Travesía: la belleza trágica de lo humano
POR JUAN HERNÁNDEZ
Barro Rojo Arte Escénico, fundada en 1982 por Arturo Garrido en el seno de la Universidad de Guerrero y, posteriormente, afincada en la capital del país, se ha consolidado como una de las agrupaciones indispensables en la escena dancística mexicana.
Dirigida por Laura Rocha la compañía tiene un repertorio integrado por obras memorables, que resaltan por su estética alejada de la estilización de moda en el arte coreográfico y, en ese sentido, buscar lenguajes que respondan a necesidades expresivas específicas para incidir en la transformación social y en la interpretación sensible del mundo.
De Barro Rojo se han conocido piezas como El Camino, Aztra, …Y amanecerá, de su fundador Arturo Garrido, así como Tierno abril nocturno, Mujeres en luna creciente, de Laura Rocha y Francisco Illescas, y de este último coreógrafo Eme x seis ocho —una lectura sobre el movimiento estudiantil de 1968 en México a través de una composición interdisciplinaria—, entre otras muchas coreografías que dan cuenta de la evolución constante en el devenir artístico de esta organización creativa.
Recientemente la compañía dio a luz la obra Travesía, compuesta al alimón por Laura Rocha, Francisco Illescas y Miguel Gamero, con los bailarines principales de la agrupación, así como con integrantes del llamado “Elenco B”, jóvenes en formación, quienes ofrecen calidad profesional en el desempeño de su quehacer como intérpretes.
Con esta obra Barro Rojo refrenda su tradición, sustentada en lecturas que parten de la complejidad de lo social para aterrizar en la profundidad misteriosa de la condición humana. La compañía tiene un estilo reconocible, es cierto, pero en cada una de sus piezas hay nuevas búsquedas y hallazgos, y Travesía no es la excepción; de hecho podríamos decir que se trata de una obra que marca uno de los puntos altos en la trayectoria artística del colectivo dancístico.
Los coreógrafos se dan el gusto de montar con un elenco integrado por 15 bailarines, lo que no es usual en los actuales modos de producción de la danza mexicana, anclada en propuestas que van de los solos a los dúos y, con mucho esfuerzo, a los cuartetos. De esta manera Barro Rojo nos devuelve a la tradición de las obras monumentales de la danza, de las otrora compañías estables y subsidiadas por el Estado, pero con una visión actual y pertinente tanto en el aspecto formal como en el discursivo.
Travesía hace la poética del drama de la migración de hombres y mujeres que buscan mejores condiciones de vida. Figuración escénica del movimiento social, así como de las lesiones físicas y emocionales provocadas por el tránsito a través de un camino sinuoso y hostil.
Los bailarines visten como cualquier persona de la calle, pero sus ropas tienen la textura del polvo y el tiempo, la humedad del sudor de quien ha andado por montañas y desiertos. Gorras, tenis, botas, pantalones de mezclilla rotos, sudaderas, playeras, camisas desgarradas y pañuelos. El vestuario tiene un carácter dramático y busca dar forma, junto con la iluminación y el humo que inunda el espacio, a una atmósfera asfixiante, de lucha, en donde el hombre es llevado al límite de sus capacidades tanto físicas como emocionales.
Se trata de un pueblo nómada, cuyo andar nos recuerda el Éxodo bíblico, en donde los hebreos, libres de la esclavitud a la que habían sido sometidos por los egipcios, van en busca de la tierra prometida, liderados por Moisés. En el caso de Travesía el guía es un santo: San Judas Tadeo. A la tradición judeo-cristiana se suman, en esta obra, el tótem y la danza ritual, expresión de la cosmovisión sagrada del mundo de los pueblos originarios de América.
La música se entreteje en el discurso que habla de este pueblo, que es producto de sincretismo de tradiciones y de épocas históricas: Los cadetes de Linares, Banda Tradicional del Istmo de Tehuantepec, Dj Bostich, Dj Clorofila, Dj Wakal, Dj El hijo de la cumbia, El gran silencio, Los de abajo, Celso e Isaac Piña, Orquesta del Ballet Folclórico de Amalia Hernández, Cantos cardenches, Rafael Mendoza y La luz roja de San Marcos, con la edición de Juan Manuel Cano, ofrecen un canal dramático eficaz a la obra.
El montaje coreográfico maneja solos, dúos e interpretaciones grupales, cuya cualidad radica en la manifestación de una energía potente, que cimbra y produce calosfríos en la piel. El sonido de los cuerpos en contracciones y luego en liberación de energía, en caída libre y también cortando el espacio como aves en vuelo, le dan solidez escénica a la pieza.
La respiración, la exhalación y la transpiración del conjunto, como unidad, consolidan esa figuración del pueblo, de la lucha social e individual, en el espacio externo y el interno —el de las venas y los órganos—, estableciendo vínculos con el espectador que es tocado en sus fibras emocionales e intelectuales sensibles.
Barro Rojo Arte Escénico consigue con Travesía dar a la danza una obra memorable, otra vez a contracorriente del arte coreográfico en boga, comprometida la compañía con una estética que se aparta de lo bonito para descubrir la belleza en aquel sentido clásico de la tragedia, en la que el hombre va al encuentro de su destino, terrible y, profundamente, humano.
*FOTO: Travesía, espectáculo coreográfico de Laura Rocha, Francisco Illescas y Miguel Gamero, con la Compañía Barro Rojo Arte Escénico, con las interpretaciones de Daniela Carmona, Kesia Herrera, Fernanda Salas, Angélica Treviño, Miguel Gamero, Julio Hernández, Felipe Landa, Héctor Ortiz y Roberto Solís, así como con integrantes del “Elenco B”: María Clara Rivarola, Laura Vargas, Luis Ángel Cerón, José Jaimes, Scheccid Martínez y César Zarco, vestuario de Saúl Hernández y Jerildy Bosch, se estrenó en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario, en donde se presentó 10, 11 y 12 de junio/ Emilio Sabin.