Tienda y trastienda

Feb 18 • destacamos, principales, Reflexiones • 6904 Views • No hay comentarios en Tienda y trastienda

POR ANTONIO ESPINOZA

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Si en la Ciudad de México hay un Oxxo en cada esquina, ¿por qué no habría de haberlo en una galería de arte? A Gabriel Orozco le pareció buena idea construir un Oxxo dentro de la galería de su propiedad, la kurimanzutto (Gobernador Rafael Rebollar 94. Col. San Miguel Chapultepec), no con la intención de convertir a una famosa tienda de conveniencia en una obra de arte (cosa que Andy Warhol celebraría), sino más bien para construir, con la ayuda del público asistente, un discurso crítico en torno al mercado del arte. Provocador como siempre, Gabriel Orozco presenta Oroxxo para poner el dedo en la llaga y revelar una verdad sabida que todavía muchos se niegan a aceptar: el carácter comercial del arte. Digámoslo sin miedo: el arte es, entre otras cosas, una mercancía, un objeto de compra-venta. Las obras de arte forman parte de ese “inmenso arsenal de mercancías” del que hablaba Karl Marx al inicio de El Capital.

No es la primera vez que Gabriel Orozco centra su mirada en el mercantilismo del arte. Con mucha frecuencia interviene productos en supermercados. Ha realizado también obras espectaculares guiñando el ojo a las marcas comerciales, en un gesto warholiano innegable. Recuerdo ahora dos obras cerveceras. La primera es una instalación de 1999 en la que numerosos envases de todo tipo portaban la etiqueta de la cerveza Carta Blanca. La segunda es el mural espectacular con un anuncio de cerveza Sol que abría su exposición en el Museo Rufino Tamayo en el año 2000. Hoy podemos considerar a estas piezas como antecedentes de Oroxxo, una exposición sustentada en un discurso contundente en el que el consumismo, el mercantilismo del arte y la lógica del signo publicitario, conviven en perfecta armonía.

La exposición se divide en dos partes: tienda y trastienda. La tienda es un Oxxo real, con sus anuncios luminosos en amarillo, blanco y rojo, estantes, máquinas de café, sistema de cobro, personal que atiende a la clientela y los múltiples productos comerciales que ahí se ofrecen. Sobresalen 300 productos intervenidos por Gabriel Orozco con etiquetas de círculos y semicírculos azules, dorados y rojos, que desde hace tiempo se convirtieron en una suerte de sello iconográfico del autor (dice Juan Villoro, en el texto de presentación de la exposición, que en muchos casos “los signos canónicos de Orozco mejoran el diseño original”). Con un billete creado por el artista (mitad dólar/mitad peso e igualmente intervenido con formas geométricas) que se obtiene en la librería de la galería, la gente puede adquirir en forma gratuita uno de los muchos productos no intervenidos, menos bebidas alcohólicas ni cigarros.

La trastienda es la que termina de dar sentido al discurso de Gabriel Orozco. En el paso del Oxxo al Oroxxo, un mapa informa el valor de los productos en venta de la trastienda. Aquí se exhiben las envolturas de los 300 productos intervenidos de la tienda, cada uno de ellos perteneciente a una serie de diez, el primero de los cuales se venderá de acuerdo a la cotización internacional del artista (treinta mil dólares), para luego ir bajando hasta llegar a sesenta dólares la última pieza, según la chava que amablemente explica el mapa de fluctuaciones. Se trata, como bien dice Villoro, de un “juego interactivo” que busca transformar el mercado del arte, no siempre transparente, en un proceso cuyo “éxito consiste en vender para depreciar; la demanda castiga a la oferta y el consumidor acaudalado subsidia al de menos recursos, permitiendo otro acceso al coleccionismo. Según se comporten los clientes, la exposición será un fiasco, una millonaria revalorización de los residuos industriales o –final feliz– la combinación de una gran venta y una ganga”.

Por supuesto, todo es un juego de comercio justo y controlado que no tiene sustento en la realidad del mercado del arte. Si en Oroxxo la crítica al mercantilismo del arte es justa, la solución resulta utópica. Nada que ver con la exposición que el artista presentó en el Aspen Art Museum de Colorado: Órbita nocturna, que incluye pinturas, esculturas y dibujos. El polifacético artista mexicano nos ofrece en esta muestra su visión del mundo natural. Acercarse a la naturaleza para revelarla y reinventarla, es una de las constantes en la obra de Gabriel Orozco. Obras tan poéticas como Naturaleza recuperada (1990), Mis manos son mi corazón (1991), Árboles lunares (1996) y Columpio (1997), entre muchas otras, son ejemplos notables de esta búsqueda incesante. Por cierto que la exposición viene acompañada de un catálogo de lujo, en dos volúmenes; una publicación que se suma a las muchas que dan cuenta de una obra rica en registros y temáticas.

FOTO: El artista Gabriel Orozco atendiendo a la prensa en su Oroxxo, en la galería kurimanzutto./Cortesía Se Habla Español.

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