Un misterio no resuelto: las cenizas de Buñuel
POR ABIDA VENTURALa madrugada del 29 de julio de 1983 falleció Luis Buñuel en un hospital de la ciudad de México. Tal como lo dispuso el propio cineasta español naturalizado mexicano, no hubo ceremonia de despedida. Su cuerpo fue incinerado, pero a 30 años de su muerte el paradero final de sus cenizas sigue siendo un misterio.
Tras la cremación, su esposa Jeanne Rucar, quien lo acompañó hasta su lecho de muerte, se negó a revelar el destino que tendrían los restos del director de Un perro andaluz. Pocos días después, su hermana Conchita Buñuel, al ser cuestionada por medios españoles sobre dónde deberían permanecer los restos del cineasta, declaró que era un tema sin importancia, incluso para él mismo. “Suponemos que reunió a su mujer y a los dos hijos hace tiempo y les dijo que hicieran con sus cenizas lo que quisieran. Luis pudo decir que echaran sus cenizas al mar, al Ebro o a donde fuera. Nosotros sabíamos que no le importaba demasiado lo que se hiciera con sus restos”, declaró entonces.
La viuda de Buñuel falleció en noviembre de 1994 y el secreto sobre las cenizas de su marido se lo llevó hasta la tumba.
A tres décadas de la muerte del autor de Los olvidados, el sitio donde se encuentran o donde fueron esparcidas sus cenizas sigue siendo un misterio y objeto de controversias entre algunos de sus amigos más íntimos y sus herederos.
En el transcurso de los años, diversas han sido las versiones sobre el lugar a donde fueron a dar los restos del maestro surrealista: las primeras tesis dicen que fueron esparcidas en el Desierto de los Leones, sitio en el que le gustaba pasear; según su hijo mayor, Juan Luis Buñuel, su madre le entregó la urna a su hermano Rafael, quien se la habría llevado a su casa en Los Ángeles. Ahí las tuvo hasta 1997, fecha en que las trasladó a España para, por fin, esparcir las cenizas de su padre en su natal Calanda; pero en México un sacerdote sostiene que los restos de Buñuel, el ateo declarado, yacen en la Parroquia Universitaria del Centro Universitario Cultural (CUC), administrado por religiosos dominicos.
En una charla pública, realizada en julio del año pasado en la casa de la colonia del Valle donde el cineasta español vivió hasta sus últimos días, hoy convertida en centro cultural, el padre Julián Pablo Fernández, con quien Buñuel mantuvo una relación cercana en los últimos años de su vida, declaró que las cenizas del cineasta cuya obra está plagada de críticas a la religión, han permanecido en un rincón, “sin acceso”, de esa capilla dominica.
En ese acto, realizado en el marco de la exposición Viridiana 5.0, el padre Julián contó que el cadáver de Buñuel fue incinerado en una funeraria de la ciudad y que sus restos fueron entregados a su hijo Rafael, quien cedió las cenizas al cura y éste las llevó a la capilla del CUC.
Días después de estas declaraciones, los hijos de Buñuel, Juan Luis y Rafael, enviaron una carta firmada al periódico español El Mundo para desmentir lo dicho por el padre Julián y asegurar que las cenizas de su padre fueron esparcidas en 1997 en el monte Tolocha, ubicado a unos cuantos kilómetros de Calanda.
En esa carta, Rafael Buñuel comenta que su padre y Julián Pablo Fernández daban largos paseos, hablaban de religión y que el sacerdote fue, durante dos o tres años, el portador de la urna con las cenizas del director, hasta que la viuda del cineasta se las solicitó.
En México, el padre Julián sostiene que las cenizas de Buñuel, a quien consideró como su maestro y mejor amigo, permanecen en la capilla del CUC. Al menos así lo hace constar en una entrevista que concedió en febrero de este año a una revista del Centro Histórico.
Sin embargo, el padre Julián ahora prefiere callar. En una visita al convento de Santo Domingo, donde vive y oficia misa todos los días a la una de la tarde, el sacerdote dominico no acepta hablar sobre su relación con el cineasta; señala que es una historia más que conocida y que prefiere no volver al tema. Durante las siguientes visitas al recinto, el cura afirma estar indispuesto para conceder una entrevista debido a un fuerte resfriado.
En la parroquia universitaria, donde se supone que yacen los restos del cineasta, desconocen la leyenda. De estar ahí, esas cenizas del director de Simón del desierto y Nazarín, este lunes que se celebran tres décadas de su muerte, podrían cumplir con uno de sus últimos deseos. En su libro de memorias, Mi último suspiro, Buñuel aseguraba que su último deseo sería levantarse de entre los muertos cada 10 años, ir a un quiosco y comprar varios periódicos para leer sobre los desastres del mundo en la tranquilidad de su tumba.
*Foto: El sacerdote Julián Pablo Fernández, quien fue amigo de Buñuel y oficia misa en el convento de Santo Domingo, de la ciudad de México, asegura que las cenizas del cineasta yacen en la Parroquia Universitaria del Centro Universitario Cultural (CUC)/Miguel Espinosa
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