo delito (si bien hace tiempo le había dado ya al Globe una lista completa que tropezó con misterioso escamoteo interno), el compasivamente indignado reportero bigotón Matt Carroll (Brian D’Arcy James) que contacta una organización local de airados varones psicológicamente deshechos por el abuso sexual sufrido cuando niños, y la dinámica reportera católica practicante Sacha Pfeiffer (Rachel McAdams) que se encarga de sacarles la sopa a esos antiguos acusadores jamás oídos, obteniendo entre todos información suficiente para armar un reportaje de escándalo doble, puesto que no sólo involucra a varios curas sino a toda una red de abogángsters comandados por el impoluto licenciado Eric Macleish (Billy Cradup) que han lucrado por décadas con los arreglos en cuantiosos dólares bajo el agua entre los eclesiásticos y sus agraviados fuera de los tribunales, reportaje que el jefe Baron se niega a publicar tal cual, alegando que no se trata de poner en evidencia a individuos aislados sino a la Iglesia como institución solapadora, por lo que el esfuerzo investigador deberá extenderse tenazmente varios meses más, hasta contar con 87 casos (20 de los cuales figuraban ya en un recorte perdido del propio diario), sobreponerse al trauma nacional del 11/9 y ver la luz una mañana, aunque tardíamente, de manera apabullante, demostrando de paso la nimia fragilidad de la prensa impresa.
La prensa frágil se ostenta y ufana de ser coral y neutra, con un equipo de cuatro protagonistas (Cuatro de infantería como los soldados rebeldes de Pabst 30) y sin tomar partido ético o moral ante las acciones profesionales de algún miembro de la cuadrilla, evitando todo protagonismo único y suspendiendo cualquier juicio sobre alguno de ellos, ni sobre sus posiciones intelectuales, ni sobre sus actitudes (toda la historia de la vida de un hombre está en su actitud: Julio Torri) para encarar la abstinencia ante la presión compartida en el trabajo, ante una nota impublicable, ante la escandalosa censura del escándalo que se muerde la cola, ante el poder de la denuncia impresa, exactamente la misma abstinencia que adoptaba la quasi comedia sólo comprensible (y quizá disfrutable) por doctores en economía La gran apuesta/The Big Short (literal: La gran transacción en corto, de Adam McKay 15) con respecto a la crisis provocada artificial y criminosamente hacia 2008 en EU (y el mundo) por la más brutal especulación inmobiliaria reconocida, una misma postura abstinente, que allá incluía con humor a la superestrella haciendo sendos movimientos financieros desde el sauna o a la teibolera saboreando grandes inversiones gandallas entre contorsiones en el tubo, y aquí debe conformarse con diversas divagaciones beisbolero-golfistas o varios portazos en la cara, una postura abstinente que, aun así, concorde con la tendencia dramática del cine gringo actual (tanto del comercial como del llamado de arte), se siente obligada a delirar triunfalistamente.
La prensa frágil se vuelca entonces y se apoya de manera primordial en un prometedor prólogo con los curas transando espiritual y monetariamente a sus fieles víctimas naturales antes de que el tema pase a mera condición de pretexto o subtexto prestigioso para el lucimiento de los audaces reporters, la aceptación incondicional de las mil limitaciones y estrechos márgenes entre los que puede moverse la justicia norteamericana tanto como la denuncia de sus fallas, la astuta aparición en persona efímera del siniestro cardenal Law (Len Cariou) demasiado inaccesible en una fiesta o prodigando bendiciones tras los atentados de septiembre, la reducción del delito imperdonable a sensiblera motivación compasiva más que solidaria o simple pegote de refrigerador para no olvidarlo, la pelelización esperpéntica de las víctimas de abuso clerical (el tembeleque gay obeso obseso, el rabioso rechazante incontrolable) todavía así amenazando con irse a declarar al diario competidor Herald, la hostilización a cierto victimado excompañero de secundaria hoy temerariamente casado sin haberse atrevido a confesar a su esposa la inolvidable violación infantil, o la responsabilidad diseminada porque así toca de a menos y duele aún menos.
Y la prensa frágil se asume in extremis como justiciera contradicción incontenible, digna de su seudónimo de Spotlight, a la vez Punto Luminoso y Exigua Luz, sólo capaz de descomponerle el desayuno a la abuelita devota de la remordida Sacha y de provocar un colosal repiqueteo telefónico en la redacción, cual contundente final de partida.
*FOTO: En la cinta En primera plana (Spotlight, EU, 2015), el equipo de reportajes especiales del Boston Globe que investiga casos de pederastia por parte de elementos de la iglesia católica es representado por Rachel McAdams, Mark Ruffalo, Stanley Tucci, Michael Keaton y John Slattery/Especial.
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