Tres proyectos a destacar
/
La suspensión de actividades de muchas orquestas ha permitido a varios músicos dedicarle tiempo a sus proyectos personales, muchos de ellos con resultados notables
/
POR IVÁN MARTÍNEZ
Como para muchos en el público, la pausa en que permanecen las orquestas ha permitido a algunos de sus músicos de tiempo completo encausar proyectos personales aplazados antes del encierro. Algunos leyeron un libro pendiente, algunos aprendieron un nuevo idioma, otros tomamos cursos: hoy quiero festejar el que emprendió la fagotista Rocío Yllescas, principal asistente de la Filarmónica de la Ciudad de México. Lleva tres entregas, de una por mes desde finales de septiembre, están en su canal de youtube y son videoclips de música mexicana para fagot y sonidos electrónicos.
No se trata del ejercicio de difusión de esta música, que hasta ahora incluye Plegarias, de Mario Lavista; Twilight, de Rodrigo Sigal y De tus manos brotan pájaros, de Javier Álvarez. Hasta ahora, el proyecto no está de ninguna manera concluido y hay material para muchos incisos futuros, coinciden tres obras que fueron escritas inicialmente para la fagotista Wendy Holdaway, con quien Yllescas estudió en México antes de finalizar su formación con la legendaria Nancy Goeres en Pittsburg, y están ya registradas en su extensa discografía. La novedad del nuevo proyecto es el detallado, elaborado y poético material visual que los acompaña, que han convertido estas piezas en joyas multidisciplinarias.
Quien me haya leído, sabe que disfruto especialmente el sonido de esta instrumentista y que tengo aprecio por la música de los tres compositores; pero el resultado más sofisticado y la musicalidad más natural con que aborda la pieza de Álvarez, el canto más libre con que la toca, la convirtió en mi favorita de la serie.
Iván Manzanilla toca Temazcal
Como en el párrafo anterior, puede inferirse que el subtítulo de este apartado es también obligado para mí. Manzanilla es el percusionista mexicano más destacado de su generación y Temazcal, mi pieza favorita en la literatura de Javier Álvarez. Desde su estreno en 1985, esta obra maestra para maracas y sonidos electrónicos es una de las dos piezas más tocadas del compositor; fue escrita para un flautista, Luis Julio Toro, pero pronto se estableció como repertorio obligado para todo percusionista, y a muchos se las he escuchado; pero es con Manzanilla con quien toma otro rumbo.
Como he dicho en otras ocasiones: Iván hace cantar las maracas. Y no sólo las maracas, también los bongós, los tambores, cualquier instrumento del que uno “no esperaría” esa musicalidad tan explícita en la que se distinguen fraseos, colores, matices, respiraciones, inflexiones.
Este diciembre lo cerré escuchando el programa que preparó para la serie Música de las Américas, de la Universidad de Nuevo México, y que se ofreció virtualmente el domingo 20 por youtube, presentado por el compositor José Luis Hurtado. En este programa dedicado enteramente al repertorio de México para distintas combinaciones instrumentales de percusión, Manzanilla presentó primero la Invención no. 4, de Ignacio Baca Lobera, para set, una obra demasiado formal para lo que venía después: Aritmética del sol, de Antonio Fernández Ros, un sabroso estudio para bongós y electrónica, el Temazcal de Álvarez, y el Canto a un Dios Mineral, de Manuel Enríquez, para set y declamador, que en esta ocasión fue el mismo percusionista.
Ricardo Gallardo en ópera
Hablando de percusionistas, uno de los músicos mexicanos que más ocupado se mantuvo durante la segunda mitad del año fue Ricardo Gallardo, junto a Manzanilla mi otro gurú de esta familia instrumental. Al frente del grupo que lidera, Tambuco, presentó distintos conciertos virtuales desde su estudio, para instituciones tan disímbolas como el festival Escena Contemporánea de Veracruz, los Friends of Chamber Music de Portland, o la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. (También tocaron música de Javier Álvarez: en este último, que sigue disponible, me tocó escuchar su versión de Metro Chabacano.)
Más que esos recitales o su labor como guía artística del Festival de Morelia, el highlight de su temporada fue la participación en Eight Songs from Isolation, una especie de ópera en ocho escenas, cada una de un compositor diferente, realizada bajo el auspicio de Apple y que se puede ver en Apple Music. Grabadas con iphones y todas sobre el tema del encierro, y aun proviniendo de compositores que en otra escena pueden parecer distantes, el trabajo todo permanece en un mismo estilo, que no lenguaje, y aunque puede verse en orden independiente, se disfruta el hilo conductor en el orden planteado, que engancha narrativa, teatralmente.
Cada compositor contó con un cantante, la más precisa actoralmente es la soprano Julia Bullock en la música de Freya Waley-Cohen, y casi todos cuentan con la base instrumental de músicos de la Academy of St. Martin on the Fields; una excepción es Gyöker, la escena compuesta por Thomas Adès, para muchos el mayor compositor operístico de la actualidad, en la que la soprano Katalin Károly es acompañada por la marimba de Gallardo y el compositor al piano. Además de esas dos escenas, aportan especiales momentos de profundidad dramática y hondo lirismo las partituras escritas por Du Yun, también con instrumentación particular, y Nico Muhly, quizá el más sofisticado de todos.
FOTO: La fagotista Rocío Yllescas./ Youtube
« Incertidumbre en el 2021 para las artes escénicas 68 Muestra de Cine (2): procreaciones »